Entrevista con Lorenzo Hagerman

Texto y Foto: Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

22 de diciembre, 2015

El que proyectos culturales como La Casa de la Cultura Elena Poniatowska, o La 68, no sean contemplados en los fondos que otorga el Estado perjudica la promoción del arte, ya que este tipo de lugares son promotores de la creatividad y son el enlace entre artistas y público, manifestó el cineasta Lorenzo Hagerman, destacado por sus labores en fotografía cinematográfica.

La 68 cerró sus puertas el miércoles pasado, tras el poco apoyo de las autoridades, la baja asistencia del público y el alto costo del mantenimiento. Hagerman expresó, en entrevista con La Jornada Maya, que los fondos públicos que aportan dinero están enfocados en los festivales de cine, los cuales son incapaces de tener el alcance que pretenden.

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) sólo da a los festivales dinero en grandes cantidades, las cuales son lógicas porque requieren de un gran equipo de trabajo, pero ese recurso que dan es mucho mayor a lo que requiere la operación de las salas de cine como La 68, expresó.

Indicó que de 90 festivales cinematográficos que se realizan en el país, apenas un puñado tiene una verdadera proyección internacional. Sin embargo, los proyectos culturales como La 68 carecen de los apoyos necesarios, a pesar de que en esos lugares se promueve la cultura, agregó.

“Los ojos se enfocan a los grandes eventos y los momentos donde se concentra, pero no se enfocan a los lugares que se mantienen durante todo el año y se convierten en el escaparate para que el público reciba el cine y la cultura”, manifestó.

Declaró que “no es lo mismo hacer una película como una casa productora, que es una empresa temporal que genera un producto, a un lugar que debe mantenerse a diario”.

Aceptó que la situación es preocupante, pero no es sorprendente, ya que los fondos públicos o de patrocinadores no son garantía para que participen las casas de cultura, por lo tanto es difícil que subsistan. Las instituciones de cultura del municipio y del estado debieron haber tenido respuesta hace tiempo, agregó.

Consideró que una participación pública del 30 por ciento permitiría la posibilidad de mantener a los espacios culturales, sin embargo fondos como el EFICINE están diseñados para la publicidad, propaganda y parte operativa, más no para adquirir activos que permitan ampliar a más salas o comprar nuevos proyectores.

“Si algo se deberían preocupar los institutos y los organismos públicos que se dedican a promover la cultura es en el último paso de la distribución, ese momento en el que el público se enfrenta al arte para que se mantenga vivo. De lo contrario, todo el esfuerzo que hay detrás se desperdicia. ¿De qué sirve que se produzca si después no llega”, cuestionó el cineasta.

Resaltó que La 68, como otros espacios similares, se convirtió hasta el final de sus días en un escaparate para artesanos, diseñadores y literarios, por lo que el objetivo era sembrar público. “La 68 amplió el marco y el perfil del público consumidor de cine y de cultura, eso fue un logro”, añadió.

Mencionó que el cine independiente y documental no sería observado, de no ser por lugares como ese, donde un tercio de la programación de La 68 era de producciones mexicanas; “el único lugar de la península de Yucatán donde se podían ver”, expresó.

Hagerman consideró que la creación de una Secretaría de Cultura a nivel federal tendrá que atender a los grandes vacíos en la falta de apoyos dedicados, pensados y diseñados para la exhibición.

[h2]Cine con valor agregado[/h2]

El artista señaló que el cine comercial y el independiente son “dos mundos distintos”, los cuales se manejan de manera diferente desde su concepción, pasando por la distribución, hasta llegar a la proyección.

Por ello, el cine mexicano actual abarca “tantas cosas distintas, por lo que es difícil dar una fotografía general”. Aunque, comentó, en los últimos años se ha posicionado bien, pero se enfoca en hacer taquilla, no se interesa en renovar el lenguaje o la calidad.

Sin embargo, también hay quienes han logrado destacar, los cuales son respetados en el mundo y capaces de figurar en los principales festivales, dijo. “Es un buen momento para los cineastas mexicanos”.

Consideró que la experiencia de ir al cine está en una crisis, debido a que los centros comerciales con salas lo último que ofrecen es un lugar de convivencia, lo que hace que los grandes consumidores sean los jóvenes.

Aseguró que la experiencia de ir al cine debe tener un valor agregado, lo cual puede ocurrir con cena al aire libre en un lugar de encuentro que haces tuyo.