Un pequeño convoy cruzó el jueves desde Turquía hacia el noroeste de Siria, una zona controlada por rebeldes, con medicamentos, mantas, tiendas de campaña y kits de refugio de la ONU que se necesitaban con urgencia. Son los primeros auxilios que llegan al enclave, tres días después del devastador terremoto que mató a miles de personas.
Antes del convoy de seis camiones, los únicos que cruzaban Bab al-Hawa, en la frontera entre Turquía y Siria, eran personas que llevaban cuerpos de víctimas del terremoto: refugiados sirios que huyeron de la guerra en su país y se establecieron en Turquía, pero fallecieron en el terremoto de magnitud 7.8 del lunes. Los sobrevivientes, llorando, llevaban los restos de sus seres queridos envueltos en sábanas, mientras otros esperaban en el lado sirio para recibirlos.
Incluso antes de que el terremoto causara estragos en ambos lados de la frontera (el número de muertos el jueves superó los 19 mil), el enclave sirio de 4.6 millones de personas estaba plagado de miseria extrema, muchos vivían en campamentos para desplazados y dependían de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Bab al-Hawa es el único cruce que la ONU puede usar para entregar ayuda al enclave desde Turquía. Pero el caos que siguió al terremoto, las carreteras dañadas y los montones de escombros alrededor del cruce impidieron a la ONU entregar ayuda.
Según los informes, grupos de ayuda más pequeños han llevado algo de ayuda a través de otros cruces fronterizos, pero los funcionarios de la ONU se han mostrado reacios a romper el protocolo.
La ayuda transfronteriza tiene una carga política, ya que el gobierno sirio y su principal aliado, Rusia, quieren que las entregas al enclave sean desde Damasco, la capital siria, en lugar de Turquía. Los funcionarios de Damasco insisten en que están listos para distribuir la ayuda en todas partes de Siria, pero los críticos dicen que el gobierno del presidente Bashar Assad tiene un historial de bloquear o desviar la ayuda destinada a las áreas controladas por los rebeldes.
“Assad tiene una larga historia de politizar la ayuda, desviarla a sus partidarios o venderla en el mercado negro”, dijo Karam Shaar, académico no residente del Instituto de Medio Oriente.
Los equipos de rescate locales dicen que el retraso en la ayuda costará más vidas. La falta de maquinaria pesada y otros equipos obligó a los rescatistas a retirar los escombros con lo que tenían, incluso con sus propias manos.
No llegó lo más básico
Entre críticas a que el envío no incluye comida ni maquinaria para las labores de rescate, que los socorristas locales llevan a cabo con muy pocos recursos.
Un responsable del cruce de Bab al Hawa que pidió el anonimato aseguró a EFE que el convoy no transportaba alimentos, agua ni materiales médicos, ya que se trata de un envío rutinario de las Naciones Unidas cuya llegada había quedado pospuesta a causa de los seísmos.
Los Cascos Blancos, un grupo de rescatistas que lidera las operaciones en las zonas opositoras y que ha alertado reiteradamente de la falta de maquinaria para el desescombro, entre otros materiales, lamentó que el cargamento no incluyese tampoco "equipamiento especial para los grupos de búsqueda".
"Esto nos hace sentir una gran desilusión, en un momento en el que lo que más necesitamos es equipamiento que nos ayude a salvar vidas de debajo de los escombros", denunció en su cuenta de Twitter la organización, que estima que todavía hay "cientos" de atrapados.
Los materiales fueron enviados desde un almacén de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la localidad turca de Gaziantep, el principal núcleo para la ayuda al noroeste de Siria y que también ha sido fuertemente golpeado por los seísmos.
La OIM confirmó en un comunicado que los camiones llevaban a bordo principalmente materiales de refugio y artículos de primera necesidad, con los que esperan ayudar a unas 5.000 personas en estos bastiones opositores con una población de más de 4 millones de personas.
La gran mayoría de los residentes en estas zonas ya precisaban asistencia humanitaria antes de la catástrofe, que ha sumado a sus desgracias 1.970 muertos, casi 3.000 heridos y 418 derrumbes totales a poco de que Siria cumpla doce años sumida en la violencia y el conflicto el mes próximo.
Otros puntos de acceso
Los retrasos en la llegada de ayuda a Idlib y Alepo han vuelto a poner sobre el tapete las limitaciones que presenta el mecanismo de las Naciones Unidas para el envío de asistencia a las zonas opositoras del país sin pasar por las manos del Gobierno de Bachar al Asad.
En 2014, con la guerra en pleno auge, el Consejo de Seguridad aprobó la utilización de dos pasos fronterizos con Turquía, uno con Irak y otro con Jordania para estos fines, pero en la actualidad solo permanece activo el cruce de Bab al Hawa debido a los vetos de Rusia, aliada de Damasco.
Su oposición hace que la continuación del mecanismo tenga ser sometida a votación en el órgano cada seis meses, o en el mejor de los casos, una vez al año.
La única otra alternativa para suministrar al noroeste son los denominados envíos "translineales" desde áreas en manos del Gobierno de Al Asad, una opción que presenta muchas limitaciones y que la ONU planea utilizar para al menos un convoy de ayuda en los próximos días.
Hoy mismo, el secretario general de la ONU, António Guterres, respaldó la idea de que el Consejo de Seguridad considere abrir más cruces fronterizos entre Turquía y las zonas de Siria bajo control rebelde, un plan ya propuesto ayer por la Secretaría General del organismo.
Algunas ONG han demandando también más vías de entrada a Idlib y Alepo, que podrían ser accesibles de forma directa a través del cruce de Bab al Salam, en la divisoria turca y cerrado en los últimos años a consecuencia de la campaña rusa en el órgano de las Naciones Unidas.
Por ahora, también han fracasado los intentos de las autoridades kurdas del noreste de Siria, zona que apenas se ha visto afectada por los seísmos, para hacer llegar suministros al noroeste, controlado por una miríada de grupos rebeldes enemigos de los kurdosirios.
Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdos, denunciaron hoy en un comunicado que durante los últimos cuatro días las milicias apoyadas por Turquía han estado bloqueando el paso a sus convoyes con destino a Afrín, en Alepo, y a Idlib.
Pese a las limitaciones, la entrada del convoy de hoy ha dado esperanzas de que pronto comience a entrar ayuda específica para el terremoto, una idea alentada por el enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, quien hoy indicó que "obviamente" después de estos camiones vendrán otros.
Edición: Ana Ordaz
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