Parte de la razón por la que ni Israel ni Hezbolá están usando la palabra “guerra” es porque ambos esperan lograr sus objetivos sin desencadenar un conflicto más severo, o ser culpados de uno.
“Aunque las tensiones van en aumento, la situación en el sur del Líbano no es la de una guerra a gran escala, ya que tanto Hezbollah como Israel esperan utilizar medios limitados para presionar el uno al otro”, dijo Lina Khatib, experta en Oriente Medio en la Chatham House, un centro de estudios internacionales con sede en Londres.
Con sus ataques con cohetes y drones, Hezbolá espera presionar a Israel para que pacte un cese del fuego con Hamas, un grupo armado palestino respaldado por Irán.
Hezbolá ha dicho que pondría fin a los ataques si hubiera una tregua en Gaza, pero las perspectivas de un acuerdo de este tipo parecen remotas.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha prometido hacer lo que sea necesario para detener los ataques y que los israelíes desplazados puedan regresar a sus hogares.
“Creo que los israelíes están tratando de decirle a Hezbollah, ven a la mesa de negociaciones y resolveremos esto de forma diplomática, o te arrinconaremos hasta que reacciones de manera exagerada”, dijo Krieg. “Y esa será la guerra total”.
¿Cómo sería una guerra a gran escala?
Hasta hace poco, los expertos coincidían a grandes rasgos en que cualquier guerra futura entre Israel y Hezbolá se parecería a la que libraron en 2006, pero mucho, mucho peor.
Durante años, las autoridades israelíes advirtieron que en cualquier guerra futura con Hezbolá, el ejército cobraría un alto precio para el propio Líbano, destruyendo infraestructura crítica y arrasando los bastiones del grupo islamista. Esto llegó a ser conocida como la Doctrina Dahiyeh, llamada así por el densamente poblado distrito del sur de Beirut, donde el grupo político-paramilitar está afincado, y que sufrió una gran destrucción en 2006.
Hezbolá, por su parte, pasó años ampliando y mejorando su arsenal, y se cree que tiene unos 150 mil cohetes y misiles capaces de alcanzar cualquier parte de Israel.
La escalada militar y las amenazas crearon una situación de disuasión mutua que mantuvo la frontera prácticamente en calma desde 2006 hasta octubre del año pasado. La mayor parte del último año, la región se ha preparado para lo peor, pero ambas partes han mostrado moderación, y las conversaciones sobre una “guerra total” han sido hipotéticas.
Esto podría cambiar en cualquier momento.
“Hemos subido un escalón, pero aún no hemos llegado al ático”, dijo Uzi Rabi, director del Centro Moshe Dayan de Estudios de Oriente Medio y África de la Universidad de Tel Aviv. “Al final, no veo que vaya a haber alternativa alguna a una operación terrestre”.
¿Es una guerra si hay una invasión terrestre?
Cualquier decisión israelí de enviar tanques y soldados al sur del Líbano marcaría una importante escalada y llevaría a muchos a catalogar el conflicto como una guerra. Pero las dos cosas no siempre van de la mano.
Israel declaró oficialmente la guerra en Gaza casi tres semanas antes de enviar fuerzas terrestres. Las fuerzas terrestres israelíes llevan décadas operando en Cisjordania —territorio ocupado por Israel— y en los últimos meses han lanzado ataques aéreos rutinarios contra milicianos, sin que nadie sugiera que se trata de una guerra.
Una incursión terrestre limitada por parte de Israel aún podría dejar espacio para que ambas partes retrocedan.
Obviamente, Líbano probablemente vería una invasión terrestre como una violación flagrante de su soberanía y un acto de guerra. Beirut ya acusa a Israel de violar rutinariamente su espacio aéreo y de ocupar territorio en disputa a lo largo de la frontera.
De hecho, los dos países están oficialmente en guerra desde 1948.
Edición: Fernando Sierra