Parteras, aliadas contra la violencia obstétrica

Una de las dificultades que puede enfrentar una madre durante el proceso de embarazo, parto y puerperio es la violencia obstétrica, reportada por al menos 33 por ciento de las personas gestantes; sin embargo, las parteras representan una solución a esta mala práctica que se registra tanto en hospitales públicos como privados. 

Históricamente, en México los partos han sido atendidos por mujeres, quienes son especialistas en la atención de embarazos saludables y en atención personalizada. 

“El modelo de atención en partería se centra en las necesidades de la persona gestante. Las parteras somos expertas en procesos saludables, trabajamos basadas en evidencia científica, en la observación del cuerpo, del proceso y hacemos recomendaciones e intervenciones para apoyar el proceso y no ir en contra de él. No eres un número más y no le hacemos lo mismo que le hacemos a las demás”, explica Hannah Borboleta, directora de partería en la colectiva feminista Morada Violeta.

Al respecto, Roberto Castro, del Centro Regional Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM y autor de Violencia obstétrica en México: resultados de la ENDIREH 2016 (Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, del INEGI) explica que la excesiva intervención de parte de la medicina en un proceso natural del parto es un problema de derechos que tiene consecuencias físicas y emocionales en las mujeres y comienza desde la apropiación de la medicina moderna en la atención a embarazadas.

“Hay que devolverle a las mujeres lo que es de las mujeres. La medicina moderna se apropió cuando se masculinizó y profesionalizó la atención del parto y tenemos el absurdo de una medicina muy masculinizada diciendo a las mujeres cómo se debe de parir”, destaca el especialista. 

Castro criticó que el parto en los hospitales sea tratado como se trata una enfermedad y asegura que una solución a la violencia obstétrica es sacarlo de los hospitales y que sea atendido por parteras mientras que la medicina sea sólo un apoyo. El investigador alertó que los tipos de violencia más reportados son gritos o regaños, el ser ignorada y la atención no autorizada (como la realización de cesáreas).

Al respecto, Hannah Borboleta destaca que uno de los indicadores del alcance de la violencia obstétrica es el número elevado de cesáreas en México, pues mientras que la OMS recomienda que máximo se practique en 15 por ciento de los embarazos, en el país ya se supera el 50 por ciento. 

“El año pasado México por primera vez en la historia tuvo más cesáreas que partos, tuvimos 50.5 por ciento de cesáreas. El no saber atender un parto saludable de mujeres de bajo riesgo es violencia obstétrica al hacer cesáreas a diestra y siniestra”, advierte.

Por ello, comenta, es urgente la inversión en parteras y revalorizar su labor. En el marco del festejo del Día de las Madres, la representante de Morada Violeta recuerda que todas las mujeres y personas gestantes tienen el derecho a parir con dignidad. 

Bajo esa premisa, Verónica Esparza, coordinadora de investigación en el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), defiende que las parteras juegan una solución importante en la erradicación de la violencia obstétrica.

“Desafortunadamente no han tenido un impulso por parte del Estado como una alternativa para la atención del embarazo de bajo riesgo, no han tenido un reconocimiento y esta falta de reconocimiento desalienta la labor que hacen las parteras y pero también reduce las opciones para que las mujeres decidan cómo llevar su embarazo, parto o puerperio”, comentó Esparza. 

La violencia obstétrica, destaca, tiene diversas afectaciones porque trasgrede el derecho a la vida, el derecho a la salud, a una vida libre de violencia, a la libertad y autonomía reproductiva, a la no discriminación, entre otros.

“Puede ser desde la violencia psicológica hasta graves efectos que pueden llevar a la muerte del bebé o de la persona gestante”, advierte. 

Verónica Esparza explica que las personas que hayan sido afectadas con trato deshumanizante, regaños, posiciones incómodas, cesáreas no autorizadas o esterilizaciones forzadas deben reportar estas violencias tanto en los buzones de quejas de los hospitales, como en las comisiones locales de derechos humanos y en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) cuando se hayan presentado en una institución de salud a nivel federal.

Este 10 de mayo, te invitamos a leer nuestro especial ‘Heridas de ausencia’, en conmemoración al Día de la Madre:

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Edición: Mirna Abreu