Un par de cuadras antes de llegar a la playa se percibe el olor que se ha vuelto otro “semáforo” para saber si hay mucho o poco sargazo en la costa. “Es un olor muy penetrante”, reconoce Cecil, originaria de Francia, quien junto a su esposo y sus dos hijos vino a vacacionar al Caribe mexicano para olvidarse un poco de la pandemia. Señala que al hacer la reservación sabía del recale de sargazo, pero es distinto verlo… y olerlo.
“Es una pena, nos encanta el Caribe por sus aguas cristalinas, pero al parecer no escogimos el mejor momento para venir”, dice un poco decepcionada. La familia buscó varias opciones de restaurantes para desayunar sin que fuese tan incómodo el olor del alga descomponiéndose, pero optaron por alejarse de la zona de playas.
La situación es común en el primer cuadro de Playa del Carmen, especialmente en la zona conocida como El Recodo, donde se asentaron los primeros hoteles, restaurantes y clubs de playa del destino, hace tres décadas, cuando el sargazo era prácticamente desconocido y la arena era fina como el talco.
Si bien, la vista es muy diferente a las postales del azul turquesa con las que se promociona al Caribe mexicano, los prestadores de servicios turísticos no pueden dejar de trabajar: “Imagínese usted, primero cerramos por el Covid-19 y ahora esto, pero ni modo que cerremos otra vez, aunque esté fea la playa, tenemos familias que dependen de nosotros”, comenta César, mesero de uno de los restaurantes ubicados en la zona federal marítima.
Unos metros adelante se encuentran algunas masajistas ofreciendo sus servicios, con sus camas a pocos metros de la carpeta de talofita. Temerosas de dar sus datos por temor a ser reprendidas, sólo comentan que sus patrones les piden que se instalen en la zona, “aunque la gente claro que se queja del olor” y casi no hay clientes.
Conforme el sargazo se acumula en la playa crea varias capas de colores que van desde el verde-amarillo que indica que está fresco hasta un marrón casi negro cuando está en etapa de descomposición y son los gases que emanan de ese proceso los que vuelven un martirio el caminar por la playa.
En el recorrido efectuado la mañana de este domingo pudo verse personal y maquinaria limpiando la costa en este punto; cuestionados al respecto, quienes se dedican a la limpieza aseguran que no han dejado de levantar el alga, pero es tanta la que llega que “no nos damos abasto”.
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