Yucatán > Cultura
Ana Marín
18/03/2025 | Mérida, Yucatán
“¡Salud por el cabaret!”. La conductora levanta su bebida, el público la imita y brinda por lo que promete ser una noche de inmensurable placer.
Fotos: Gerardo Jaso
El cabaret no sólo resiste, sino que también prospera en una ciudad tan patriarcal y conservadora como lo es la capital yucateca; Deseo veneno fue prueba de ello: seis vedettes formaron parte del line-up de la velada, cinco de ellxs locales. Con un sold out en su primera presentación en Mérida, acudieron más de 150 personas al llamado de Yambao, un colectivo independiente de burlesque cofundado por Pamela Fernández; la cita estaba programada para las 20:30 horas en La Casa de la Gata Negra, pero el show comienza una hora y media después, y aunque la noche es particularmente calurosa, la audiencia —diversa, colorida, de variadas latitudes—, es comprensiva, aguardando con paciencia y expectación la tercera llamada de Coco, quien conduce la velada y entretiene al público con gran expertise.

Lxs vedettes desfilan entre los asistentes y se encaminan al escenario, derrochando sensualidad y coquetería en diez números musicales armonizados por el soul, jazz, funk y R&B de Ensamble Reflexsónica. Hey Ryaan tiene a su cargo el acto de apertura; ataviado de un corset negro, no sólo le hace el amor a las tablas, sino que también hace gala de sus habilidades como performer, tanto de danza contemporánea como de vogue. Ante la mirada de los espectadores, Jango y Azul Norí refrendan el vínculo que lxs une; Dómina juega y le da un toque de fiesta a su escena con confeti, plumas y humor; Manzanita exhibe su flexibilidad y maestría en el pole dance, mientras que Purrlette, invitada especial desde la Ciudad de México, demuestra por qué es considerada una referente en el ballroom y el cabaret.

En este escondite anclado en las entrañas del centro de Mérida borbotea el deseo y la cachondería; ahí nadie te juzga si gritas, gimes o suspiras, al contrario, se te anima a hacerlo. Hay, sin embargo, una regla inamovible: puedes mirar y fantasear, a lxs vedettes les fascina ver rostros embelesados y dispuestos a hacer cualquier cosa por ellxs, pero la instrucción en voz de Coco es clara y firme: no tocar, a menos que lxs performers se acerquen a algún miembro de la audiencia para interactuar con ellos o pedir asistencia con su vestuario. De cualquier forma, la mayoría del show se desarrolla principalmente en el escenario de madera que de forma milagrosa soporta la intensidad y sensualidad de las escenas.

La atmósfera se mantiene calurosa pero respetuosa; los abanicos se abren para combatir el calor, aunque también son empleados para dejar de manifiesto el disfrute de la audiencia, una especie de saludo recuperado del vogue fem y la cultura ball. “Si no tienes abanico, también puedes tronar los dedos, bebé,” sugiere Coco, y la mayoría comienza a hacerlo, primero con cierta vacilación, que tiempo después se olvida. Los asistentes beben, comen y platican entre ellos durante los números y el intermedio, que da tiempo suficiente a lxs vedettes de preparar el segundo acto de este espectáculo que cumple sus objetivos: seducir, claro, y dar espacio a corporalidades y maneras diversas de experimentar el género.

Hay que destacar también la presencia de Tía Coño, la stage kitten, una figura de gran importancia en el burlesque encargada de ayudar a lxs performers con sus vestuarios, accesorios y utilería. La Tía Coño no se hizo desear y aprovechó unos momentos de protagonismo, animada por la banda, la conductora y una audiencia fascinada por su lencería rosa y guantes largos.
La velada concluye con un número colectivo, en el que lxs vedettes pasean por las sillas y mesas, seduciendo al público. Lxs seis suben a las tablas y contonean sus caderas, posan para la mirada de la audiencia, para el lente de la prensa, para quedar por siempre grabadx en la memoria del auditorio. En el escenario, ellxs hacen frente a una Mérida que es conservadora, clasista y patriarcal. Es, como mencionó Dómina en una entrevista pasada, una especie de huelga contra la situación actual del mundo y las represiones a la diversidad y la libertad.
Con Deseo veneno, el colectivo Yambao puso sobre la mesa voces y expresiones disidentes, y demostró que el cabaret existe, resiste y prospera, no sólo en la capital yucateca, sino también a nivel peninsular.
Edición: Estefanía Cardeña