Lilia Balam
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Jueves 7 de marzo, 2019
Pensar en su adolescencia, en sí misma feliz y enamorada, con miles de planes a futuro, es muy lejano para G. ahora, aunque su voz es firme y sin vacilaciones, admite que tiene miedo y cree que será la siguiente mujer en acaparar los encabezados en los medios locales por su asesinato. Hace una breve pausa antes de exhalar y afirmar que le da terror pensar en lo que puede pasarle una vez que sale de la protección de las rejas de su vivienda, mismo escudo que añoraría tener para saber con certeza que llegará viva al día siguiente.
“Cuando éramos novios nunca se portó agresivo. Si lo hubiese conocido así jamás hubiera salido con él”, relata. Hace memoria y cuenta que después de un año de noviazgo supo que estaba embarazada de A. Se casaron y pronto el marido cambió: comenzaron los maltratos, las actitudes “rudas” y agresivas. Después hubo un golpe. Luego otro…
G. ve la transformación de A. como la suya propia: de ser la mujer que perdonaba al esposo que “se excusaba en su inmadurez” con una rosa, pasó a ser aquella con seis años de casada que aguantaba a su marido con tal de que a sus hijos no les faltara nada.
Aunque creyó soportar y fingió ante familiares y amistades que todo estaba bien, pronto las marcas comenzaron a hacerse más evidentes, tanto en su piel como en su personalidad. “Caí en depresión: estaba todo el día dormida, sólo me levantaba a atender a mis tres hijos y volvía a la cama. Todo me sobresaltaba: una llamada, pensar en llegar a casa y no saber cómo me iba a recibir”, relata.
En junio del año pasado se decidió: pese a lo difícil que fue tratar con algunos licenciados que ponían en duda sus declaraciones, denunció a su esposo ante la Fiscalía General del Estado (FGE) por agresiones físicas y solicitó su divorcio. Sin embargo el proceso no avanzó. En diciembre hubo otra golpiza y G. interpuso otra demanda. Un mes después, A. fue detenido. En respuesta, familiares de su pareja intentaron llevarse a sus tres hijos por la fuerza, motivo por el cual G. solicitó una orden de restricción.
Desde entonces, señala la mujer, las amenazas y hostigamiento han sido frecuentes. Su agresor acude al lugar donde se ha desempeñado laboralmente en los últimos 12 años para intentar asustar a sus empleados. También es frecuente que sus familiares “hagan escándalos” para amedrentarla.
G. hace otra pausa y comenta que ella sólo quiere trabajar para sacar adelante a sus tres hijos. “Tengo mucho miedo”, admite. De sentir pánico por estar en casa con su agresor, ahora teme salir de su vivienda. “Sólo ahí estoy segura, estoy feliz con la gente que me acompaña pero, pasando la reja, tengo miedo. No sé qué me espera allá afuera. He sentido que yo seré la próxima muerta”, suspira.
G. es una de las tantas mujeres que sufren violencia en sus hogares. De acuerdo al Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud, hasta el 16 de febrero pasado, 192 mujeres fueron atendidas en centros de salud públicos de Yucatán por lesiones ocasionadas por violencia intrafamiliar. Esta cifra es mayor a la reportada el año pasado, cuando en el mismo lapso se registraron 117 casos.
Cabe recordar que 2018 cerró con mil 83 féminas atendidas tras ser lesionadas en el hogar, de un total de mil 127 casos de violencia intrafamiliar. Esa estadística fue menor a la registrada en 2017, cuando mil 543 mujeres acudieron a un centro de salud para ser atendidas por ese flagelo, de un total de mil 617 casos.
Según el mencionado Boletín, los estados en los que más mujeres acuden a un centro médico público a causa de lesiones provocadas por violencia en el hogar son Guanajuato, con 665 féminas atendidas; Tamaulipas, con 580; y el Estado de México con 532 mujeres.
[b]¿Qué sigue?[/b]
Aunque la denuncia de G. parecía detenida, en últimas fechas “se reactivó”. Sin embargo, la mujer considera que los trámites son muy lentos, además de que en el camino se ha encontrado con algunos trabajadores que ponen en duda su versión de los hechos e incluso la tratan de manera agresiva.
“Todavía existe mucho machismo en nuestro estado, se cierran las puertas a una mujer que solo quiere trabajar y salir adelante. Por ser mujer nos minimizan mucho”, indica. Pero eso no la frena. Repite que saldrá adelante.
“Quiero que todas sepan que a pesar de lo que pasen, de la situación más fea que estén pasando, cuando una quiere trabajar y salir adelante puede hacerlo sin la necesidad de un hombre a su lado”, concluye.
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