Opinión
Ulises Carrillo Cabrera y Ana Brun
21/05/2025 | Mérida, Yucatán
El Festival de Cine de Cannes 2025 se ha consolidado como un punto de inflexión en la historia del cine contemporáneo, en un momento donde la verdad emerge no solo como un ideal, sino como una acción concreta que desafía las sombras del poder y la manipulación. En tiempos donde la distorsión de los hechos y la negación de la realidad parecen estar en auge, el cine se revela como una herramienta fundamental para rescatar, contar y defender las verdades que muchas veces son silenciadas, tergiversadas o borradas intencionadamente. La lucha por la libertad, por la honestidad histórica y por una narración auténtica se han convertido en los ejes de un festival que, más allá del reconocimiento artístico, busca proteger la integridad informativa y conceptual de la historia.
Las películas que han destacado en esta edición, como "2+2=5" de Raoul Peck, basada en la obra de George Orwell, o "Dossier 137" de Dominik Moll, exploran cómo las verdades pueden ser manipuladas desde el poder, recordándonos las palabras del cineasta francés Jean-Luc Godard, quien afirmó que “el cine es la verdad 24 veces por segundo”. La película de Peck, inspirada en la novela distópica de Orwell, muestra cómo en ciertos regímenes totalitarios la realidad puede ser totalmente reescrita y negada, hasta que la mentira se torne en la única verdad aceptada. En este contexto, el cine no solo relata, sino que también desafía y desmantela las estructuras que intentan imponer una visión indiscutible del mundo.
Por otro lado, Two Prosecutors de Sergei Loznitsa lleva esta reflexión un paso más allá, exponiendo las grietas del sistema judicial y las maneras en que las instituciones pueden ser utilizados para distorsionar la justicia. Loznitsa, en una entrevista, afirmó que “el cine puede ser un arma para entender lo que el poder quiere esconder”. Sobre esto, cabe recordar cómo el cineasta italiano Pier Paolo Pasolini también sostuvo que “el cine puede ser un acto político, una forma de resistencia ante las narrativas oficiales”. En un tiempo donde la historia y la justicia misma pueden verse sometidas a intereses particulares, estas obras cinematográficas se transforman en archivos de resistencia, en instrumentos para conservar la memoria, la verdad y la autonomía del pensamiento crítico.
El papel del cine en estos tiempos se asemeja a una especie de acto de lucha, una lucha constante por mantener viva la posibilidad de contar verdades. Como afirmó el gran cineasta Alfred Hitchcock, “el cine es la más pequeña historia moral jamás contada”. En un mundo en el que las historias oficiales muchas veces buscan justificar la manipulación, el cine de arte y compromiso funciona como una forma de resistencia, de recuperación de la memoria histórica y de denuncia social. Es una vía para que las generaciones futuras puedan entender las complejidades del pasado y también del presente, sin someterse a las versiones oficiales y sesgadas.
El Festival de Cannes 2025 también ha sido testigo del poder del cine para rescatar verdades y evitar que sean completamente tergivesadas. La selección de filmes y sus debates públicos manifiestan que, en medio de las dificultades ambientadas en los tiempos modernos, el cine sigue siendo un medio de resistencia, una plataforma para preguntar, para dudar y para desafiar las narrativas dominantes. Como afirmó el director francés Chris Marker, “el cine no se oprime —el cine oprime, pero también libera”. La libertad de contar historias verdaderas, de dar voz a lo silenciado y de recordar las injusticias del pasado, convierte al cine en un acto de lucha que trasciende las pantallas y las salas.
En conclusión, en estos tiempos raros donde buscamos la verdad en medio de un mar de datos falsos y versiones manipuladas, el cine adquiere un rol todavía más crucial. Es el arte que puede descubrir, preservar y, sobre todo, defender las verdades humanas y sociales. La historia nos ha enseñado a través de las palabras de otros grandes cineastas, que “el cine es la escritura de la historia en movimiento”, como dijo Roberto Rossellini. La actualización de esta idea en 2025 nos recuerda que el cine, más que nunca, debe seguir siendo un acto de libertad, de denuncia y de resistencia frente a quienes buscan apagar las voces legítimas y reescribir la historia a su conveniencia. En un mundo donde la verdad se ha convertido en un campo de batalla, el cine sigue siendo esa luz que ilumina los rincones oscuros de nuestro pasado y presente, reclamando la justicia y la fidelidad a la realidad auténtica. Luz, luz, eso empieza a ser el cine, en ese mundo vivimos.
Edición: Fernando Sierra