Juan Manuel Contreras
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 22 de junio, 2020

La debacle económica causada por la pandemia y su respectivo confinamiento ha pegado sin distinción a todos los giros comerciales, en especial al sector restaurantero y cantinero. Medidas como la Ley Seca, la inoperancia de giros no esenciales y las altas rentas de sus locales han obligado a decenas de empresarios a cerrar sus puertas de manera definitiva.

Negocios antes prósperos como la cantina Jorge’s y el bar El Chembech no resistieron los embates de permanecer cerrados por casi tres meses y en días recientes se despidieron de sus parroquianos, quienes lamentaron el hecho. Son víctimas colaterales de la contingencia generada por el COVID-19.

Ambos establecimientos, ubicados en el primer y segundo cuadro de la capital yucateca respectivamente, informaron a través de comunicados su retiro de las barras tras año y medio mitigando la sed de los meridanos. No son los únicos casos.

El céntrico bar La Vizcaína, situado a un costado del parque de Santiago, también suspendió sus operaciones de forma terminante. Los fumadores que cada noche podían avistarse a las puertas del lugar ahora fueron sustituidos por un insípido letrero de traspaso y los datos para comunicarse con el dueño.

Otras cantinas que también anunciaron su cierre definitivo son Alma Calma y Pánfilo, las dos en el barrio de Santa Ana. La situación de otros bares que permanecen cerrados aún se desconoce y tanto propietarios como empleados permanecen en la incertidumbre, ya que no saben cuándo podrán entrar en funciones nuevamente y los gastos no son pocos.

[b]“La renta nos come”[/b]

Ernesto Maldonado, propietario -desde hace más de 40 años- del salón Superior no sabe si podrá volver a laborar, ya que al día de hoy tiene una deuda de 100 mil pesos con su arrendatario quien, cabe destacar, "no le ha perdonado" un centavo a sabiendas que el lugar no está en funciones.

“La renta nos está comiendo”, lamentó el empresario quien a últimas fechas se ha visto en la necesidad de prescindir de su plantilla de ocho empleados, todos con familias que mantener y cuentas por pagar. Al inicio hizo lo que pudo por mantenerlos a flote, pero llegó un punto en que esto ya no fue posible, pues se quedó sin dinero.

Pese a tener licencia de restaurante, su giro cantinero es más que evidente por lo que las autoridades negaron a Maldonado su reapertura. “Y aunque abriera, operar al 25 por ciento de mi capacidad no sería de ningún modo sostenible para mí, ni para mis empleados”, aclaró.

La Cámara Nacional de la Industria Restaurantera (Canirac) informó que serán cerca de 4 mil negocios los que cerrarán sus puertas tras la contingencia sanitaria, lo que derivaría en la pérdida de 20 mil empleos directos. A esta cifra habría que aumentar los establecimientos que operaban de manera informal y que tampoco podrán ofrecer servicio nuevamente.

Edición: Ana Ordaz


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