Opinión
Edgar Fernando Cruz
13/05/2025 | Mérida, Yucatán
Nadie duda que hace falta regular a todos los medios de comunicación para una nueva era.
La participación de los medios en la vida social es fundamental, es el canal de comunicación entre gobierno y gobernados, además emite educación, cultura y diversión, por eso proteger a la audiencia es vital en un estado de derecho.
La revolución tecnológica basada en Internet y la digitalización de la información, las cámaras de grabación dispuestas en todos los celulares han hecho de cada ciudadano un reportero o generador de contenidos. Mensajes que pueden viajar rápidamente por todas las plataformas digitales a todo el mundo. De alguna manera las sociedades con acceso a Internet pueden estar interconectadas, pero todos los privados y gobierno tienen el dominio, las manos dentro.
Ha cambiado el juego de entrega, permanencia y velocidad con la que se publican las producciones de información, noticiosa o de diversión, entretenimiento, publicidad o propaganda que llegan al público.
Quizá por eso la información de índole política ha tomado tintes de show, basta con ver a legisladores en el espectáculo de la tribuna como método de de impacto, penetración y descalificación al opositor.
Reporteros buscan afanosamente la frase banquetera, demoledora, algo que represente noticia de estruendosa O de sorna para aplauso y gusto de los jefes de información en los medios, privados y públicos. Los programas de hoy son shows de la información, una declaración grotesca supera a la otra, un vídeo rojo supera al otro. Los medios son una fiesta circense, hilarante de la declaración política espontánea, el impacto escandaloso como una nueva y contundente arma del discurso político.
Aire y visibilidad reclama el ego de los políticos, al grado que ya hay quienes tienen su propio canal opinativo.
La ética y la moral informativa apegada a la verdad es casi una utopía, se ha perdido la pluralidad de opiniones, la diversidad de pensamiento, cada medio defiende desde su mañosa argumentación, sus propias visiones, análisis o escenarios.
Por un lado medios concesionados y redes sociales plantean la catástrofe de la 4 t. muchas veces con mentiras alarmantes.
Mientras desde los medios del estado (SPR) como canal 14, 22, y 11, descalifican la opinión de los medios privados y se posicionan a favor de la ideología del partido gobernante, Periodistas inclinados a su favor se unen y simpatizan con influencers y con algunos medios digitales que coinciden ideológicamente con el proyecto progresista.
En pocas palabras un desastre de contenidos, cargados, sesgados y nada plurales donde la audiencia es espectador y presa de la propaganda.
¿Hay medios libres?
Pero el fondo es más profundo, más que permitir expresarse o publicar, es un llamado a quien realmente controlan los medios digitales y de ondas que son los dueños del dinero y sus intereses.
Mientras aquellos con rostro independiente, que aparentemente no los dirige un empresario o burócrata; como las plataformas de internet, (alojadas en el extranjero) son ventanas para publicar lo que sea, falso o verdadero y son presas del donativo o monetización.
Una aldea de generadores de contenido, periodistas, influencers, youtubers y ciudadanos encuentran en este terreno el desahogo y la catarsis, pero nada más.
Resulta que estas plataformas también están invadidas por las mismas empresas de medios, el caso expuesto en Aristegui Noticias de “El palomar” en Televisa, una oficina donde se producían fake news y se de meritaba o apoyaba a algún proyecto lo demuestra, Un tema pendiente, por aclarar... ya veremos.
Hace falta legislar, difícil tarea, la presidenta frenó el tema a manera de control de daños y lo mandó a junio, a una sesión extraordinaria, y pidió que se cambie la redacción, o que se quiete el artículo 109. Ayer aclaró que la ley es muy amplia, comprende telefonía y apertura a medios comunitarios.
El derecho de la audiencia es solo un pretexto porque en el fondo es letra muerta.
Edición: Fernando Sierra