Yucatán recupera el Guiness

Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

7 de marzo, 2016

Con guitarras y cantando, más de 200 estudiantes de la Universidad del Poniente de Maxcanú, de la Tecnológica del Sur en Oxkutzcab, y la Tecnológica del Mayab en Peto, de la carrera de gastronomía, prepararon la noche del sábado el platillo de cerdo más grande del mundo. El guiso fue la tradicional cochinita pibil que, en palabras Miriam Peraza, dueña del restaurante yucateco Manjar Blanco y encargada de supervisar la acción, es la “reina de la gastronomía” de la entidad.

Desde las nueve de la mañana del sábado iniciaron las labores de limpieza del espacio en que se elaboraría el guiso. Alrededor de las 15 horas, comenzaron a cocinar. Con 7.2 toneladas de carne, 282 kilos de achiote, 564 litros de naranja agria, 94 kilos de sal, 50 kilos de repollo, 100 kilos de chile habanero fresco y mil 175 kilos de carbón, los estudiantes realizaron la cochinita, que pusieron en casi un centenar de latas.

A las 22 horas, los hornos de metal recibieron la última lata con el cerdo, mientras los cocineros, con el cansancio de un extenuante día de trabajo, sudaban por el calor de las brasas y el carbón. Al terminar, un grupo decidió tocar una guitarra y cantar [i]Let Her Go[/i], del artista Passenger; otros comían y algunos más descansaban. Sus blancas playeras adquirieron tonalidades naranja, por el achiote, a manera de marcas de la batalla. Ya sólo quedaba esperar.

Ya en la mañana, la jornada continuó con la presencia de la jueza Evelyn Carrera, quien, según testigos, fue muy quisquillosa en cuanto a los métodos de medición. Después declararía que el récord logrado por Yucatán es de élite y permite que los habitantes compartan su tiempo, dinero y esfuerzo para ser reconocidos, por tanto promueve la convivencia.

Largas filas se formaron en el Centro de Convenciones Siglo XXI, incluso llegando hasta su explanada. En el interior, los cocineros desmenuzaban el cerdo con sus manos enguantadas. Los huesos eran tirados a la basura, mientras la cebolla morada se servía en platos y el fuego enlatado se encendía debajo de las latas. El olor terroso de la cochinita comenzaba a abrir el apetito de los presentes. Nada más tradicional en Yucatán que un desayuno de cochinita en domingo.

A las 10 horas arribó al lugar el gobernador del estado, Rolando Zapata Bello. Con una gorra verde limón, igual a la que usaban los cocineros, el gobernador y 12 funcionarios esperaban el anuncio oficial del Récord Guinness; más tarde, las manos de los políticos se mancharían… por el jugo grasiento y anaranjado de la cochinita que escurriría entre sus dedos.
Finalmente el momento esperado llegó. La jueza de Guinness habló sobre el récord. Con 6 mil 626.5 kilos de cochinita pibil, el orgullo yucateco se recuperó y se retomó el premio. Otro compromiso cumplido.