Los antófilos, conocidos comúnmente como abejas, son insectos considerados extremadamente sociables; viven en colonias o enjambres, organizadas de manera jerárquica en tres rangos: la abeja reina, los zánganos y las abejas obreras.
Las abejas habitan en el planeta desde hace aproximadamente 30 millones de años, poblando casi todos los continentes, a excepción de la Antártida.
Divididas en siete familias, se conocen al menos 20 mil subespecies distintas.
Las abejas son insectos polinizadores por excelencia y tienen una función esencial para el equilibrio de la naturaleza, ya que contribuyen activamente a la supervivencia de muchas especies de plantas, que se reproducen, a través del transporte que desarrollan, durante su alimentación a base de néctar de las flores.
Sagrada maya
Una de estas especies que habitan en el Continente Americano, es la melipona (Melipona beecheii): una abeja sin aguijón, denominada entre los habitantes de las comunidades mayas como la “abeja sagrada maya”, la cual era cultivada por sus antepasados y a la que se le atribuyen propiedades curativas.
El historiador, Daniel Cantarell Alejandro, expresa que la melipona tenía una gran importancia entre los mayas, principalmente en la época prehispánica, “ya que se realizaban entre cuatro y seis ceremonias al año en su honor”, y los mayas llamaban a las abejas como Xunán kab o señora abeja.
No pica, pero muerde
“La principal característica de la abeja melipona o maya, es que no tiene un aguijón como el resto de esta especie, sin embargo, “muerden” todo aquello que representa una amenaza para ellas o su colonia, “llegando incluso a morir durante la batalla”, explica la bióloga Yanec Jiménez Ruiz.
Detalla que una colmena de abejas meliponas puede llegar a producir litro y medio de mil al año, ya que su proceso de producción es mucho más tardado que las abejas europeas, que producen hasta 30 litros del endulzante al año.
Las abejas meliponas obreras pueden llegar a vivir 90 días, mientras que las abejas reinas pueden prolongar su vida hasta cinco años.
“Las abejas se comunican por señales químicas o feromonas. Las abejas mayas se dan en troncos o jobones y no en las clásicas colmenas hechas por los humanos”.
Los colores de estas abejas varían, ya que algunas son amarillas, anaranjadas o negras.
De las 46 especies de abejas sin aguijón se conocen en México, la mayoría de ellas son endémicas.
Sola o acompañada
La bióloga Jimena Montes de Oca expone que el apareamiento se inicia cuando la abeja reina vuela a un sitio donde los zánganos la están esperando. Allí se aparea con varios de ellos en el denominado “vuelo nupcial”.
Las abejas meliponas construyen un solo tipo de celdas para el desarrollo de reinas, zánganos y obreros. Se reconocen dos niveles de reproducción, una de ellas es la individual, en la cual la reina produce nuevos individuos para el mantenimiento de la colonia.
El humano, otra vez
Pese a la gran riqueza cultural y curativas que se atribuye a la miel de las abejas meliponas, la presencia de los humanos amenaza sus hábitats y supervivencia, por la tala inmoderada y el crecimiento de la mancha urbana, el uso indiscriminado y no regulado de pesticidas y fertilizantes, el uso de productos genéticamente modificados, y el cambio climático.
Como cada viernes, La Jornada Maya te invita a conocer la fauna endémica del sureste mexicano. Aquí te compartimos la colección que tenemos hasta el momento. ¡Disfrútala!
Edición: Laura Espejo
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