Gibran Khalil Gibran en el Olimpo

Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

23 de marzo, 2016

Pasado, presente y futuro de la humanidad trascienden en la obra del artista Gibran Khalil Gibran. Poeta, pintor y músico, expone en sus creaciones y su vida los problemas que han afectado a su tierra, Líbano, a lo largo del último siglo. Pero también presenta la belleza, ya sea de una mujer o de la vida.

Kahlil Gibran, sobrino, ahijado y homónimo del artista, en sus últimos días donó la colección de su tío a la Fundación Carlos Slim, por lo que es parte del Museo Soumaya, en la Ciudad de México. Es la misma que se presenta en el Centro Cultural Olimpo de Mérida, que estará un par de meses más. A través de sus pinturas y las frases plasmadas de sus poemas, Gibran Khalil Gibran manifiesta la lucha entre el bien y el mal; la luz y la oscuridad; el pasado y el futuro.

Migración y violencia, problemas que desde hace un siglo afectan al Medio Oriente, pero que también ocurren en México, son abordados en la obra del artista. Desde su infancia, Gibran Khalil Gibran llegó a los Estados Unidos con su familia, debido a que su padre huyó de Líbano por una persecución en su contra, tras una mala administración en la recaudación de impuestos, en un contexto social en el que los cristianos de su país eran amenazados por los musulmanes.

Más de 100 años después de que su padre huyera, el Estado Islámico amenaza el Medio Oriente, pero no sólo a cristianos. Todo aquel que no tenga su misma visión radical, incluyendo a propios musulmanes, son asesinados con brutalidad. Las muertes y decapitaciones provocan la migración masiva, en un escape del terror.

La espiritualidad el poeta fluye a través de su obra cumbre, [i]El Profeta[/i]. El manuscrito acompaña a 10 ediciones diferentes el libro, pero además cuenta con un fragmento inédito que trata del Bien y el Mal. La bondad siempre debe manejarse con modestia, ni siquiera ser elevada, porque de hacerlo así, la vista quedaría fija hacia las estrellas y se corre el riesgo de caer en una zanja, expresa en esas líneas Khalil Gibran.

Los objetos pertenecientes al artista se muestran en la exposición. Fotografías de la familia y también de Al-Arrabitah, la llamada Liga de la Pluma Literaria, un círculo de ilustres coterráneos que promovieron la creación del Gran Líbano.

Cigarreras, una flauta y un sillón son parte de la colección que se presenta en el Olimpo. También una cartera mexicana, con un calendario azteca que remite al pasado.

Pinturas al óleo muestran a mujeres hermosas mirando a la nada, acaso la misma de la que el séptimo ego del poeta habló en [i]El Loco[/i]. Esas obras nacieron entre 1908 y 1910, la época en la que se dedicó a utilizar el producto derivado del petróleo.

Otra imagen, también una bella mujer, parece predecir el futuro y comunicarse, desde el pasado, con el presente y con su tierra. El Medio Oriente recibe esa llamada, la preciosa dama carga una bandeja de plata, sobre la cual reposa una cabeza decapitada.

La historia de Gibran Khalil Gibran bien podría representar la de muchos migrantes libaneses que terminaron en México y Yucatán. El padre del magnate Carlos Slim Helú es uno de ellos. También forman parte de ese grupo quienes han adoptado a Mérida como su segundo hogar, los Abraham, los Dájer, los Abimerhi, apellidos que hoy son empresarios y políticos, cuyas decisiones influyen en la vida social y económica de la entidad.

Desde los Abraham hasta los Slim, pasando por los Gibran, los libaneses mantienen viva la tradición de su tierra, a través de su gastronomía, su arte y sus valores, sin importar si se establecieron en Mérida, en la Ciudad de México o en Nueva York. Recuerdan a sus ancestros que viajaron todo un océano, los cuales se convirtieron en empresarios exitosos y cercanos a su familia.