Hace casi 33 años un asentamiento maya en medio de la selva campechana fue descubierto por el arqueólogo Florentino García Cruz y fue entonces que comenzaron las labores de conservación del sitio por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Balamkú, que significa Templo del Jaguar, es una zona arqueológica que antes de 1990 sólo era conocida por la gente de la región del sur de Campeche, pese a que es rica en arquitectura monumental.
El sitio arqueológico fue descubierto gracias a un reporte de saqueo de vestigios en la zona, que era tan grave que incluso dejó expuesta una parte de un friso de estuco pintado en tonos rojos, negro y azul.

El asentamiento maya cubre alrededor de un kilómetro cuadrado, pero sólo dos conjuntos arquitectónicos han sido explorados y restaurados.

De acuerdo con información del INAH, Balakmú fue habitado en el inicio del periodo Preclásico Medio (600-300 a.C.) y hasta el Clásico Terminal (800-1000).
Los vestigios encontrados en la zona señalan que este asentamiento estuvo fuertemente influido por ciudades como Calakmul, Nakbé, Uaxactún y Tikal.

Las edificaciones con basamento piramidal llegan a medir hasta 10 metros de altura y destaca que existe un elemento arquitectónico símbolo de la deidad Itzamná que cubre casi por completo la fachada de los edificios.
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