La lenta reactivación económica y la poca afluencia turística que Campeche ha tenido en los últimos dos meses desde que la alerta cambió a verde, de acuerdo con el semáforo epidemiológico nacional, ha obligado a restauranteros de diversos municipios a arriesgarse a ser multados debido a la venta ilegal de bebidas alcohólicas, así como la realización de comidas multitudinarias esporádicas.
Principalmente en Carmen, Champotón y Campeche es donde hay una mayor coincidencia empresarial en este proceso irregular, ya que dueños de restaurantes locales y gerentes de cadenas señalan que las medidas restrictivas en cuanto al aforo, la venta de bebidas alcohólicas y los horarios, los obligan a buscar alternativas que no son legales.
De manera anónima un empresario destacó que sólo con las ventas del día y respetando las medidas recomendadas por las autoridades de salud no da para sostener una empresa del ramo de alimentos y bebidas, ya que los impuestos sumados a los gastos corrientes como energía eléctrica, gas y principalmente la nómina, hace que los gastos sean mayores a los ingresos.
“No podemos subir nuestros precios cuando sabemos que hay poca gente viajando, peor aún, no voy a subir mis precios cuando mucha gente nos conoce y va a pegar el grito al cielo cuando vea que los ajusté, por eso es que he escuchado que algunos compañeros han implementado códigos para vender alcohol fuera de horario e incluso algunos con espacios privados hacen reuniones con un mayor aforo al permitido”, relató.
En Champotón sucede igual que en la capital, es un municipio conocido por su galería de restaurantes situados en el malecón de la ciudad y donde así como entran viajeros y camiones de carga, salen directo para continuar su camino a Campeche o al resto de la Península de Yucatán, pues es un paso obligado.
Ahí una empresaria señaló que es difícil mantener a su gente, incluso admitió que tuvo que recurrir al recorte de personal para mantener las puertas de su negocio abierto. Primeramente dijo que cerró los meses cuando la pandemia atacó fuerte al estado, cuando comenzó a bajar la incidencia positiva checó sus números y le vino la idea de recorte de personal.
Tras siete meses sin operar, cuando les notificaron que podían abrir con medidas de sanidad, la decisión ya está tomada y tuvo que quedarse con la mitad del personal, y volverá a contratar cuando todo mejore, “Pero de continuar así con estas medidas, llevará mucho tiempo poder recontratar a nuestro personal, esperando a no caer en mañas como aplican otros restaurantes”, finalizó.
Edición: Elsa Torres
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