Si se considera que hay 110 millones de habitantes en Filipinas, no resulta realista pensar que absolutamente todos son aficionados al basquetbol.
“Pero el número está muy cerca”, consideró Tim Cone, el principal entrenador profesional en el país. Y eso no sería una exageración.
El mundial de basquetbol comienza el viernes, diseminado en tres naciones -Filipinas, Japón e Indonesia-. La sede principal será Manila, donde se realizarán los partidos que repartirán medallas a comienzos de septiembre. También en Filipinas se llevarán al cabo todos los encuentros de Estados Unidos, el gran favorito.
La selección mexicana está ubicada en el Grupo D junto con Lituania, Montenegro y Egipto. El primer choque del Tricolor, ante Montenegro, está programado para las 2:45 de la mañana del viernes (en el centro de México). El conjunto que dirige Omar Quintero vuelve a una justa mundialista luego de nueve años y busca una plaza para los Juegos Olímpicos.
En Filipinas los aficionados han esperado durante años esta oportunidad de ver a algunos de los basquetbolistas más famosos en plena competición.
“Es algo muy grande, el que los jugadores vengan acá, a diferencia de China. Todos van a China”, dijo Íñigo Herrera, de 25 años y quien trabaja en ventas para el negocio de su familia en Manila. “Para nosotros, esta es una oportunidad única en la vida".
"Si esta es la primera vez que vienes a Filipinas y paseas por ahí, verás chicos jugando basquetbol por todos lados.”
Los estadunidenses llegaron el martes por la mañana a Manila. Los recibieron en el aeropuerto funcionarios locales y organizadores del torneo.
Numerosos fanáticos en motocicleta saludaron el paso de la caravana de autobuses. Otra multitud esperaba a la selección en su hotel.
Herrera figuró entre quienes acudieron al vestíbulo tan sólo para echar un vistazo a los basquetbolistas norteamericanos.
“Siento un vacío en el estómago”, dijo RJ Tan, amigo de Herrera, mientras sostenía un jersey de Anthony Edwards. Faltaban varios minutos para que los estadunidenses pasaran frente a él, en su camino hacia los ascensores que llevan a las habitaciones, luego de unas 10 horas de vuelo desde Abu Dabi.
El país sede, que declaró el viernes una fiesta nacional que implica el cierre de escuelas y de algunos negocios por el comienzo del mundial, participa en el torneo y quiere hacer historia. Aunque hay pocas posibilidades de un milagro filipino, hay un esfuerzo por reunir al menos a 32 mil 617 espectadores en el primer encuentro del equipo nacional en la competencia, y por romper el récord de asistencia en un mundial, impuesto en Toronto 1994, cuando Estados Unidos arrolló a Rusia en la final.
“Tuve la suerte de visitar Manila en 1996”, señaló Grant Hill, jefe administrativo de la selección estadunidense. “El amor por este deporte ahí es absolutamente increíble”.
La semana pasada, se le preguntó a Andreas Zaglis, secretario general de la FIBA, sobre las grandes emociones expresadas por los filipinos ante el mundial.
“No han visto nada todavía”, fue su respuesta.
El basquetbol es una pasión en Filipinas. Hay unas 25 mil canchas techadas en el país e incontables más al aire libre. Están por doquier, incluso con aros hechos de alambre de púas en algunos lugares.
La tienda de la NBA en internet puede enviar artículos a 215 ciudades y provincias en Filipinas. No hay un lugar en esa lista donde la liga no haya tenido un comprador de un jersey o de algún otro artículo oficial. “Es el deporte número uno del país, y definitivamente uno no puede decir eso del basquetbol en Estados Unidos o en otro lugar”, dijo el entrenador del Heat de Miami, Erik Spoelstra, asistente de la selección este verano y una especie de héroe nacional en Filipinas.
La madre de Spoelstra es filipina.
Cuenta la leyenda que algunos profesores estadunidenses trajeron el basquetbol a Filipinas por primera vez en los albores del siglo XX. De inmediato, el deporte se arraigó aquí.
A diferencia de otras partes de Asia, donde el beisbol o el futbol reinan, el basquetbol no tiene rival en Filipinas. Sólo le ha hecho competencia en años recientes el boxeo y eso por Manny Pacquiao, ganador de 12 títulos mundiales en ocho categorías distintas.
Edición: Emilio Gómez
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