Hasta las instalaciones de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UADY cada miércoles llegan caballos caleseros como Pulga, Conan, Favorito o Tom a recibir atención de parte de los doctores José Manuel y Amelia, quienes tienen la misión de verificar que no presenten enfermedades, lesiones o condiciones irregulares.
Este programa es parte de un convenio entre el Ayuntamiento de Mérida y la UADY que este 2024 cumple 10 años aplicándose de forma gratuita, pero obligatoria, a todos los caballos que brindan servicio de jaladores de calesas en el Centro Histórico de Mérida.
Cada semana, José Manuel Blanco Molina, coordinador de la Clínica de Grandes Especies, y Amelia Lizcano Mata, médico veterinario, reciben de cuatro a cinco ejemplares, los cuales son sometidos a una exhaustiva revisión para corroborar que los caballos se encuentren saludables y en condiciones de trabajar.
“Aquí se les brinda atención veterinaria, que incluye evaluaciones clínicas, evaluaciones del aparato locomotor, exámenes físicos generales, atención de emergencias, consulta dental y también les damos asesorías a los dueños, por ejemplo, les explicamos qué caballos escoger y cómo saber si pueden trabajar, como el hecho de que tengan una altura no menor a 1.45 metros y que posean buena condición corporal”, detalla Amelia.
Todas las personas que forman parte del sindicato de caleseros de Yucatán tienen que sumarse a ese programa y presentar a sus caballos al menos dos veces al año para sus revisiones de rutina, las cuales garantizan su bienestar.
“Desde hace 40 años soy calesero y hace varios años vengo aquí a la Facultad a traer a mis caballos, la verdad es un servicio magnífico porque te ayuda en todos los sentidos”, comparte Luis Medina Heredia, propietario de Conan, un caballo de 5 años de edad.
Para garantizar este control, los especialistas llevan un expediente por cada animal.
Los caleseros participan en estas revisiones y se comprometen en atender alguna afectación que se les encuentre, como larvas de mosca en los ojos -que son comunes por el nivel de humedad-, presencia de parásitos o garrapatas en la piel, así como lesiones producto del trabajo.
Los caballos son analizados mientras se encuentran detenidos, caminando y trotando para corroborar que no tengan algún problema en el aparato locomotor.
Adolfo Pech, dueño de Favorito, también disfruta de estas visitas a la clínica porque le sirven para resolver las dudas que tiene sobre su ejemplar: si está bajo de peso, si ya fue castrado o si necesita herraduras nuevas.
“Este caballo me costó 30 mil pesos y tuve que pagar que lo trajeran de Campeche”, cuenta mientras juega con el animal, el cual, asegura es maloso porque es muy inquieto.
Caleseros se comprometen con el cuidado de los caballos porque estos representan el sustento de sus familias y la prevalencia de un oficio que ha estado en sus familias durante varias generaciones.
Los caballos caleseros tienen horarios de trabajo y días de descanso, además de que no trabajan si se encuentran enfermos.
“Las dos partes se benefician: nosotros les damos un servicio que no les está costando pero a cambio solicitamos que los alumnos puedan practicar en un escenario real. Nosotros les decimos cómo están sus animalitos y de 10 años a la fecha han mejorado bastante el uso de caballos”, destaca José Manuel Blanco Molina.
El coordinador de la Clínica de Grandes Especies explica que los caballos caleseros son ejemplares de trabajo, que tienen las condiciones para brindar el servicio a los turistas y si no fueran usados con este fin, no servirían como caballos de monta.
Amelia y José Manuel aseguran que, de acuerdo a sus evaluaciones, los caballos caleseros no sufren maltrato animal y tienen buenas condiciones de salud, además, la Clínica de Grandes Especies se encarga de garantizar que esta situación prevalezca.
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