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Foto: Oana Del Castillo

La estatura o talla total es una característica física importante que se incluye en la descripción de cualquier persona. Vemos así, que en la actualidad, las fichas de búsqueda de las personas desaparecidas incorporan dicha dimensión corporal como una de las características relevantes para el reconocimiento de cualquier individuo.

En este sentido, estamos hablando de una de las dimensiones corporales más estudiadas en el ser humano. Ésta se define como la longitud desde el plano de sustentación o suelo hasta el punto más superior de la cabeza o punto vertex. Tenemos entonces que la estatura es una dimensión anatómicamente compleja, puesto que comprende los segmentos corporales de la cabeza, la columna vertebral, la cintura pélvica y las extremidades inferiores. De hecho, la estatura se considera una dimensión exclusiva del ser humano, ya que los demás primates no adoptan de forma habitual una postura fisiológica erguida —es decir, ortógrada—, por lo que únicamente los humanos poseen esta característica de manera constante.

La talla total es considerada un rasgo complejo que involucra tanto factores genéticos como ambientales. Sabemos que los factores genéticos explican una alta proporción de la estatura, en tanto que los constituyentes ambientales, es decir, los derivados de las relaciones entre los seres vivos con su entorno –la nutrición, las enfermedades y condiciones de salud, la actividad física, el nivel socioeconómico– explican una proporción menor de la misma. La estatura adulta, por lo tanto, es el resultado de las interacciones entre el sustrato genético del individuo y el ambiente en que se desarrolla, tanto natural como socialmente hablando. De ahí que esta dimensión se haya considerado un indicador de salud y calidad de vida, debido a que se encuentra ligado al acceso a recursos alimentarios y a la resistencia a enfermedades. 

Es por ello que, al estudiar la estatura promedio de las diversas poblaciones humanas, nos acercamos a comprender los procesos de interacción biológico-culturales que intervienen en el acontecer histórico de las mismas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la estatura promedio de los adultos varía significativamente según la región geográfica y los factores socioeconómicos. En general, los hombres suelen tener una talla total promedio mayor que las mujeres, siendo su diferencia media de aproximadamente 10 cm, pero las fluctuaciones de las variaciones medias van entre 7 y 14 cm según las poblaciones, disminuyendo el dimorfismo al aumentar la estatura. 

Se ha comprobado que la estatura no depende de las grandes subdivisiones geográficas ni de las mal llamadas “razas”, ya que entre poblaciones clasificadas como “amarillas”, “negras” o “blancas” existen tanto grupos de talla alta como baja que incluso habitan en regiones cercanas. Un ejemplo de esta diversidad se observa en África, donde conviven poblaciones con marcadas diferencias en estatura: por un lado, los pigmeos del África ecuatorial, cuyos hombres miden en promedio 150 cm; y por otro, los dinka de Sudán del Sur, una etnia asentada a orillas del Nilo, cuyos hombres alcanzan una estatura promedio de 182 cm.

De este modo, cada población humana, según su estatura promedio, presenta una composición corporal diferenciada, resultado de los factores que determinan dicha estatura. A su vez, algunas poblaciones tienen tórax largos y otras, cortos; unas poseen extremidades inferiores de gran longitud, mientras que otras presentan extremidades más cortas.

Apoyándonos en la disposición de los diferentes segmentos corporales se tiene la facultad de estimar la talla total por medio de la relación de proporcionalidad de cada uno de estos segmentos con respecto a la estatura y encontrar la posible correlación entre dichos valores. Es así, que para las poblaciones mexicanas, diversos investigadores han encontrado coeficientes de correlación aceptables entre las longitudes de los huesos de las extremidades inferiores (fémur y tibia) y la talla total, como también, para las longitudes de los huesos metacarpianos (huesos de la mano) y la estatura. De hecho, existe un estudio en particular para la población yucateca contemporánea que halló un coeficiente de correlación pertinente entre la longitud de la tibia y la talla total.

En conclusión, estos hallazgos permiten estimar la estatura mediante funciones de regresión ajustadas a las poblaciones estudiadas, producto de las investigaciones previamente señaladas. Así, es posible aplicar estos resultados tanto al análisis de poblaciones del pasado, en contextos histórico-evolutivos, como a la identificación de individuos del presente en el ámbito forense como mencionamos al principio del texto.

Alfonso Gallardo Velázquez es antropólogo físico del Centro INAH-Yucatán

Coordinadora editorial de la columna: 
María del Carmen Castillo Cisneros, antropóloga social del Centro INAH Yucatán


Edición: Fernando Sierra


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