Texto y foto: Gina Fierro
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 5 de junio, 2019

Cada semana, llega al Puerto de Progreso un contenedor con diversos materiales como tela, botones, cierres y cintas, insumos que se importan desde Estados Unidos para la elaboración de uniformes de seguridad. Por cada contenedor que importa, la empresa Ganso Azul exporta otro con cerca de 18 mil prendas terminadas, entre pantalones, chaquetas, camisas y chalecos.

Para que los insumos sean transformados y retornen al extranjero semanalmente, existe un proceso detallado supervisado por un dependiente; es decir, una persona que cuenta con la autoridad para acceder a los recintos fiscales y hacer despachos aduanales. “Nos preparamos para lo que llaman el desaduanamiento y generamos información, la cual debe ser certera, veraz, cien por ciento precisa y sin margen de error; y sólo así declaramos ante aduana lo que se recibe en el contenedor”, cuenta Jorge Martínez, empleado de la empresa de exportación.

Desde hace 10 años, Jorge forma parte del área de tráfico, “encargada de traer los insumos para el área de costura”.

Jorge elabora documentación específica para comenzar el despacho aduanero, un paso determinante para los procesos de importación y exportación, ya que datos que no se declaran en aduana o errores en la documentación, conllevan actas administrativas con su consecuentes multas. “No nos podemos dar el lujo de tener errores, por mínimos que sean; una letra podría costarte la detención total de tu contenedor; o sea, no sale tu carga hasta que aclares”.

La labor de Jorge consiste en estar presente en todo el proceso de importación, el cual inicia en la terminal de carga y termina en la empresa, cuando se entregan los insumos.

“En la aduana hay una parte que todos conocemos como semáforo fiscal, que tiene un modo aleatorio, es un sistema automatizado donde se somete tu documento. Si sale verde, tu contenedor no necesita revisión y lo puedes dirigir a la planta; de lo contrario, si el semáforo sale rojo, el contenedor pasa a revisión por la autoridad, ahí te bajan tu mercancía, y tienen mínimo tres horas para que te revisen, y una irregularidad te lleva a actas, multas y la detención del contenedor.

Durante su estancia en la empresa, Jorge reconoce que el volumen de exportación ha ido en aumento, así como la mano de obra, “se va requiriendo más personal y más maquinaria”.

La labor del dependiente es de alta responsabilidad y concentración, “además de certeza total por lo que se declara en los documentos y lo que se transmite vía electrónica al SAT”.

“Debes estar en lo que estás, no puedes estar haciendo algo mecánicamente y tu mente estar en otra cosa. Es cierto que todos tenemos problemas fuera, pero cuando entramos al trabajo, hay que dejar las cosas de la casa y estar en lo que estamos”.

[b]Comercio exterior, un mundo de constante cambio[/b]

A sus 49 años de edad, Jorge cuenta con más de 20 años de experiencia en la industrial textil y sabe que en el medio de comercio exterior nunca se termina de aprender, “es un mundo con constantes cambios, en lo que son reglamentos, reglas de carácter general, la ley aduanera”.

Se incorporó al mundo de las maquiladoras desde el departamento de sistemas computacionales; sin embargo, cuando se integró al área de comercio exterior, comenzó a documentarse y familiarizarse con los reglamentos y leyes. Para ello, se valió de una serie de cursos de actualización y capacitación, mismos que le ofreció Ganso Azul.

“Tienes que estar actualizado siempre, hay que checar el Diario Oficial, notificaciones, avisos. Y para eso tomamos cursos cada seis meses”.

[b]Estabilidad, lo que todos buscan[/b]

Cuando Jorge se cuestiona sobre su estancia en Ganso Azul, concluye que como padre de familia de tres hijos lo que necesita es estabilidad laboral, “es lo que todos buscamos, no importa tu edad. Y la estabilidad se logra siempre y cuando uno haga bien su trabajo y se apegue a los valores: honestidad y respeto”.

La empresa es una oportunidad estable y seria, pero también ha desarrollado otro aspecto que busca sacar a los empleados de su rutina y permite que su estancia sea más amena, con un “tinte de diversión”.

“Se hacen eventos, carnavales, convocatorias, concursos. Y se ha conjugado todo, porque tanta seriedad causa monotonía en las personas, y ese matiz de diversión le gusta a la gente, la hace sentir a gusto”.

Otra actividad que motivó a Jorge en el trabajo, fue cuando la empresa creó su propio equipo de futbol, su deporte favorito. “Teníamos un equipo acá en Ganso Azul, conformado por gente de todos los departamentos, jugábamos fut 7 y ahí portereaba”.

Y aunque el equipo se desintegró con el tiempo, Jorge sigue practicando este deporte en compañía de sus hijos, “vamos a los torneos de futbol rápido y a veces echamos la cáscara en los parquecitos”.

En su opinión, el personal permanece en la empresa por tiempos prolongados gracias a los valores y actividades que promueve. “Tener un trabajo en una empresa en la que estés a gusto, definitivamente me ha permitido tener la estabilidad que deseo y necesito para lograr mis objetivos, familiares y laborales”.
“Lo que te ofrece la empresa es como para decir ‘me quedo’, sin la inquietud de buscar otras oportunidades afuera. Ganso Azul es una empresa de puertas abiertas para todo el mundo”.


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