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La Jornada Maya
22/05/2025 | Mérida, Yucatán
En una apuesta por visibilizar los saberes textiles como documentos vivos de la historia y el presente de los pueblos mayas, la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta) inauguró en el Gran Museo del Mundo Maya de Mérida la exposición Kili’ich chuuyo’ob. Costuras sagradas para enhilar devenires, una muestra que honra el bordado ritual como una práctica comunitaria que habita entre lo sagrado, lo cotidiano y lo ceremonial.
La exposición reúne más de 50 piezas textiles provenientes de diversas comunidades de Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Entre ellas se incluyen pabellones, estandartes, vestimentas ceremoniales, floreros, ornamentos religiosos e incluso elementos de la indumentaria clásica de la tauromaquia, que dialogan con las otras piezas desde su carga simbólica y estética.
Foto: Victoria González Chablé
Muchos de estos textiles fueron realizados en contextos rituales y se presentan no solo como objetos de gran belleza, sino como relatos vivos tejidos en hilos y telas, que dan cuenta de formas de vida, resistencia comunitaria y espiritualidad.
La iniciativa forma parte del trabajo sostenido de la Dirección General de Museos y Patrimonio de la Sedeculta por fortalecer el enfoque comunitario en el resguardo del patrimonio inmaterial.
Foto: Victoria González Chablé
Bajo la coordinación curatorial de Julián Dzul Nah, director del Gran Museo del Mundo Maya de Mérida, la exhibición busca no sólo conservar objetos, sino provocar preguntas: ¿cómo dignificar prácticas como el bordado maya sin despojarlas de su raíz colectiva?, ¿cómo transitar de la herencia como museo estático al aprendizaje común que se borda en comunidad?
La propuesta museográfica -desarrollada por el equipo del Gran Museo del Mundo Maya, integra el trabajo del historiador Ángel Gutiérrez, el conservador Alexis Cruz y la directora de Patrimonio, María Elisa Chavarrea Chim, junto con la valiosa participación de otras y otros especialistas- parte del reconocimiento de que el bordado no es un oficio menor ni una práctica exclusivamente femenina: es una tecnología social y espiritual que convoca a comunidades enteras en torno a la memoria, el duelo, la celebración y la fe.
Desde esa perspectiva, cada pieza exhibida funciona como un “dechado documental”, un texto que narra los vínculos entre territorio, lengua, cuidado y arte.
Dzul Nah señala que se trata de construir “un muul meyaj”, es decir, un trabajo colectivo, donde se valoran las cualidades estéticas y epistémicas del arte maya como saberes vigentes, no como vestigios.
Foto: Victoria González Chablé
Yucatán es, en este sentido, ejemplo de una política cultural que apuesta por procesos de co-construcción, en los que se visibiliza a los agentes culturales indígenas no como portadores de pasado, sino como protagonistas de futuros posibles, declaró.
La exposición se enmarca además en una línea de trabajo más amplia impulsada por la Sedeculta, que incluye la defensa de los derechos lingüísticos, la revitalización de la lengua maya, la investigación sobre la milpa como sistema cultural vivo y el acompañamiento a procesos comunitarios desde el arte y la cultura.
Kili’ich chuuyo’ob. Costuras sagradas para enhilar devenires estará abierta al público en la Sala Temporal 2 del Gran Museo del Mundo Maya durante los próximos meses.
La entrada a la sala temporal es gratuita, por lo que se invita a todos a sumarse a este recorrido por las puntadas que han bordado nuestras identidades colectivas y que hoy se proponen como caminos para habitar un presente más justo y plural.
Edición: Estefanía Cardeña