Texto y foto: Joana Maldonado
La Jornada Maya

Chetumal, Quintana Roo
Lunes 21 de noviembre, 2016

Investigadores del Colegio de la Frontera Sur advierten que se requieren al menos diez años de veda del caracol chivita para la recuperación de la especie que se encuentra en la Laguna de Bacalar y cuya explotación es de 8 toneladas a la semana. En comparación de otros sitios del continente, en la laguna existe casi 100 veces menor densidad de población.

Alberto de Jesús Navarrete, investigador titular del Colegio de la Frontera Sur, especialista en ecología de alimentos realizó un estudio de la especie, que se usa mayormente como botana en la zona norte del estado y otros puntos turísticos, que por su tamaño apenas alcanza los 25 gramos.

El especialista afirmó que hasta el 2012 el Fondo Mixto de Quintana Roo convocó a especialistas para investigar el desarrollo y la población en la Laguna de Bacalar, pues no se sabía mucho al respecto.

“Ahí empezaron las primeras investigaciones, obviamente, como dicen los pescadores, antes había mucho y era muy grande, pero cuando le preguntas a un pescador cuánto era mucho, sólo dice “mucho”, porque entraban al agua y pisaban, no había datos”, explica.

Entre 2013 y 2014, año en el que se hicieron los primeros muestreos, los investigadores hallaron que la densidad promedio en la Laguna de Bacalar, es que hay 1.27 caracoles por metro cuadrado en los 42 kilómetros a lo largo de la laguna, que no se distribuye de manera homogénea.

Jesús Navarrete, aseguró que es muy baja la densidad del caracol chivita, que en comparación con Sudamérica, donde no se considera un bien comestible, es 100 veces menor, dado que en Colombia y Venezuela, por ejemplo, la población es de 100 caracoles por metro cuadrado.

Esta especie cuya máxima longevidad es de alrededor de 3 años, se encuentra solamente en la vertiente del golfo de México, en los estados de Veracruz, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, y es hermana del caracol que se halla en el Lago de Catemaco, al que se conoce como “togogolo”.

Los pescadores de Bacalar, extraen alrededor de ocho toneladas semanalmente, una cantidad que está acabando con la población, cuya talla máxima en Bacalar es de 50 milímetros de longitud de concha y un peso de 45 a 50 gramos.

Los especialistas aseguran que si se quiere seguir consumiendo el caracol chivita, es necesario implementar medidas de manejo, como una veda de diez años para recuperar la especie, o establecer una talla mínima de captura e iniciar investigación para poblar nuevamente la Laguna.


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