El colectivo Múuch’ Kanan I’inaj, dedicado a preservar las semillas nativas, defendió el uso de éstas pues están relacionadas directamente con una mejor alimentación, lo que conlleva a una mejor salud “e incluso a que evitemos enfermedades como el Covid-19”, destacó Juan Pat Balam, integrante de este colectivo, durante un panel llevado a cabo en la comunidad de Blanca Flor.
“La milpa es lo que nos da vida, nos da el abasto para la familia, manejamos las semillas orgánicas que nos heredaron nuestros abuelos. No usamos las tratadas tecnológicamente, primero porque se apolillan y segundo porque tienen muchos defectos. Nos hemos asesorado sobre su utilización y sabemos que propician una enfermedad que es el cáncer, así que no manejamos ese maíz transgénico”, aseguró Pat Balam, del ejido Paraíso.
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El campesino tomó parte del panel “Sistema de vida comunitaria para el cuidado y defensa del territorio”, que se desarrolló en la comunidad Blanca Flor como parte del Festival de Arte Independiente de Bacalar. Allí productores y asociaciones civiles de las comunidades expusieron la situación actual del campo y los retos que enfrentan día a día. Cuidar lo que comen, dijeron, es cuidar a sus familias.
Juan Bautista Yeh, también integrante del colectivo Múuch’ Kanan I’inaj, explicó que se dedican a la conservación de las semillas nativas pues consideran que es una tarea heredada por sus antepasados y mencionó que como colectivo están en contra de la siembra de transgénicas.
“Muchos opinan que son mejores semillas, que van a terminar con el hambre que hay en el mundo, pero eso es mentira, nosotros creemos que lo que nos dejaron es lo más sano. Hemos escuchado que el consumo de esos alimentos contaminados con químicos a la larga trae enfermedades. Como guardianes de las semillas hacemos un llamado a los compañeros que siembran maíz a que no se dejen engañar por las empresas que vengan a ofrecérselas”, manifestó.
Hasta antes de la pandemia, recordó, hacían ferias de venta e intercambio de semillas nativas, no solamente maíz, también frijol, calabaza, camote, yuca y todos los componentes de la milpa maya, las cuales pretenden retomar.
“La milpa tradicional que nuestros abuelos nos dejaron es un pedazo de tierra que se aprovecha al máximo, sabemos que no podemos hacer negocio con la producción que tenemos por la cantidad, pero estamos seguros de que producimos alimentos más sanos y no ponemos en riesgo a nuestros hijos; tenemos que seguir haciendo la labor de conservación que nos corresponde”, concluyó.
Edición: Ana Ordaz
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