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Vamos a la peni

Cauces del tiempo
Foto: Carlos Avendaño

El 23 de diciembre de 1923, después de ser capturados en El Cuyo, Felipe Carrillo Puerto y sus acompañantes fueron trasladados a la Penitenciaría Juárez en Mérida. Incomunicados y privados de toda libertad, el 3 de enero de 1924, fueron llevados al panteón municipal, donde finalmente fueron ejecutados. A cien años de este trágico suceso, la antigua penitenciaría, con sus mil historias escondidas entre galeras, altos muros y pasillos, sigue en pie. No se trata simplemente un inmueble carcelario en desuso sino de un testigo silencioso y un recordatorio viviente de la vida y la historia de la ciudad.

Lo que el dragón rojo de los ojos de jade nunca imaginó es que la fachada, de la que fuera su última morada, sería hoy día, el proscenio de un paisaje digital interactivo que las infancias yucatecas podrían disfrutar para conocer un poco más de los orígenes peninsulares.

En entrevista con Jorge Contreras, creador de esta experiencia inmersiva, cultural y gratuita al alcance de todos en la ciudad de Mérida, conversamos de la apuesta necesaria por recuperar espacios públicos e históricos que permitan imaginar un mejor futuro para la niñez y las familias en general. El sueño de convertir este espacio en un recinto que conjunta tecnología y creatividad se comenzó a cocinar a fuego muy lento hace 6 años y fue interceptado por la pandemia sanitaria del Covid. Sin embargo, el gobierno de la ciudad en colaboración con instituciones internacionales no claudicaron en la tarea de ofrecer una experiencia de video mapping de primer nivel que conjuntara imágenes, poesía, conocimiento y tecnología a través de un diálogo constante entre tradición y modernidad. 

A partir del concepto de redundancia, en una connotación positiva que alude a la repetición, el carácter cíclico, la conexión entre adentros y afueras, la redondez y la actividad de nuestro propio sistema solar; el espectáculo combina proyecciones de luz, sonido, sensores de movimiento, pantallas táctiles y láseres que hacen de la experiencia una única y llena de diversión. En “la Peni”, sin satanizar el uso de pantallas y soportes digitales para las infancias, se promueve una relación otra con la tecnología resaltando un uso lúdico, asesorado y acompañado que permite a la niñez explorar, crear contenidos y poder proyectarlos en un inmenso muro donde hoy prima la libertad de la imaginación más allá del TikTok, el youtube o el Instagram.

En numerosas localidades de México y en diversas partes del mundo, se ha optado por establecer parques públicos que no solo brinden opciones recreativas, sino que también promuevan la interacción entre individuos de distintos orígenes. Un ejemplo de esto es “La Peni”, un espacio ubicado en la capital yucateca que va más allá de ser un simple parque. Al compartir un guion visual que evoca meteoritos, galaxias, ceibas y textiles locales, nos transporta a un mundo onírico y, al mismo tiempo, nos permite interactuar con códigos QR para crear semillas, fotografías, constelaciones y descubrir personajes emblemáticos de la historia local y nacional proyectados sobre una superficie tridimensional.

Como antropóloga y ciudadana interesada, tanto en la investigación como en la difusión de contenidos culturales, he sido testigo del impacto positivo que la creación de propuestas innovadores, desarrollados en estrecha colaboración con la comunidad destinataria, puede tener en la mejora de la convivencia social en entornos urbanos y locales en constante crecimiento. Por tanto, es imperativo que exposiciones, museos y parques se esfuercen continuamente en desarrollar estrategias para hacer que sus contenidos sean cada vez más accesibles, cercanos y pertinentes a las necesidades y experiencias de sus usuarios contemporáneos.

En este sentido, "La peni" representa una oportunidad para inspirar otros proyectos dirigidos a una población infantil siempre ávida de nuevas experiencias sensoriales que no solo transmitan conocimiento, sino que también brinden entretenimiento y recreación en el mágico e inacabado escenario que siempre han sido las calles.

La Peni se encuentra en el Parque La Paz donde, cruzando un moderno portal digital sobre avenida Itzaes, podrás acceder a esta experiencia inmersiva abierta a todo público de jueves a domingo a partir de las 20 horas. 

María del Carmen Castillo Cisneros es profesora investigadora en Antropología Social y coordinadora editorial de esta columna.



Edición: Fernando Sierra


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