Clases remotas detonan sedentarismo: Vanessa Pasos

Para la Segey, la actividad física no es tan significativa, señala sicóloga
Foto: Juan Manuel Valdivia

La modalidad virtual de clases a distancia implementada para este año escolar y el encierro debido al COVID-19 han colaborado para que el sedentarismo y los problemas emocionales hayan incrementado en niños y adolescentes.

Para la sicóloga Vanessa Pasos Pérez, quien supervisa cinco escuelas primarias públicas en el sur y poniente de Mérida, lo físico no es tan significativo para la Secretaría de Educación estatal (Segey), pero sí son más evidentes las consecuencias emocionales.

Con relación a la actividad física, indica, “en los recreos los niños salían a jugar y realizaban ciertas actividades físicas, si bien no de manera formal, sí era una parte que los mantenía activos y esa parte se está perdiendo”.

Agrega que pese a que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha incluido en el programa a distancia lo que se conoce como pausas activas, “a veces no se le da la importancia que realmente tienen".

“He visto en niños pequeños que si no son aficionados al deporte o no están motivados por la actividad en la televisión, y no quieren realizar los ejercicios, muchas veces los papás, para no discutir o para no perder tiempo en eso, le dicen ‘¿sabes qué?, no lo hagas’”, comenta.

Indica que el hecho de no motivar a los niños, a pesar de no estar en la escuela, para que realicen actividad física o tengan momentos recreativos conlleva a que pierdan el interés.

“Si de por sí antes ya le daban mucho peso al uso de la tecnología, ahora que es una necesidad y no solamente un gusto, es más fácil remplazar esa parte de la movilidad o actividad física por esa modalidad, lo que supone la falta de hábitos saludables”, puntualiza.

También, considera que al estar restringida la tecnología ni siquiera van al parque a jugar, lo que dificulta la actividad física.

Problemas emocionales

De los aproximadamente mil alumnos que concurren a esas cinco escuelas, “por lo menos el 50 por ciento vive una situación de ansiedad”. La especialista señala que suele trabajar con sus maestros por medio de cuestionarios, “los que son enviados a los padres de familia y están enfocados a situaciones emocionales o conductuales”.

Los padres refieren cambios en los horarios nocturnos, una variación en el sueño de los niños, en tanto los más pequeños, de primero a tercer grado, han presentado terrores nocturnos que no habían vivido previamente.

Pasos, quien también tiene una maestría en educación, detalla que esos terrores nocturnos derivan de situaciones que han ocurrido a la par de la pandemia, “por ejemplo cuando vino la primera tormenta tropical y que debido a las fuertes lluvias algunos debieron ir a refugios porque sus casas se inundaron”.

Además, los padres han reportado constantes cambios de humor, sobre todo en los preadolescentes: los jóvenes de sexto grado, quienes ya van a ingresar a la secundaria. “Han notado un cambio muy abrupto en su conducta, porque ya están cansados de la situación, por lo que buscamos estrategias para que los alumnos puedan aprender a manejar esto” explica.

Pasos Pérez opina que la causa de los cambios emocionales es multifactorial, “es el confinamiento, el aislamiento social, no hay una cuestión interactiva ni con la maestra ni con los compañeros, y también el papel que están jugando los padres porque tanto para niños como para adolescentes esta parte está siendo un poco confusa”.

“Ahora yo como mamá o papá estoy fungiendo como tu maestro o maestra, incluso hay papás que se expresan así cuando la realidad es que el papel del padre o madre debería ser como de un tutor o la parte que apoya esta situación educativa, porque al final el maestro sigue estando ahí y sigue teniendo esa figura”, refiere.

Sin embargo, la especialista reconoce que el padre a cargo del niño sufre también una situación de ansiedad o está cansado emocionalmente al estar al pendiente de las tareas.

“Todo esto se refleja tanto en la conducta del adolescente como del niño, porque la madre o padre de familia está estresado y de mal humor por cuestiones de la escuela y se la pasa regañando a su hijo, y el alumno responde de la misma forma convirtiéndose en una situación estresante, entonces la cuestión virtual, lejos de ser algo atractivo para el estudiante, se vuelve algo estresante”, manifiesta.

La sicológa aconseja que para hacer un poco más amigable este proceso de cambio, para los niños y adolescentes, es importante que los papas vayan estructurando nuevamente ciertas rutinas, para hacer crecer la confianza y seguridad en el estudiante. “Y, también, trabajar la empatía no solamente de los papás hacia el niño, sino de los papás hacia los maestros y viceversa”, concluye.

Edición: Ana Ordaz


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