Decíamos que los Días Internacionales declarados por Naciones Unidas tienen la finalidad de llamar la atención sobre problemas no resueltos y solicitar a los gobiernos la puesta en marcha de políticas públicas para atenderlos. Buscan además sensibilizar a la ciudadanía sobre cuestiones de medio ambiente, derechos humanos, educación, cultura y salud. Uno de esos días, es el 8 de junio, Día Mundial de los Océanos que empezó a celebrarse hace poco más de una década, en 2008. Este año está enmarcado en el Decenio de Ciencias Oceánicas y su tema es Las corrientes están cambiando. Uno se preguntaría “¿y eso qué?” o cómo decimos en yucateco “y eso, de qué te toca?”
Algunos datos
El océano cubre la mayor parte de la superficie de la Tierra y nos ofrece múltiples servicios. Ellos regulan el clima, son el verdadero pulmón de la Tierra generando hasta 85 por ciento del oxígeno y 60 por ciento de nuestras proteínas. De los Océanos se obtienen ya algunos medicamentos; antibióticos, anticancerígenos y analgésicos. Generan además economía y empleos. Para 2030, habrá 40 millones de trabajadores en actividades relacionadas con los océanos.
A pesar de todos sus beneficios, las actividades humanas han impactado severamente a los Océanos, sus ecosistemas y su biodiversidad. Así, tenemos que 90 por ciento de las grandes especies marítimas están mermadas. Como muestra un botón, cada vez más difícil de conseguir mero fresco a pie de playa en Yucatán. 50 por ciento de los arrecifes de coral destruidos. Los océanos se están acidificado afectando la calcificación de corales y moluscos al absorber la gran cantidad del CO2 producidas por el hombre.
Además, las actividades humanas han provocado que los mares y océanos se estén calentando y con ello, se modifica el clima de la Tierra. Para empezar, hay que señalar que el mar y la atmósfera están interconectados y que el cambio climático afecta a ambos, siendo los océanos los que absorben 93 por ciento del calor adicional almacenado en tierra, mar y aire. Este calentamiento afecta tanto las aguas superficiales como las profundas. Ese intercambio de calor entre océanos y atmósfera provocado cambios en los vientos, afectando las corrientes y el oleaje. Por otra parte, el nivel del mar está subiendo y para 2100 se prevé 1 m de elevación con respecto a los 90’s, con inundaciones a las comunidades costeras y pérdida de litoral por erosión. Esto ya lo estamos viviendo a pasos agigantados en Yucatán, donde vemos casas derruidas, costaleras y piedras tratando de salvar su patrimonio.
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Por otra parte, el exceso de nutrientes y la falta de oxígeno en el agua de los océanos están aumentando la estratificación del agua y reduciendo la mezcla de aguas, modificando las corrientes ascendentes y afectando a las especies. El efecto del exceso de nutrientes y materia orgánica, ya lo vemos en Yucatán, recordemos la Marea roja del año pasado que dejo el mar color chapopote y una mortandad jamás vista de especies marinas. Las corrientes marinas son movimiento de agua en una dirección producida por diferencia de temperaturas o mareas. Causadas por el viento, la rotación de la Tierra que transporta el agua fría del fondo hacia la superficie, llevando nutrientes que servirán de alimento al plancton y éste de alimento a la cadena trófica. Además, las corrientes influyen en los climas trasladando grandes cantidades de calor de las zonas ecuatoriales a las polares. Así las corrientes atmosféricas con las marinas son las responsables de que las diferencias térmicas de la Tierra no sean tan fuertes como las que se darían en un Planeta sin hidrosfera.
Con esta contribución, el lector tiene información para entender “de qué nos tocan los océanos y sus corrientes marinas”. Gobierno, empresas y ciudadanos tenemos que reducir las emisiones de CO2 y contaminación de los Océanos, en la medida que la vida del Planeta Tierra depende de ellos. Son los Océanos y sus corrientes que permiten la vida en la Tierra.
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Edición: Emilio Gómez
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