Katia Rejón y Francisco Hernandez y Puente
Foto: Francisco Hernandez y Puente
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 26 de febrero, 2018

La cámara hiperbárica más grande de Latinoamérica lleva nueve años abandonada en un edificio a medio construir de Mérida, Yucatán. El aparato que serviría para atender a 20 pacientes simultáneamente de al menos 18 diferentes patologías como diabetes, cáncer, descompresión, quemaduras y trauma, ha pasado por dos administraciones sin atender un sólo paciente. El edificio y la cámara suman más de 80 millones de pesos irrecuperables e improductivos.

Durante su segundo año de gobierno, en enero de 2009, Ivonne Ortega Pacheco anunció el donativo de 11 millones de pesos por parte de Grupo Financiero Banorte para la adquisición de una cámara hiperbárica. La cámara de 10 metros de largo y 36 toneladas se instaló a un costado del Hospital O’Horán en 2012, último año del gobierno de Ivonne Ortega, en un edificio especialmente construido para albergar no sólo la cámara hiperbárica, sino lo que sería la Unidad de Choque y Trauma del mismo nosocomio. La inversión fue de 70 millones de pesos.

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Esta unidad médica incluiría las áreas de traumatología, terapia intensiva, quemaduras, un quirófano, zonas de esterilización y tomografía. La cámara hiperbárica se presumió como la más grande en América Latina y como una herramienta para que las amputaciones de la población diabética, así como los injertos para personas con quemaduras, se redujeran un 40 por ciento.

Apesar de que llegó el equipamiento con el que debía trabajar la Unidad de Trauma, el edificio no se concluyó en el gobierno ivonnista, por lo que el gobernador en turno, Rolando Zapata Bello, recuperó el proyecto y lo incorporó como el compromiso 96 de los 227 que se definieron al principio de su gestión.

Sin embargo, por razones que aún no están claras, la construcción del edificio para la Unidad no prosiguió y el equipo que debía ocuparse en ella, con un costo de aproximadamente 60 millones de pesos, se trasladó al hospital O’Horán.

[b]No es cuestión de presupuesto, sino de voluntad política[/b]

Desde 2013 diferentes autoridades del sector salud han hecho declaraciones contradictorias acerca de la fecha en la que comenzará a operar el edificio, o el destino que tendrá la cámara que, por supuesto, no se ha usado hasta el día de hoy.

Cuando Rafael Barrera Zoreda era director de Prevención y Protección a la Salud de la Secretaría de Salud de Yucatán, declaró que en 2014 se abrirían las puertas de la Unidad de Choque y Trauma. En diciembre de 2014, el secretario de Salud de Yucatán, Jorge Eduardo Mendoza Mézquita, dio a conocer que la Secretaría no contaba con recursos para concluir los trabajos y que desconocía si el gobierno federal los aportaría para terminarla en 2015.

Después de ocho años en el abandono, en julio del año pasado, personal de la Secretaría de Marina acudió al hospital para evaluar la posibilidad de llevarse la cámara hiperbárica a Veracruz. La nueva declaración de Mendoza Mézquita fue que “no cumple con la normatividad” y “no necesariamente tendría mejor uso, o sería más útil en Yucatán”.

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Sin embargo, el proyecto de traslado tampoco es viable pues sería necesario destruir el edificio para sacarla. Y, aunque la cámara puede tener una esperanza de vida de hasta 100 años, hay equipo como generadores eléctricos que sí pueden echarse a perder por la falta de uso.

La polémica atrajo el interés de otros médicos como Manuel Díaz Suárez, presidente de la Comisión de Salud del Congreso, quien en septiembre del 2017 comentó en una entrevista que la cámara hiperbárica podía atender a más de 18 patologías como gangrena gaseosa, problemas circulatorios, diabetes, vértigo, por mencionar algunas. Incluso, dijo, hay ciertas enfermedades que utilizan la terapia de oxigenación celular como única vía, por lo que era necesaria su operación inmediata.

A todo esto, el doctor Cuauhtémoc Sánchez, experto en Medicina Hiperbárica, titular del único curso de posgrado en medicina hiperbárica y director de esta área en el hospital O’Horán, opina en entrevista con La Jornada Maya que “no es cuestión de presupuesto, sino de voluntad política”.

[b]Un Ferrari en una ranchería[/b]

El hospital O’Horán cuenta con una cámara hiperbárica más pequeña y monoplaza pero es insuficiente para cumplir con las exigencias de la población.

“Este monstruo es de los 10 más grandes del mundo. En la monoplaza, tenemos una lista de espera enorme y con el mismo costo de oxígeno puedes tratar a 20 pacientes. Vino la gente de la Armada, pero ¿dónde la pone? es como llevar un Ferrari a una ranchería. No es fácil manejarla”, señala el doctor Sánchez.

La construcción del edificio, según explica, fue supervisada por el profesor de la University of Maryland Medical Center de Baltimore, Thomas Scalea, supervisor del centro de trauma más importante del mundo, R Adams Cowley Shock Trauma Center. “Es bonito tener un cohete que va a la luna; aunque no vaya”, menciona.

Al día de hoy la cámara se encuentra en un edificio abandonado detrás del O’Horán, clausurado por una madera vieja con la leyenda “No tire su basura aquí”. El edificio -apenas vigilado- tiene desperdicios y animales en su interior. En una de las habitaciones se encuentra la enorme estructura hiperbárica, desconectada, hermética y casi a la intemperie. Como esperando que alguien le haga caso.

[b]La mejor de las inversiones[/b]

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer recientemente que el traumatismo es un problema sanitario desatendido en los países en desarrollo. El efecto socioeconómico empeora cuando los países cuentan con sistemas poco desarrollados de cuidados y rehabilitación postraumáticos y con una infraestructura de bienestar social deficiente o inexistente.

Los traumatismos son una epidemia desatendida que ocasiona más de cinco millones de muertes al año, cifra comparada con las ocasionadas por el VIH/Sida, malaria y tuberculosis, combinados. El problema, según explica la organización, es que no hay datos suficientes sobre morbilidad, epidemiología, eficacia y costo-eficacia de muchas enfermedades particularmente en traumatismos y su gestión.

Sólo en el primer semestre del 2017, en Yucatán murieron 195 personas por accidentes de tránsito de acuerdo con las cifras oficiales, un incremento del 35 por ciento del total de personas fallecidas en el mismo periodo en el 2016. La principal causa de muerte fue en un 80 por ciento traumatismo craneoencefálico. “La diferencia si tratas un caso de traumatismo en una cámara hiperbárica de manera temprana es del 85 por ciento a favor del paciente y eso reduce los costos para el hospital”, afirma el experto.

Los accidentes laborales que en el 2017 en Yucatán representaron 4 mil 995 percances y 13 muertes también están directamente ligados con casos de traumatismo.

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“La gente necesita enterarse que esto estaba hecho por una necesidad real del estado. La cámara hiperbárica es sólo una parte de todo el centro de trauma que tiene 16 especialidades. ¿Qué estás haciendo para resolver la inequidad en el acceso a la salud en el Estado, si tienes un sistema tan innovador tan bueno como el de Estados Unidos y no lo usas?”, cuestiona el Dr. Cuauhtémoc Sánchez

[b]Obesidad y Diabetes[/b]

En Yucatán, las causas principales de muerte según INEGI son las enfermedades del corazón, del hígado y la diabetes mellitus. Según el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM en su Informe sobre el Desarrollo en México, la diabetes es la primera causa de muerte entre los pacientes del IMSS, que eroga alrededor de 50 mil millones de pesos y representa más de la mitad del gasto médico, además de invertir el 70 por ciento en atención curativa.

El gasto médico se eroga en tres efectos secundarios: hemodiálisis, las incapacidades y las amputaciones, que, de este último, en 2015 fueron 4 mil intervenciones.

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“La obesidad y la diabetes son problemas graves en el estado. Las amputaciones podrían reducirse hasta en un 50 por ciento si son atendidas con la cámara hiperbárica. La causa número uno de la ceguera es la diabetes, lo mismo la insuficiencia renal”, afirma el Dr. Sánchez.

[b]“Lo más caro de un equipo es no usarlo”[/b]

Al principio, la cámara hiperbárica se relacionaba únicamente con el problema de descompresión de buzos y pescadores, sobre todo en temporadas de pesca de pepino de mar cuando los índices de descompresión se disparan. Sin embargo, en zonas costeras como Celestún, Sisal, Telchac o Dzilam no hay cámaras hiperbáricas y tampoco hay cifras oficiales de los muertos por descompresión. Los únicos lugares donde hay cámara hiperbárica son Progreso, Tizimín, y Mérida, todas son monoplaza. Aunque son muchos los que necesitan este tratamiento, se estima que sólo el 7 por ciento son usuarios de las cámaras hiperbáricas.

¿Cuánto dinero se necesitaría para retomar el proyecto y que Yucatán pueda contar con una Unidad de Choque y Trauma? El doctor Sánchez prefiere no dar números pero indica que el equipamiento que en un principio era para la Unidad de Trauma y que se trasladó al hospital O’Horán es de 60 millones de pesos, y lo que faltaba para terminar de construir el edificio no rebasaba los 20 millones.

“El costo de la cámara hiperbárica para el estado fue de cero. Fue una buena negociación. Lo que es muy malo es dejar obras inconclusas, por el motivo que sea, cuando los objetivos para los que fue creada cumplen con las mayores necesidades del estado. Lo más caro de un equipo es no usarlo”, asegura. La Unidad de Choque y Trauma del Hospital O’Horán, opina Sánchez, hubiera sido la mejor de las inversiones.


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