Gerardo Alejos Victoria
Foto: Luis Pérez Guarneros
La Jornada Maya

14 de marzo, 2016

Por ejemplo, el recto de izquierda abajo que todos tiran. Desde que veas que un tipo hace dos o tres veces lo mismo, lo sigue haciendo, ése no sabe lo que está haciendo. Porque ese golpe es un golpe de finta.

Ningún boxeador mexicano saben de la historia del box. Yo siempre les mostraba peleas. Les hablaba de quién fue Tony Mar.

Julio Cesar Chávez era un inflado de Don King y de José Sulaimán, que era un corrupto total.

Chávez no sabe pararse. Él está mal parado siempre. Si te acercas y le agarras los hombros, no se puede mover. Está jodido. Eso que dicen que “el gran campeón mexicano”, mentira, técnicamente es un maleta. Lo que pasa es que la gente no lo sabe.

Para mí, el ballet es la música combinada con la armonía del movimiento del cuerpo. Y eso es también el boxeo. Willie Pep era un sabio del ring. ¡Un sabio! Ah puta madre, te agarra, pam pam pam, te saca de balance.

A todos los noqueaba yo. Pam pam, nos dábamos un chingo de madrazos porque yo subía a fajarme. Era yo un fajador, como Rocky Marciano; subes a buscar un chingadazo. Pam, te dan y chinga, y fintas y das, “ai’ tá, cabrón”, pam pam.

El maestro de las cuerdas es Miguel Canto. Él rebota. Me pasaba yo horas con él, diario, viendo cuerdas. Cuerdas. Le decía yo

“Pásala Chucholín”, y de ahí “pásala Chucholáin” y finalmente “pásala Choláin”. Y así quedó el sobrenombre Choláin, no Cholaín, no se acentúa la i.

Yo no vuelvo a entrenar a nadie. Estoy un poco desilusionado. Tuve esas malas experiencias; no me pagó el Chololo, ni el Archie ni el Colorado.

Si como dijo Joyce Carol Oates, “el boxeo es el deporte más cruel”, el negocio del boxeo es por lo tanto el negocio más cruel. Lo confirma el más grande entrenador de boxeo que haya producido Yucatán, Jesús Rivero Gamboa, Choláin, al hablar sobre sus últimos años en el deporte y su posterior retiro en una larga entrevista para La Jornada Maya.

Pero el boxeo es también “la dulce ciencia” –como decía Nat Fleischer, fundador de la revista The Ring–, un violento ballet improvisado, una coreografía demoníaca a base de ganchos, rectos y uppercuts.

Y esto nadie lo sabe mejor que Choláin, a sus 86 años, tras haber sido campeón mosca amateur del estado, luego boxeador profesional y entrenador y manejador de campeones como Miguel Canto, Humberto Chiquita González y Óscar de la Hoya, luego de haberse formado en la carrera de historia de la de la UNAM, con maestros como el exiliado español Wenceslao Roces y el exiliado judío-alemán Juan Brom, quien lo reclutó para unirse al Partido Comunista Mexicano (PCM) a inicios de la década de los 50.

En las filas del PCM, Rivero Gamboa tuvo afinidad con las ideas de Arnoldo Martínez Verdugo y se mantuvo ajeno a la célula Carlos Marx, en donde militaban condiscípulos suyos de la Facultad de Filosofía y Letras como José Revueltas, Enrique González Rojo y Eduardo Lizalde, quien una vez le dijo que no había que leer a Trotsky.

Choláin, nacido en 1929, nos recibe en su terraza vestido con un pantalón gris, suéter de cuello de tortuga verde olivo y una gorra gris de los Dodgers de Los Angeles. Tras contarme brevemente sobre debates a los que asistía a casa de Revueltas, en donde se reunían para analizar cada debate presidencial, me explica todos los detalles de dos pequeñas mesas, hechas a mano con madera de árbol de ciricote proveniente de una propiedad suya.

Nos cuenta, con gestos fuertes y precisos, propios de alguien que ha dedicado su vida a la enseñanza, cómo en su infancia aprendió el cultivo del henequén gracias a sus largas estancias en la finca de su padre, Jesús Rivero Acevedo. También nos cuenta cómo falleció su madre, Isabel Gamboa, cuando Choláin –hijo único de ambos– tenía doce años de edad. Esto nos dio pie para comenzar la entrevista con una pregunta sobre el origen de su emblemático sobrenombre.

Su apodo se lo pusieron jugando deportes y originalmente era Chuchín, ¿no es así?
Jugábamos fútbol, estaba en quinto año de primaria. Estudiaba en el Colegio Montejo y formamos un equipo, el San Lorenzo. En esa época sonaba mucho el San Lorenzo de Almagro, de Argentina. Y cuando nos juntábamos para jugar, uno de mis compañeros, Cuxo Cámara -creo que acaba de morir -, Cuxito Cámara, me decía “pásala Jesús, pásala”, y luego “pásala Chucho”, y luego “pásala Chucholín”, y de ahí “pásala Chucholáin” y finalmente “pásala Choláin”. Y así quedó el sobrenombre Choláin, no Cholaín, no se acentúa la i.

Pocos años después, durante la secundaria, usted se acercó al boxeo.
En la escuela Modelo, cuando yo estaba en primero de secundaria, estudiaba en tercero un muchacho que boxeaba, Manuel El Caballito Ordóñez. También estudiaba conmigo Eduardo Amer, quien luego se convertiría en periodista de boxeo y tendría más de 30 años el programa de televisión Cita en el Ring. Y como nos gustaba el boxeo, cuando peleaba El Caballito lo íbamos a ver pelear al Circo Teatro Yucateco, y así me empezó a interesar el box.

Usted fue huérfano de madre desde los 12 años. ¿Se peleaba de niño? ¿Era peleonero?
No era buscapleitos, pero me peleaba yo en la calle. Cuando empecé a boxear, mi papá me dijo, “yo sé que te peleas en la calle, así que te empiezas a portar bien o si no, te quito el permiso para boxear”. Y me dejé de pelear en la calle. En carnavales, pleitos de adolescentes y la chingada. Ganaba, yo. En parte por eso me metí a boxear.

La gente de Yucatán sólo lo reconoce como manejador o entrenador, pero usted originalmente fue boxeador, tanto amateur como profesional.
Boxeé y fui campeón del estado. Te voy a leer la crónica de esa época. “Chucho Rivero, un peleador joven y lleno de bríos, de magnífica calidad e instinto combativo, se coronó campeón de su división al ganarle el pleito a Henry Manzanilla”. No lo noqueé. A todos los otros lo había noqueado, a todos. A Manzanilla no lo noqueé, pero lo tumbé. Aquí hay otra reseña. “Con la dinamita que lleva en sus puños, su velocidad y singular habilidad de siempre, Chucho Rivero se coronó anoche campeón amateur de los moscas …”.

¿Y cuántas veces peleó como profesional?
Cinco veces. Debuté a seis rounds; di tres peleas a seis rounds, empaté una, las otras dos las gané. Yo noqueaba a todos. Cuando no noqueaba y entonces venía una decisión, la pasaba yo mal, porque yo no iba a defenderme. Yo confiaba en mi pegue. Al terminar la secundaria, mi papá me dijo, “el box se acabó, hay que ir a estudiar a México tu prepa”. En México estuve dos años sin boxear, cuando estuve de interno en la Escuela Militar Latinoamericana, pero cuando me salí de la Latino, un día me encontré en la calle de San Juan Letrán a un boxeador que me conocía: Kid Campeche, y empecé a ir al gimnasio por su invitación. Ahí conocí a boxeadores profesionales como Gabriel Díaz, a Memo Diez, al Cachorro Herrera, a Kid Anáhuac… El campeón nacional mosca era Memo Diez, y con él entrenaba yo diario.

Debe haber sido diferente la experiencia de entrenar con boxeadores más experimentados.
Estaba yo joven, tenía unos veinte. En la Ciudad de México aprendí más, porque aquí me confiaba yo en mi pegue, pero allá, cuando empiezas a entrenar con puro profesional, yo era un novato. Y entonces me empiezan a pegar y dije, no, no. Veía las peleas de Sugar Robinson y cómo se defiende de éste y cómo se defiende del otro, y cómo para Jack Johnson los golpes; te agachas, lo empujas, lo agarras de la cabeza… Llegaba yo después al gimnasio y entonces pensaba, “algo me salió mal, mañana voy a volverlo a hacer”. Me acercaba yo, y lo agarraba, lo empujaba…

Es usted un autodidacta del boxeo. No tuvo maestros, ¿o sí?
A mí nadie me enseñó.

¿Lo aprendió todo viendo peleas?
Entrenaba yo con buenos peleadores… Y aprendí así, haciéndolo; boxeando, leyendo mucho, y sobre todo viendo, viendo box, peleas de box, yo veía mucho box. En esa época, había un cine en la Ciudad de México donde sólo pasaban caricaturas y peleas de box de campeonato mundial. El cine Savoy, a media cuadra de la Torre Latinoamericana. Veía yo que pasaban una pelea de Willie Pep, una pelea de Sugar Robinson, una pelea de Marciano, y decía yo, “ah, hay que ir al cine”. Y veía yo la pelea y me salía para no ver caricaturas, y a la hora volvía yo otra vez para ver la misma pelea.

El boxeo en pantalla grande es otra forma de ver las peleas, quizás permite que uno las pueda estudiar mejor.
Claro, todas esas peleas así las veía yo, en pantalla de cine. Y si se quedaba más de una semana, iba yo al cine otra vez y las volvía a ver y las volvía a ver…

¿Y así fue como dejó de pelear como fajador?
A todos los noqueaba yo. Y cuando no los noqueaba, pam pam, nos dábamos un chingo de madrazos porque yo subía a fajarme. Bajaba yo la mano y entraba con la guardia baja, buscando un golpe. Y ya cuando me empezaron a dar chingas en México dije, “ah puta madre, hay que aprender”. Yo no contragolpeaba, yo subía a buscar un madrazo. Era yo un fajador, como Rocky Marciano; subes a buscar un chingadazo. Pam, te dan y chinga, y fintas y das, “ai’ tá, cabrón”, pam pam.

Ése estilo de estar recibiendo golpes, con el fin dar un sólo golpe certero, para tumbar al otro, ésa es quizás la dulce ciencia.
Bueno, pero eso está mal, hay que tener una técnica. Yo después fui apreciando el boxeo y dije, “no, no, no”. Me interesé en la cuestión técnica y empecé a estudiar a Willie Pep, a Joe Louis. El boxeo es el arte de golpear y no ser golpeado. Por eso luego, con Canto, me di cuenta que uno debe enseñar según las características del púgil. A Canto lo enseñé a boxear con técnica porque no pega, porque está chico, es rápido, y le mostré cómo quitarse de enfrente a los rivales, o si el rival está ahí, “acércate, agárralo, empújalo, sácalo”. En cambio, alguien como Joe Louis era muy fuerte, pegaba muy duro. Ha sido el mejor campeón, creo yo.

¿De peso completo?
Creo que los dos grandes campeones negros, Joe Louis y Jack Jonson, han sido los mejores peleadores que ha habido en la división de peso completo. Mejores que Cassius Clay. Técnicamente y en todo aspecto, mejores que Clay.

¿Y el mejor de todos los tiempos, Sugar Ray Robinson?
Podría ser. Podría ser Sugar, o podría ser Willie Pep.

Pep es un bailarín… Pep demuestra que la fuerza de los golpes no está en la musculatura.
Para mí, el ballet es la música combinada con la armonía del movimiento del cuerpo. Y eso es también el boxeo. Pep era un sabio del ring. ¡Un sabio! Ah puta madre, te agarra, pam pam pam, te saca de balance. Cuando estaba en su apogeo, tras haber perdido por primera vez con su máximo oponente, Sandy Saddler, le dio una paliza, dicen que ha sido la máxima demostración del boxeo excelso, esa segunda pelea de Pep con Saddler. Por eso me gusta Pep, porque es elegante. Por eso me gusta Sugar Robinson.

¿Floyd Mayweather le gusta?
Mayweather no tanto, porque ése es más difícil que bueno. Porque se agacha y te agarra. Pero cuando Mayweather va a las cuerdas, no sabe qué hacer en las cuerdas. No rebota en las cuerdas.

No es como Ali. Ali es un maestro de las cuerdas.
No. Ali no sabe estar en las cuerdas. Ali cuando va a las cuerdas te agarra. El maestro de las cuerdas es Miguel Canto. Él rebota. Me pasaba yo horas con él, diario, viendo cuerdas. Cuerdas. Le decía yo, “en la esquina te pones aquí, pones el pie aquí, giras para esta esquina, jala, agáchate aquí, a éste tú atácalo, tú agárralo. Si se inclina, agárrale la cabeza. Si está erguido, da un paso hacia delante con el pie izquierdo y lo agarras de la cintura. O lo agarras del torso y lo inmovilizas. Si vas hacer algo, échate para atrás. Pero no pegues los pies a las cuerdas porque no puedes rebotar; tienes que quedar a veinte centímetros de las cuerdas. Si estás pegado a las cuerdas, ya te acorralaron, no puedes moverte. Entonces, tú le tienes que enseñar a un cabrón a estar en las cuerdas; no cualquiera está en las cuerdas. Ni Chávez ni ninguno de ellos. Ni Mayweather, él va a las cuerdas y se queda en las cuerdas y agarra.

¿Y qué opina de los grandes boxeadores defensivos de los ochenta como Wilfred Benítez, el Radar, y Sugar Ray Leonard?
Fueron buenos peleadores. Eran buenos peleadores técnicos. Mantequilla Nápoles también; no sabía estar bien en las cuerdas, pero era buen peleador, era bastante técnico, porque era contragolpeador. Mantequilla no iniciaba ataques; Mantequilla iba, te tiraba un jabcito, se iba acercando a ti. Estaba esperando a que tú le tires, para que él se lo quite y te pegue. Pero él se lo quitaba con los pies. Le tiraban un golpe y daba un pasito atrás y pam pam, te golpeaba.

Ésa es la escuela cubana.
Él camina hacia delante pero no abre ataques; te provoca a que tú le tires para quitarse el golpe y golpearte. Es un contragolpeador peligroso.

Te pone trampas.
Mayweather, cuando iba a pelear con el Canelo, dije, “nunca el Canelo le va a ganar”. ¿Por qué? Porque Mayweather es contragolpeador. Mayweather se te acerca y le tiras, se lo quita y te pega. Y el Canelo no sabe fintar. El veneno del contragolpeador es la finta. Cuando haces como que le vas a pegar para que él haga el movimiento. Se lo haces así al cabrón, o tu doble finta.

“El veneno del contragolpeador es la finta”. Qué gran verdad.
Claro, porque lo obligas a tratar de quitarse un golpe que no le tiras. Y después, tú le das. Peleadores como el Canelo, que inician ataques, contra un contragolpeador no tienen nada que hacer, no pueden ganar nunca. Técnicamente, no pueden ganar nunca. Claro, le pueden dar un locazo y lo noquean, pero bah, no es así normalmente.

Leí que para ganarle a un zurdo, la clave es el recto de derecha…
Para un zurdo, nadie sabe enseñar… Beristáin ya ves que eso no lo enseña; todas las peleas que dio Márquez con Pacquiao, en todas las peleas giró al revés. No saben girarle al zurdo. Ahí ves cómo un entrenador sabe o no sabe. Velo. Cuando Beristáin dirigió a De la Hoya con Pacquiao, no supo cómo girarle, y De la Hoya fue un pendejo que no aprendió, porque cuando yo lo enseñé, contra Whitaker que era zurdo, se lo dije mil veces a diario, “hay que girar a la derecha”. Hay que girarle a la derecha, no a la izquierda. Yo a De la Hoya le mostraba peleas de Pep, para que aprendiera. Yo a mis boxeadores siempre les mostraba peleas. Les hablaba de historia del box y les decía, “ustedes no tienen formación en la historia de su deporte. No saben de la historia del box, nada”. Ningún boxeador, pregúntale a cualquier boxeador mexicano actual, quién fue Tony Mar, no saben nada ellos. De la historia de su deporte no saben nada. Entonces yo les mostraba peleas, les mostraba a Pep.

Así como ya nos indicó que Joe Louis, Willie Pep, Sugar Ray Robinson son grandes peleadores, ¿de México, a quién mencionaría?
Hay buenos peleadores, Mantequilla Nápoles es un buen peleador…Tony Mar, de Sonora, fue uno de los grandes peleadores, un gran técnico del box, muy bueno.. Nicolás Morán, de La Barca, Jalisco, que peleó en Estados Unidos, fue un buen peleador, Kid Azteca era un buen peleador…

¿Baby Arizmendi?
También. El mismo Ratón Macías, es un buen peleador. Era técnico, el Ratón es un buen peleador.

¿El Púas?
Olivares es un buen peleador.

De peleadores más recientes, Salvador Sánchez, ¿le gusta?
Era un buen peleador. Salvador era un buen peleador. Y de pesos mosca, Canto era buen peleador. También fue buen peleador Gilberto Román. Román fue un buen peleador también, del Distrito Federal, se murió en un accidente de aviación

Y de peleadores mexicanos actuales, de los que uno ve en la tele, ¿le gusta alguno? ¿El Canelo, Márquez, el Gallito Estrada?
Estrada me gusta. Estrada es un buen peleador. El Gallito hace cosas que otros no hacen; te pega y bloquea lo que le vas a hacer. Porque cuando uno pega, después de terminar un ataque, ya sea aquí o aquí, uno debe moverse y utilizar un sistema defensivo. Y dar un paso atrás, para evitar el contragolpe. Eso nadie lo hace; el Gallito lo hace. Antes no lo hacía. Cuando peleó la primera vez con el Chocolate eso no lo hacía.

El Chocolatito González es uno de los mejores boxeadores actualmente…
Sí, es muy fuerte el Chocolate, muy fuerte.

Y tiene técnica.
Sí; va a volver a pelear con el Gallo, le peleó bien.

Usted nunca consideró gran peleador a Julio César Chávez.
Chávez era un inflado de Don King. Y de José Sulaimán, que era un corrupto total. Cuando preparé a De la Hoya para la pelea con Chávez, yo le tracé cuatro formas de pelear para joder a Chávez. Una de ellas era poniéndose a la zurda, porque yo había observado que a Chávez eso le daba mucho trabajo, no sabía girarle a un zurdo. Y le dije a De la Hoya, “¿tú eres zurdo? Vamos a pelearle a Chávez, después del octavo round, si la pelea se hace más difícil, nos ponemos a la zurda para joderlo”. Y lo entrené varios días, una semana a la zurda…

Pero no llegó al octavo… De la Hoya noqueó a Chávez en el quinto, ¿no?
Sí, en el cuarto round lo noqueó. Pero yo no sabía que lo iba a noquear. Yo lo preparé para hacer tres peleas. Y lo madreó. Chávez no le pudo dar un golpe. Cuando Chávez se sintió cortado le dije a De la Hoya, “va a salir a quererte joder porque se siente cortado, va a salir a quererte noquear, no lo dejes entrar, páralo”, le dije, “páralo, lo agarras, lo empujas”. Entonces preparé cuatro peleas para De la Hoya; una de ellas a la zurda y le dije, “porque tú eres zurdo”. “¿Y cómo lo sabe?”, me dijo. “Bueno, te veo, comes a la zurda. Mira”, le dije, “es muy fácil. Cuando vas al baño y cagas, ¿con qué mano te limpias el culo?”. Y él, “con la izquierda”. “Entonces eres zurdo”, le dije. A chingar a su madre, listo, no hay problema.

Pero él nunca más peleó de guardia zurda.
Nunca, sólo yo lo preparé para pelear con Chávez, pero no hubo necesidad porque con lo que lo preparé fue suficiente. “Chávez”, le dije, “es un peleador corriente que sólo sabe caminar para delante. No lo dejes caminar para delante y no puede hacer nada. El peleador que camina para delante y no puede caminar para delante, lo sacas de su pelea. Y cuando no puede entrar, cuando Chávez retrocede frustrado con la guardia baja, atácalo. Cuando está atrás con la guardia baja, ya no puede pegar aquí, en corto. Cuando está en guardia y a media distancia, te puede recibir. Pero si está con la guardia baja, atácalo, no hay pendejadas. Páralo, y atácalo. Punto. Eso es todo lo que hay que hacer. Rectos, fíntalo. Porque él no sabe quitarse fintas, porque es corriente. Ni se lo quita ni con el cuerpo ni con las manos. No hay que dejarlo entrar, y cuando retroceda te acercas a él y lo atacas. Y cuando te acerques, lo agarras del hombro izquierdo, porque está mal parado siempre Chávez. Chávez no sabe pararse. Una vez que te acerques y lo agarres del hombro izquierdo ya no se puede mover. Por eso no puede retroceder, por eso Chávez no sabe retroceder. Él está mal parado siempre. Si te acercas y le agarras los hombros, no se puede mover. Está jodido. Eso que dicen que “el gran campeón mexicano”, mentira, técnicamente es un maleta. Lo que pasa es que la gente no lo sabe. Porque esos detalles, la gente no los conoce.

¿En su época con Óscar de la Hoya, vio algún indicio de alcoholismo o uso de drogas?
No, nada. Cuando él entrenaba conmigo no tomaba ni cerveza. Por mí se tomaba algunas. Una vez por semana íbamos a un restaurante alemán muy bueno que había en Big Bear. Yo le decía, “Óscar, diviértete, toma una cerveza”, y él me decía, “no me gusta, está amarga”. Se tomaba su coca-cola. Íbamos a cenar algún lado, y yo le decía, “tómate tu vinito”. Iba con sus novias, me las presentaba, yo me llevaba con ellas.

¿Es tan nefasto el negocio del boxeo como se percibe desde afuera?
Peor. En la última pelea con De la Hoya, me chingaron cincuenta mil dólares. Habían ofrecido pagarme doscientos cincuenta mil dólares, doscientos garantizados y cincuenta más si le ganaba a Whitaker. Y esos cincuenta no me los dieron.

Y sí ganó Óscar.
De eso en parte se tuvo la culpa el agente, Rafael Mendoza, porque yo le decía, “pídeles a ellos tanto”. Y yo iba sin contrato. Y no me daban ni un centavo a mí de anticipo ni de nada. Eso sí, me daban mis pasajes, mi comida, todo. Yo nunca les reclamé nada. Pero me quedaron a deber cincuenta mil dólares.

¿Usted volvería a entrenar a otro boxeador, si alguien le llega a su precio?
Yo no vuelvo a entrenar a nadie. Estoy un poco desilusionado. No por De la Hoya, porque ellos me pagaron. Bob Arum, el apoderado de De la Hoya y el propio Óscar, en Big Bear, me ofrecieron firmar un contrato, por años o por peleas. Y yo dije, “no, yo no firmo por nada, porque yo me voy a ir cuando yo quiera. No vaya a ser que ustedes después me pongan un ayudante con el que yo no esté de acuerdo, y entonces ya tendría que venir a fuerza. Y yo no quiero venir a fuerza para nada. Y ustedes son libres para llamarme o no llamarme”. Yo nunca firmé con ellos. Eso Beristáin no lo hace. Beristáin, cuando te va a entrenar, primero pregunta, “¿Cuánto vas a pagar?”. Beristáin no brinca sin feria, es codo como la chingada. Y él tiene razón, no digo que no. Si no, te hacen lo que me hicieron. Me pasó luego con el Chololo Larios y con el Archie Solís.

Y si alguien en Mérida monta un gimnasio, ¿usted los asesoraría?
No, yo no me meto. Yo no tengo por qué meterme ya. Tuve esas malas experiencias; no me pagó el Chololo, ni el Archie ni el Colorado.

Y como última pregunta, ¿hay algún golpe en específico que usted prefiera, o todos los golpes son iguales?
Cada golpe tiene su función. El jab, el recto. Por ejemplo, el recto de izquierda abajo que todos tiran. Desde que veas que un tipo hace dos o tres veces lo mismo, lo sigue haciendo, ése no sabe lo que está haciendo. Porque ese golpe es un golpe de finta. Haces así y te tiro un golpe abajo, para ver cómo te lo vas a quitar, si dando un paso atrás, o bajando la mano, o quitándotelo con el antebrazo, pero ya bajaste la mano. Entonces, cuando yo te lance ese recto de izquierda abajo y bajes la mano, te meto el gancho de derecha.. Es un golpe de finta, pam, te lo tiro como diciendo, “ah, voy a ver cómo te lo quitas, hijo de la chingada; si te lo quitas aquí, dejas descubierto aquí, y entonces te finto y cuando hagas así te lo meto y pam te doy aquí abajo”. Pero si ves que un tipo lo hace una vez y otra vez y otra vez y no saca una conclusión, entonces dices, “éste no sabe para qué lo está tirando, este cabrón no sabe lo que está haciendo cuando lo tira sin ninguna función”. Quiere decir que no sabe lo que está haciendo. Lo está haciendo mecánicamente, no en función de un ataque o de una estrategia o de nada.

Existe una indudable relación entre la esgrima, el ajedrez, el tenis y el boxeo: son deportes individuales, de uno contra uno. No son deportes de equipo. El boxeo es como el ajedrez; se piensa que se enfrenta un cuerpo contra un cuerpo, pero maestros del boxeo como Jesús Choláin Rivero nos hacen ver que se trata de una mente contra una mente, ya que el cuerpo es una herramienta de la mente.

Así como el boxeador se pone sus herramientas, sus vendajes para no romperse las manos, y sus guantes, para poder pelear aunque estén rotas sus manos y seguir lanzando golpes, lo que dirige todo es la mente. Un atleta es como un artista escénico, alguien que decidió que su cuerpo es su instrumento. Y de un boxeador, se puede pensar que su instrumento son los puños, pero no es así.

Un verdadero músico, un verdadero artista del boxeo como su admirado Willie Pep, utiliza todo su cuerpo, utiliza las piernas para tener una base que le dé equilibrio y que ofrezca un movimiento continuo, aunado al movimiento giratorio de la espalda y de la cadera, y de ahí viene la fuerza de los golpes.

Y en el caso de Choláin, como él opina, “cuando te gusta todo, y de todo estudias, eres un verdadero sabio”. Los verdadero sabios como Choláin, saben de madera, saben de boxeo, saben de política, de arte. Y del tema que hablen, demuestran ser maestros. Esos son quizás los verdaderos maestros de la vida.


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