Jafet Kantún
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Domingo 30 de diciembre, 2018

La quema del “viejo” es una tradición de gran espíritu familiar que se realiza durante los primeros minutos de enero de cada año.

Símbolo del año que acaba de concluir, tiene diversos significados en cada familia. Desde despedidas y recuerdos del año pasado hasta los deseos o metas del periodo entrante, pedir por los seres queridos, pasar momentos de convivencia o dar alegría a los más pequeños.

“Nos gusta mucho. Más que nada es para convivir con la familia, divertirnos, meter relajo, porque al hacer el muñeco les dibujamos algo en la cara, una cara graciosa. Nos la pasamos muy bien, como que lo queremos seguir conservando porque es un momento especial con la familia”, relató María de la Luz Chi Kuk, mujer de 17 años quien dijo, desde que tiene memoria su familia siempre ha seguido la tradición.

“Estando allá armándolos empezamos a recordar todo lo que pasamos en el año y a veces nos ponemos a plantear nuevas metas, las cosas que queremos hacer en el nuevo año y pedir por lo que queremos y nuestros seres queridos”.

En la colonia Esperanza, William Pérez Ávila sigue la tradición que comenzaron sus padres, hace ya más de 40 años. Comenzó como una celebración familiar, pero debido a que su casa es también una tienda, el muñeco de periódico llamó más la atención. Ahora algunos vecinos dan dinero o explosivos para ayudar a realizar la quema del viejo y después todos tienen un espacio en su casa para festejar, contó.

“Con los nietos, los más chicos vienen a ver que se arme el viejo. Un día antes en la noche vemos la cena, el pavo, lo que se va a hacer. Se hace el pavo en la noche del día 30 y al mismo tiempo se está armando el viejo. Cuando amanezca ya está formado el viejo y lo sentamos en la puerta”.

El costo de los monigotes varía, ya que casi todo el gasto se va en la pirotecnia que cada persona decida ponerle a la figura. “fácil gastamos hasta 450 pesos”, “entre dos mil y dos mil quinientos”. “A veces hasta menos, no sale tan caro porque los primitos o la familia regalan las bombitas”, “para que salga chido, unos 2 mil pesos”.

Los materiales con los que se elaboran los años viejos no implican gastos para sus fabricantes, ya que se suelen hacer de materiales que uno encuentra fácilmente o de desperdicios. “Los hacemos de paja, de zacate, de bolsas de sabritas”, “de periódico, ropa que ya no sirva y un sombrero antiguo”.

Aquellos que ya sea por motivos económicos o de tiempo no arman su “viejo” pueden conseguir una de las miles de piñatas con forma alusiva que se venden en varios puntos de la ciudad.

Mucho más económicas, las piñatas van desde los 35 pesos hasta los 200. Con figura también de “viejo” son populares entre los meridanos; se venden hasta 50 piñatas por día en un solo establecimiento, según contaron vendedores de las mismas ubicados en el primer cuadro de la ciudad.

Con incierto origen, esta práctica de no más de trescientos años de antigüedad es ampliamente difundida por América.

En la capital yucateca es común apreciar las figuras en las puertas, acostados en los muros o hasta sentados en sus sillas desde uno o dos días antes al cierre del año; todos esperando el mismo fin, ser detonados hasta su incineración para dejar atrás un año de vivencias.


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