A diario llegan hasta mil t de basura a rellenos sanitarios en Yucatán

Podrían disminuir hasta 50 por ciento si residuos orgánicos tuvieran un fin ideal
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

Especial: Basura, negocio no desechable

Actualmente, en Yucatán, cada día llegan a los rellenos sanitarios mil toneladas de basura que podrían disminuir de 35 a 50 por ciento si los residuos orgánicos tuvieran un fin ideal como el compostaje (y reintegración desde diversas formas), lo cual reduciría además de 10 a 15 por ciento si las R’s de la ecología fueran aplicadas (rechazar, reutilizar, reparar de forma primordial y después reciclar); bajando, en el mejor de los casos, de mil toneladas hasta 425 e, idealmente, hasta cero.

“La basura es cuando todos los residuos se mezclan porque es muy difícil revalorizarlos o reintegrarlos […] Estamos en un momento crítico para nuestra subsistencia en este Planeta”, Salvador Castell González, representante de Va por la Tierra.

El reciclaje no es la primera opción para contribuir con el ecosistema, distinto a lo que se cree, es una de las últimas opciones, pues la prioridad es evitar la creación de residuos, para lo cual es imprescindible rechazar los productos/servicios que no sean necesarios y, en caso de ser necesarios, consumir los de menor impacto; así lo informó el biólogo y activista.

Cuando todos los residuos son revueltos en un mismo sitio, a nivel económico, para tratarlos la inversión es superior a las ganancias que representaría llevar a cabo el proceso; por ello, sensibiliza sobre la importancia de la educación, ejecutando un proyecto integral.

La reducación ciudadana es fundamental, desde su perspectiva, “de nada sirve el mejor reglamento o la mejor Ley si al momento de ejecutarla no permea en la sociedad”, que las defienda. “La gente está lista, está receptiva y lo está pidiendo”.

Castell González pide menos simulaciones y más acciones, convocando a la sociedad a aportar incluso desde sus redes sociales para ejercer presión desde donde se encuentran, “somos parte de la acción”, dice a manera de motivación, en el reconocimiento del interés de las personas, pero la falta de conocimientos para saber cómo.

Considera tres áreas desde las cuales aportar: empresas, gobierno y sociedad; “la ciudadanía es la parte más importante de las tres porque somos los usuarios finales de los gobiernos y de las empresas”, por eso, el primer paso es exigir un cambio en la oferta de éstas, señala.

“La forma más fácil de reducir nuestra huella ecológica es ser consumidores responsables y ciudadanos pensantes”; un papel de baño menos por habitante en Yucatán ya representa 2 millones 320 mil 898 (conforme la cantidad de personas que residen en Yucatán según el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI).

Lo primero antes de realizar una compra es cuestionar si realmente necesitas el producto o servicio, “es la R más importante, rechazar”; en caso de concluir que la compra es necesaria, entonces pide consumir productos locales, pues generan menor impacto ambiental al ser menor la distancia de traslado.

Para esto, incluso opina cambiar el concepto de felicidad que actualmente tiene la creencia de “tener para ser feliz… Debemos cambiar ese concepto”.

Además, analizar el consumo, tomando en cuenta que si normalmente de la cantidad de alimentos que compran cierta parte acaba en la basura, “significa que tenemos que comprar un poquito menos”, pero también disminuir el consumo de carne o comer en menor cantidad las carnes rojas, poniendo por encima las blancas.

“El simple hecho de que programes tus compras en una sola salida ya es un beneficio, en vez de estar saliendo cada vez en el coche cuando te acuerdas que se te olvidó la pasta de dientes”, pero también sugiere ir caminando o en bicicleta a lugares cercano, “son acciones que van restando impactos en la huella ecológica”.

“De nada sirve poner puntos verdes si no hay una campaña profunda de concientización hacia la sociedad”, señala; pero mira necesario tomar en cuenta la forma de aprendizaje conductista que viven las personas por lo que debe haber un estímulo positivo (o negativo) para que tomen acciones y las transformen en valores posteriormente.

Una de las propuestas, comenta, es que los Puntos Verdes sean dirigidos como una microeconomía, donde el gobierno pone la “oficina” y la persona encargada organiza campañas y actividades para la atracción de las personas hacia la entrega de sus residuos reciclables, que posteriormente serán su ganancia.

Al mismo tiempo, encuentra necesario dar recompensas a quienes acuden a reciclar, por ejemplo, pesos por las botellas que se llevan dentro de un súper que cuente con centro de acopio o aplicables a pagos como el predial o el agua.

“Es importante también poner estos centros en lugares extremadamente accesibles en la logística ciudadana como plazas, súpers y algunos parques […] Es necesario entender que al final de cuentas toda esa basura es producto de todo lo que nosotros compramos y de que no fuimos ciudadanos responsables”.

 

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Edición: Laura Espejo


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