Foto: Elí García Padilla

Elí García Padilla*

México es un país biológica y culturalmente megadiverso. Se encuentra inmerso dentro del hotspot de biodiversidad conocido como Mesoamérica, el cual a su vez es únicamente superado por los Andes Tropicales como la biorregión del planeta con la mayor riqueza en especies. Gran parte de este tesoro de biodiversidad está en manos de comunidades originarias y mestizas campesinas bajo un régimen de propiedad social de la tierra. 

Se estima que los pueblos originarios o pueblos nación son los custodios –en alrededor del 25 por ciento del territorio a escala global- del 80 por ciento de la biodiversidad remanente sobre la faz de la Madre Tierra. En el caso de los “reptiles” (saurópsidos no aves) el país alberga un total de mil 73 especies, lo que lo convierte en el segundo más biodiverso a escala mundial. De estos, 439 son serpientes de las cuales únicamente 93 (21 por ciento) especies son venenosas de importancia médica. 

 

Foto: Max Contreras

 

Las familias de serpientes venenosas son únicamente dos: Elapidae (serpientes de coral y serpientes marinas) con 17 especies y Viperidae (cascabeles, nauyacas, manos de metate, cantiles, toritos, etc.) con 76 especies. Dentro de la familia Viperidae existe una especie de especial interés por su notable carga simbólica y cultural, se trata de la Serpiente (o Víbora) de Cascabel Neotropical de la península de Yucatán (Crotalus tzabcan). El epíteto o raíz etimológica de la especie (tzabcan) es en alusión al nombre en lengua maya que recibe esta notable especie en la región peninsular: Tsaab Kaan.

 

Foto: Max Contreras

 

Crotalus tzabcan fue descrita en 1952 por el extinto herpetólogo norteamericano conocido como Don Cascabel (Mr. Rattlesnake), de nombre Laurence M. Klauber, siendo la "localidad tipo" Kantunil, en Yucatán. Aunque la especie es considerada como endémica de la península de Yucatán, en realidad su distribución natural alcanza tan al sur como es Belice y Guatemala. Se trata de una especie de serpiente de cascabel grande y robusta. Los machos pueden alcanzar hasta 175 centímetros de longitud total, mientras que las hembras suelen ser algo más pequeñas proporcionalmente. Posee franjas paravertebrales oscuras en el cuello bien definidas, que comprenden de uno a tres filas de escamas longitudinales y se extienden de uno a tres longitudes de la cabeza; cola uniformemente gris o negruzca y que posee un cascabel o sonaja que es el signo más distintivo de este grupo de animales. 

 

Foto: Verónica Cupul-Cicero

 

Está presente una cresta espinal pronunciada, especialmente en adultos grandes y más evidente en la parte anterior del cuerpo. El color de fondo es gris pálido, marrón grisáceo, tostado o crema amarillento, oscureciéndose en la parte posterior del cuerpo. Hay de 21 a 32 manchas rómbicas o en forma de diamante en el dorso. Estas manchas son de color marrón oscuro, marrón rojizo o negro con interiores más pálidos y están delineadas por una fila de escamas blancas o de color pálido. 

 

Foto: Alvaro Monter Pozos

 

Crotalus tzabcan parece preferir los hábitats más abiertos y secos de la península de Yucatán. Es una habitante común de los bosques espinosos y las sabanas en la parte noroeste de la península, pero es relativamente rara en los bosques medianos del lado este. Puede ser de actividad diurna o nocturna, según las condiciones climáticas; durante los meses más fríos de la estación seca generalmente se encuentra al aire libre durante el día, mientras que durante los meses más cálidos de la estación lluviosa tiende a estar activa durante la noche. Se alimenta principalmente de roedores y otros pequeños mamíferos. La dieta de los adultos también incluye aves que anidan en el suelo e iguanas negras (Ctenosaura similis; Tolok), y los juveniles se alimentan principalmente de lagartijas y ratones pequeños. El apareamiento generalmente ocurre durante la estación seca y el parto durante la estación lluviosa media o tardía. 

 

Foto: Bernardo Zorrilla Garza

 

El estatus de conservación de Crotalus tzabcan de acuerdo con la NOM 059 de Semarnat (2019) es de “especie no enlistada”, mientras que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) la ha catalogado como especie de “Preocupación menor”, esto porque esta especie tiene una amplia distribución y se encuentra en varios tipos de hábitats y dentro de varias “áreas naturales protegidas”. Por su parte el Índice de Vulnerabilidad Ambiental (EVS por sus siglas en inglés) la ha colocado, con un valor de 16, en la porción media de la categoría de más alta vulnerabilidad. 

 

Foto: Alvaro Monter Pozos

 

En experiencia de campo en la península de Yucatán se ha observado que Crotalus tzabcan es perseguida por el tráfico ilegal de especies y por la medicina tradicional. Adicionalmente sufre de misconcepciones, mitos y creencias populares de parte de la población en general. Al ser animales venenosos y de importancia médica, estos suelen ser erradicados de donde sea que sean encontrados por parte del ser humano. Aunado a esto, la religión católica ha implantado una serie de vinculaciones de estos incomprendidos animales con el mal, con la figura de Satanás en la visión judeo-cristiana. Caso opuesto, para las culturas mayas esta serpiente funge un rol simbólico muy destacado. Las serpientes de cascabel son consideradas como entidades guardianas del inframundo y además de nuestra casa, nuestra galaxia en que vivimos, es decir de la vía láctea la que suele ser representada como una gran serpiente celeste. Sumado a esto, la figura mítica de Quetzalcóatl o mejor conocido como Kukulkán entre los mayas, es asociado con esta especie en particular en su forma nahual.

 

Foto: Alvaro Monter Pozos

 

Las serpientes suelen fungir también roles simbólicos como entidades guardianas de los espacios sagrados, especialmente de cenotes o sitios de cuevas donde nace el líquido esencial para la vida. La geometría perfecta del patrón de rombos en el dorso de esta especie ha sido también objeto de atención y estudio entre los muy sabios pioneros matemáticos y astrónomos mayas. Finalmente, el veneno que producen estos fascinantes, pero a la vez temidos animales, es estudiado con la finalidad de aislar compuestos bioquímicos útiles para el tratamiento de diversas enfermedades degenerativas en seres humanos. Sin contar que del propio veneno se fabrica biotecnológicamente los antídotos polivalentes o también conocidos como faboterápicos antiviperinos que sirven para salvar a cientos quizá miles de vidas no solo en México, pero en todo el mundo. México es líder a nivel mundial en este rubro. 

 

Foto: Elí García Padilla

 

Los científicos han hecho un atento llamado a las autoridades de todos los niveles gubernamentales, especialmente a los actores que encabezan los cargos públicos en las instituciones ambientales, a promover una agenda efectiva en materia de conocimiento, protección y conservación a perpetuidad de estos aún incomprendidos y muy esenciales –tanto biológica, ecológica y culturalmente- seres vivos. 

Las serpientes de cascabel como Crotalus tzabcan fungen roles esenciales a nivel ecosistémico y además son parte inherente de nuestra cosmovisión y memoria colectiva de los pueblos originarios de la península de Yucatán. No existen animales más importantes dentro de la cosmovisión de las culturas mesoamericanas como el jaguar y la serpiente. Entidades duales y además antagónicas, presentes en mitos fundacionales y fenómenos esenciales como la lluvia, el rayo/trueno y en general asociados con el inframundo y hasta con el espacio exterior (manto estelar y vía láctea). 

 

Foto: Bernardo Zorrilla Garza

 

Los científicos urgen a la sociedad peninsular en general a retomar la memoria, a acercarse a conocer mejor a estos seres vivos con los que compartimos este momento sobre la faz de la Madre Tierra. Porque como bien dijo en vida otro gran maya, el conocido como el sabio de la Selva Lacandona Chan K´in Viejo: “Todos los seres vivientes estamos interrelacionados y amarrados de la misma raíz. Cuando un árbol cae en la selva, una estrella cae también del cielo”. 

 

Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala!
 

 

*Biólogo-Herpetólogo y Fotógrafo.

[email protected]

 

Edición: Mirna Abreu


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