Paul Antoine Matos
Foto:Alejandro Vázquez
La Jornada Maya

24 de diciembre, 2015

La cerveza y los cenotes tienen dos cosas en común, la primera de ellas es el agua con el que se producen las bebidas y que también se encuentra en los recintos sagrados de los mayas, la segunda similitud es Sergio Grosjean Abimerhi, un yucateco de 45 años que se encarga de investigaciones sobre la entidad.

Antropólogo, arqueólogo, espeleólogo, buzo, empresario, escritor, músico y pintor, en su juventud Sergio se convirtió en un entusiasta por la historia al conocer el Convento de Monjas, en el Centro Histórico de Mérida. Allí escuchó la leyenda urbana sobre la existencia de pasadizos que recorren el primer cuadro de la ciudad, e incluso uno que llega hasta Progreso, a 36 kilómetros de Mérida. Ese primer acercamiento histórico más tarde se convertiría en su tesis.

A los 16 años comenzó a bucear y se apasionó por conocer los cenotes de Yucatán y su historia, pero Sergio también era músico, con dotes para el piano y el violín, y deseaba realizar sus estudios en música.

Recuerda que al presentar su examen vocacional los resultados le indicaron que debía estudiar sicología, música o arquitectura. Pero “por azares del destino” –dice- terminó estudiando antropología social, una carrera a la que sus padres, empresarios, despreciaron por tener fama de albergar a “drogadictos y gente izquierdista, comunista”.

Sergio revela que en uno de sus primeros trabajos de campo en el sitio arqueológico Flor de Mayo, en el municipio de Kanasín, sus compañeros asistían al sitio y trabajaban bajo el sol, pero él decidió llevar una sombrilla, una nevera y una banca para sentarse.

Al notarlo, sus compañeros comenzaron a burlarse de él, comenta. Él les dijo que para trabajar en un sitio arqueológico no tenía por qué sufrir el sol y el calor, si hasta los expertos estaban cómodos cuando realizaban sus exploraciones. Horas después, sus compañeros le pidieron que compartiera el agua que tenía guardada en la nevera. Y en las expediciones siguientes, esa comodidad fue imitada.

Para concluir con sus estudios, deseaba realizar su trabajo de tesis sobre antropología subacuática, pero al carecer de asesores especializados, la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) le impidió realizarla. Por lo que decidió enfocarse en el antiguo Convento de Las Monjas, aunque estuvo cerca de no realizarla por los mismos impedimentos de la Uady.
Su tesis se convertiría años más tarde en el libro El Antiguo Convento de Monjas de Mérida la de Yucatán, aunque no encontró elementos que confirmen la existencia de los pasadizos que tanto le fascinaron de joven.

Sí confirmó la presencia de depósitos para alimentos y bebidas, al parecer utilizados por los colonizadores españoles.

Entre sus hallazgos arqueológicos destaca el haber descubierto, junto a un grupo de espeleólogos y buzos, armas utilizadas durante la Guerra de Castas, en el cenote Ziiz Ha del Convento San Bernardino de Siena, en Valladolid.

También ha colaborado con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en un proyecto para invertir recursos en humedales de los cenotes, con el que fue invitado a dar una conferencia en Baja California.

Una de sus principales preocupaciones es la falta de seguridad en los cenotes. Ha registrado cada uno de los fallecidos en estos cuerpos acuáticos desde el año 1997.

Hace énfasis sobre la falta de señalización en los cenotes y salvavidas que puedan asistir a quienes se vean en una situación de riesgo, e instó a los organismos gubernamentales a analizar la situación y crear proyectos que promuevan la seguridad.

Sergio y sus compañeros buzos se han encargado de realizar limpiezas en cenotes contaminados con basura, también protegen los vestigios arqueológicos que encuentran en cenotes y solicitan a pobladores de las comunidades cercanas impedir el acceso a personas ajenas a ellos, para evitar saqueos.

Cuando le ha tocado accidentarse en algún cenote o es amenazado de muerte por denunciar saqueos a zonas arqueológicas se replantea su labor allí, y cuestiona lo que hace, pero recuerda que le ha dejado una gran satisfacción el ser capaz de hacer tantas cosas.

“Trato de estar siempre en movimiento” dice, en su oficina rodeado de sus pinturas, sus libros y su traje de neopreno; expresa su mentalidad de aprender y aprovechar el mayor tiempo posible que tiene en su vida.

[h2]Anécdotas de cantinas meridanas[/h2]

Su mayor éxito como escritor fue el libro [i]Anécdotas de las cantinas de Mérida[/i] –cuya segunda parte será presentada en enero- en donde narra las historias de las cantinas de la capital yucateca.

Su intención al momento de documentar los testimonios fue presentar los personajes interesantes que acudían a los establecimientos, que eran un centro de reunión en el que se “han cocinado muchas historias que no suceden en otras partes”.

“En una cantina, en un mismo techo pueden haber ricos, pobres, gordos, flacos, mendigos, millonarios, intelectuales, ignorantes y todos convergen en un mismo lugar” dice Sergio. “En las cantinas se han cocinado cambios políticos, negociaciones importantes”.

Recuerda que en una ocasión se encontraba en una cantina y su esposa lo invitó a un restaurante lujoso de Mérida. Al ir al lugar su hermano le cuestionó sobre su afición por las cantinas, las señaló como lugares de mala muerte, asquerosas, en los que se arman los golpes.

Justo cuando su hermano le recriminaba sobre las disputas que se presentan en las cantinas, en el restaurante lujoso un par de personas de la clase alta comienzan a pelearse, narra.

“Nunca en mi vida he visto golpes en una cantina” dice Sergio, que asegura haber ido desde las cantinas más elegantes hasta las más andrajosas.

Sobre su libro de las anécdotas de las cantinas le han hablado de diversas ciudades de México, incluso desde Estados Unidos, España y Francia han solicitado su libro.

[h2]Las otras facetas de Sergio Grosjean[/h2]

Además de ser un antropólogo, espeleólogo y aficionado a las cantinas, Sergio se ha convertido en un empresario y un pintor.

En su oficina combina estas dos facetas con sus otras pasiones. En las paredes están colgadas las portadas de los libros que ha escrito y los cuadros que él mismo ha pintado y reflejan la sociedad maya.

Para crear sus pinturas debe investigar a profundidad los temas en libros y otros escritos. Incluso llegó a ilustrar un libro para niños que escribió, el cual presenta la historia de un grupo de boy scouts en Chichén Itzá, quienes aprenden sobre la cultura maya.

Para la creación de ese libro para niños, El misterioso mundo del Mayab, Sergio se basó en una investigación que realizó para una colaboración de un filme, que aún no ha visto la luz.

Como empresario, Sergio es propietario de la tienda La Casa del 14 “U yotoch 14”, en la cual vende artesanías creadas por yucatecos que no pueden presentar sus trabajos por otros medios.

Con su experiencia, Sergio Grosjean ha encontrado miles de historias para contar sobre Yucatán, sus cenotes, su arquitectura, sus habitantes, su cerveza y su colorido cultural, historias que son plasmadas en sus pinturas y libros.


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