La pandemia trastocó las investigaciones científicas: Matilde Jiménez Coello

El Centro fue uno de los pocos lugares que continuó funcionando pese a la contingencia
Foto: Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi

“Creo que toda esta emergencia sanitaria vino a modificar en gran medida desde la percepción, las necesidades y también los planes de operación de muchos lugares, incluyendo los entornos científicos”, reflexionó Matilde Jiménez Coello, directora del Centro de Investigaciones Regionales Hideyo Noguchi de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), al referirse a cómo la pandemia del Coronavirus COVID-19 vino a trastocar el entorno y las investigaciones científicas.

El Centro fue uno de los pocos lugares, sino el único, que no suspendió sus operaciones, y así lo explicó su titular: “cuando tenemos una fuente de financiamiento externa, sea nacional o internacional, también nos dan un cronograma y en este punto, cuando llegó la pandemia, esta fue una de las razones por las cuales el Centro a diferencia de otras facultades nunca suspendió sus actividades, porque tenemos áreas que están operando todo el tiempo”.

Áreas como la de Tecnología de la Información continuaron funcionando, “ya que la comunicación no se puede perder en ningún momento; tenemos un área en donde mantenemos animales, y ellos tienen necesidades todos los días, desde alimentación, mantenimiento y algunos ensayos que se estén conduciendo allá, o el preservar algunos patógenos que los mantenemos en modelos animales, esa es un área que nunca se detuvo, y evidentemente el área contable porque todos los compromisos desde proveedores, gastos operativos, incluso mucho de los proyectos se mantuvieron operando”.

Señaló que en el Centro hay 109 académicos en investigación, 88 profesores y 21 técnicos académicos, entre las dos unidades: biomédicas y de ciencias sociales, quienes además de su actividad esencial en investigación realizan docencia en las diferentes facultades de la Universidad, así como actividades de vinculación y tutorías (todas ellas se llevaron a cabo de manera virtual) y asimismo se integran a estudiantes de pregrado (servicio social, prácticas y tesistas de licenciatura) así como de posgrado (maestría, doctorado o pos doctorado) en sus sitios de trabajo para fortalecer las diferentes líneas de investigación y proyectos de desarrollo.

“Como dependencia, lo que se nos provee de manera sistemática es nuestro salario, y así mismo también la Universidad nos apoya con todo lo que es un recurso anual que permite la operación de los edificios donde laboramos, pero los fondos para llevar a cabo los proyectos deben obtenerse por fuera, es decir se necesita concursar por financiamientos externos para el desarrollo de las actividades de investigación, sobre todo aquellas que requieren la compra o adquisición de equipos, renovación de ellos, el mantenimiento de los mismos, la contratación de servicios externos especializados, incluso para la compra de consumibles, reactivos y materiales”, detalló la médico veterinaria.

De los entre 15 y 20 proyectos que estaba desarrollando el Centro, para ese entonces, la gran parte de ellos siguieron adelante, en tanto otros debieron solicitar prórrogas debido a las condiciones. Además, se iniciaron cinco proyectos para la atención de COVID-19 con financiamiento externo nacional, uno de vinculación, uno más se está llevando a cabo en colaboración con otra entidad par, de nuestro país, y está por iniciar un proyecto con financiamiento externo internacional.

“Nos avocamos a que todas las personas tuvieran las condiciones para poder operar o para dar cumplimiento a los compromisos que habían adquirido con sus diferentes instancias, es decir podría haber por ejemplo personas que tuvieran un proyecto aprobado por Conacyt, pero en este punto tenían diferentes condiciones porque hay algunos temas que pueden esperar y, a lo mejor, si voy a realizar salidas de campo, por ejemplo, al área de Calakmul, en este momento es una zona en donde puede haber riesgo de desplazamiento de los investigadores y de los estudiantes, y entonces estos grupos se comunicaron con la entidad financiadora del proyecto y explicaron que necesitaban una prórroga de cuatro meses o más en lo que esto se normaliza y en este punto pedían una autorización y se las daban”, indicó.

Comentó que un grupo, de neurociencias, tenía todo calendarizado y estaban por comenzar, desde el 17 de marzo hasta cuando llegaban hipotéticamente las vacaciones de Semana Santa, “por lo que todo ese grupo continuó laborando con todas las precauciones y premisas que conocemos hasta ahora y ellos pudieron dar continuidad a todo lo que tenían programado sin ningún problema”.

Reconoció que una de las fortalezas que tienen como comunidad “es que poseemos un conocimiento que nos permite poder operar aun con la presencia de un enemigo relativamente desconocido; esta no es la primera epidemia que nosotros afrontamos como grupo de académicos, por ejemplo el cólera, la influenza, que obviamente fue mucho menor, pero tenemos algunos profesores que han sido formados en áreas de niveles de bioseguridad tres y cuatro, que de alguna forma nos permite permear al resto de la comunidad sobre qué hacer”.

Los alumnos de tesis también siguieron concurriendo, “nosotros tuvimos esa apertura porque conocemos toda la disciplina que existe por parte de nuestra comunidad respecto a estos temas, y por lo tanto tenemos ese voto de confianza con nuestros mismos compañeros”.

 

El futuro de la ciencia

La también doctora en Ciencias Biológicas consideró que la inercia en el desempeño que traía la ciencia fue, “innegablemente disminuida por este cierre abrupto, y aunque nos hemos mantenido trabajando para cumplir con los compromisos, esta inercia se ha frenado, no es la misma dinámica”.

Opinó que deberá pasar entre año y medio y dos para volver a retomar el ritmo, ya que existen cuestiones externas “por ejemplo la emisión de las convocatorias no tiene la misma dinámica que tenía antes, y a partir de allí todos esos recursos que se nos ministran a través de la formalización de los proyectos que son aprobados se han retrasado; tenemos algunos que se compitieron hace un año y ni siquiera han dado resultados como producto de toda esta inercia de distanciamiento y complicaciones que se fueron dando al interior del Consejo mismo o instancias internacionales que están en una situación similar”.

Manifestó que un investigador se hallaba haciendo unas aproximaciones con enfermedades de tipo pulmonar y que ahora no podían los estudiantes hacer un chequeo de algunos de sus pacientes porque la probabilidad de que estos pudieran estar enfermos “no iba a ser necesariamente lo que ellos ya de por sí estaban estudiando, sino que ahora está el riesgo incrementado de que pueda haber infección por COVID-19, entonces este tipo de trabajos están detenidos”.

“Todo esto ha cambiado mucho las prioridades y la visión de muchos grupos de investigación, en algunos posiblemente creando escenarios que no imaginábamos hace seis meses”, concluyó.

 

Edición: Laura Espejo


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