Eduardo Lliteras Sentiés
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Martes 10 de abril, 2018
Llueve ceniza, como si estuviéramos en las cercanías de un volcán. En el cielo, de color plomizo, surcado de columnas negruzcas, no se distinguen nubes, ni aves, tampoco los característicos zopilotes yucatecos. Hay un silencio espectral que circunda las casas de Los Sauces y otros asentamientos residenciales nuevos ubicados en la comisaría de Cholul que parecen hervir en una olla a fuego lento. A lo lejos, repentinamente se escuchan las fauces del fuego devorando la vegetación seca, los animales y plantas que sobreviven en un polígono ubicado entre la carretera a Chicxulub Puerto, la calle 21 de la colonia Guadalupe de Cholul y la carretera a Conkal.
Es un incendio que tiene ya tres días y que las autoridades simplemente no han atendido, quizá porque los dueños prefieren “limpiarlo” de vegetación para que sea más fácil construir.
No se sabe si el incendio fue doloso o producto del reguero de basura arrojada en las orillas del polígono en el que seguramente ya hay planes para construir nuevos fraccionamientos, llenos de casas sin árboles, con cientos de autos circundados por muros perimetrales electrificados, al que llegarán a vivir más familias soñando un reducto dónde esconderse del calor insoportable, del tráfico y el asfalto hirviente.
El sábado se quemaron al menos cinco postes de teléfono. Telmex fue informada con nuestro reporte y nos respondió de inmediato llamándonos por teléfono para ubicar el lugar exacto de los daños a la infraestructura.
Ninguna otra autoridad se había interesado en reportar dichos daños, mucho menos en evitarlos. Simplemente les valió, mientras el fuego causa daños, contamina y destruye fauna y flora.
Seguimos a una patrulla Seguridad Pública, la 6287, cuyos elementos se dan a la tarea de monitorear en solitario que el fuego no amenace las casas colindantes. No tienen apoyo, tanto es el trabajo para los bomberos y la Secretaría de Seguridad Pública en estos días, que simplemente no hay quien venga a apagar una conflagración considerada poco importante por tratarse de vegetación, aunque sea pulmón de la ciudad, de la comisaría, hábitat de aves y animales.
Mientras tanto, los meridanos nos ahogamos con el humo que cubre la ciudad con un aire venenoso, asfixiante. Es el costo del crecimiento urbano, de “la mejor ciudad del país”, según dicen.
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