En una zona al norte de Chile se ubica un sitio reconocido como Patrimonio Mundial por la Unesco debido a que posee la evidencia arqueológica más antigua conocida de la momificación artificial.
Los habitantes de lo que ahora es Faldeos del Morro, Museo Colón y la desembocadura del Río Camarones vivían entre momias en un terreno árido perteneciente al desierto de Atacama.
Hace aproximadamente 5450 a.C. hasta 890 a.C la Cultura Chinchorro fue fundada por cazadores recolectores marinos, quienes estaban acostumbrados a convivir con los cadáveres.
Los chinchorro fueron perfeccionando sus prácticas funerarias y contaban con cementerios que resguardaban cuerpos momificados tanto artificialmente como naturalmente.
“Desmembraban y volvían a ensamblar sistemáticamente cuerpos de hombres, mujeres y niños fallecidos de todo el espectro social para crear momias ‘artificiales’”, explica la Unesco.
Cabe destacar que estas momias tenían cualidades materiales, escultóricas y estéticas que hasta ahora son reconocidas por su complejidad.
El proceso de momificación que usaban los chinchorro es incluso más antiguo que el de las momias egipcias.
Científicos reconocen que las momias de la Cultura Chinchorro son verdaderas obras de arte y por su colocación tan cerca de los lugares donde vivían las personas se estima que eran parte de la vida comunitaria o familiar.
La Cultura Chinchorro se considera desaparecida, pero el legado se encuentra en uno de los desiertos más secos del mundo, cuyas condiciones permiten la preservación del material arqueológico.
La Universidad de Tarapacá trabajó durante varios años en el reconocimiento de la Unesco para preservar y difundir esta cultura y su relación con la muerte.
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La Jornada
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