Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Jueves 12 de abril
La turistificación de la península de Yucatán provoca que, desde la Riviera Maya, se note a lo maya como el “traspatio” de Quintana Roo, donde lo que deben observar los turistas tiene que ser un espacio “prístino de selva exuberante y con el maya profundo”, la imagen del hipil, el terno y esconder la Coca Cola, declaró Samuel Jouault, geógrafo investigador de la UADY, durante el XXI Congreso Internacional de la Asociación Mexicana de Estudios del Caribe (Amec), El Caribe: fragmentos de historias sincopadas.
En ese fenómeno de dichos espacios, los turistas que viajan por los municipios mayas no conocen el nombre del pueblo, por lo que es un fenómeno de desterritorialización con las mayan villages, con ofertas turísticas de experiencias y tematización de recursos naturales y culturales.
“Uno de los grandes retos es saber quién maneja el turismo, quién recibe la derrama económica”, expresó. Por esa razón, trabaja en el “traspaís turístico”, más allá de la Riviera Maya, en donde el turismo comunitario es una forma para defender la tenencia de la tierra, declaró.
Consideró que la turistificación en los espacios rurales es acelerada, como por ejemplo los cenotes. Casos como Ek Balam o Yokdzonot demuestran el éxito de la apropiación del turismo por parte de los habitantes de las comunidades, a través del manejo de cabañas, comida y servicios en torno a una zona arqueológica o cenotes, con actividades basadas en su cotidianeidad.
“Mi visión geográfica va por una lectura del espacio, la gente se adapta y aprovecha lo que tiene a su alcance: yo soy maya y le interesa al turista que viene de afuera, propongo actividades para captar a los turistas”, ejemplificó. En Ek Balam el año pasado llegaron 160 mil turistas, gente que se aprovecha para ofrecerles productos como hamacas, reconoció.
Otro ejemplo es el tour en la milpa, donde un milpero de Ek Balam regresó de Ecuador y propuso ideas traídas de Sudamérica para que la comunidad realice actividades turísticas alrededor de la milpa, donde los visitantes conozcan su cosmogonía y su forma de vida, así como su vínculo entre el hombre y la naturaleza.
“Permite al local revalorizar su cultura. El turismo recrea al turista, pero también los espacios cotidianos, los re-crea, los reinterpreta”, afirmó.
Existe una mayanidad, pero ellos muestran lo que quieren mostrar, manejan lo que es su mundo, señaló.
Al hacerlo, dijo, también se apropian de espacios abandonados o usados como basureros, como fue el caso del cenote de Yokdzonot, que hace 10 años tenía basura y hoy hay una cooperativa que limpia y lo volvió un lugar público, o como podría ser con los manglares, como en ojo de agua de San Crisanto.
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