Durante 14 meses, un equipo de más de 80 ingenieros, agrimensores, restauradores, arquitectos y arqueólogos han trabajado arduamente para proteger parte de uno de los sitios más importantes y antiguos de México, el complejo del Templo Mayor, que los aztecas creían que era el centro de la universo.
Un techo que cubría la Casa de las Águilas, parte de este sitio de 500 años de antigüedad, se derrumbó en una tormenta en abril pasado bajo el peso del granizo y la lluvia. Solo causó daños menores, pero dejó al equipo luchando para proteger el sitio en el centro del distrito histórico del centro de la Ciudad de México.
Tendrían que evitar construir nuevas vigas de apoyo que dañen el frágil piso prehispánico, y hacerlo todo en medio de una pandemia.
Comenzaron la mañana después de la tormenta.
“Y de ahí en adelante no paramos”, dijo Mariana Díaz de León Lastras, jefa del departamento de restauración del museo Templo Mayor. "Es una responsabilidad muy grande".
El instituto de antropología e historia de México, INAH, supervisó el proyecto, incluido el complicado proceso de retirar el techo derrumbado sin dañar las ruinas.
“Todo se hizo desde la calle gracias a una grúa que fue autorizada por la Ciudad de México para entrar”, dijo Patricia Ledesma Bouchan, directora del museo Templo Mayor.
Para trabajar con seguridad sobre el sitio, el equipo construyó un piso de madera, con espacio para ventilación para evitar el crecimiento de hongos, sobre el piso original, que los aztecas construyeron usando estuco, una combinación de cal y una sustancia viscosa del nopal.
“Es como un agente impermeabilizante orgánico”, dijo Ledesma.
Incluso mientras el equipo trabajaba en un techo nuevo, con no más de 20 personas presentes a la vez para cumplir con las regulaciones de Covid-19, tuvieron que revisar y mantener constantemente la estructura original debajo. Para ello, construyeron puertas y ventanas en el piso de madera, dándoles vistas al sitio de más de 500 años de antigüedad.
El impacto del cambio climático -una temporada de lluvias más larga y extremos más agudos de calor y frío- son factores que también tuvieron que ser considerados para el nuevo techo, con protección esencial para los coloridos murales que son vulnerables al sol.
"Estos cambios bruscos de temperatura, estas fluctuaciones muy, muy grandes, son las que pueden dañar las características", dijo Díaz de León Lastras.
Además del nuevo techo sobre la Casa de las Águilas, el equipo apunta a reforzar y mejorar otras tres cubiertas en el sitio este año.
Edición: Emilio Gómez
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