Cada 10 de mayo la celebración del Día de las Madres llega con el refuerzo de la idea de que mamá es todo poderosa, sin embargo, mamás como Ileana Valencia reconocen que, además de madres, son mujeres y personas comunes que no pueden contra todo como la sociedad intenta exigirles y también tienen deseos, sueños y problemas personales más allá de los hijos.
“Existen comentarios sobre cómo una persona debe llevar su maternidad”, en particular, en las redes sociales. Años atrás, recuerda, hasta la ropa que usaban era señalada por no ser lo suficientemente “seria” o por ir a fiestas, como si lo único que debieran hacer las mamás, fuera atender a sus hijos.
Para ella, esta situación fue “como si realmente tu personalidad desapareciera por el hecho de ser mamá” y nacieran únicamente responsabilidades asociadas a amas de casa y, aunque ella quería hacer otras cosas, como ir al gimnasio, no podía porque su mamá, quien la apoyaba cuidándole a su hijo mientras estudiaba la licenciatura, le pedía regresar a casa al salir de la escuela sin ocuparse en otros horarios.
“Sinceramente sí fue muy difícil”, reconoce, pues fuera para salir de fiesta o ir a hacer ejercicio, en ocasiones prefirió decirle a su mamá que tendría trabajos en equipo “por el simple hecho de que no se viera ‘mal’ la decisión que yo estaba tomando”.
Ahora, lo mira en retrospectiva y encuentra que el gimnasio era incluso una forma de autocuidado y, aun así, fue difícil que, tanto ella como su mamá, fueran reconociendo que está bien dedicarse tiempo personal siendo madre.
En su caso, es maestra de prescolar y, aunque haya festivales por el Día de las Madres para celebrarla, no puede estar con su hijo, debido a esta faceta como trabajadora, pero ha aprendido a explicarle a su hijo, de ahora 10 años, para que sepa que es amado aunque mamá no pueda estar presente físicamente en ese momento.
El diálogo no ha sido solamente para cuestiones laborales; también le explica cuando saldrá con su pareja para que, sin importar los comentarios que escuche, el niño sepa que mamá es humana y tiene asuntos personales, pero eso no cambia que mamá esté para él y lo quiera. “No es que una esté siendo mala madre, yo misma he tenido que convencerme de que no soy mala madre al darme tiempo a mí misma”.
En particular, durante el confinamiento por Covid-19, se dio cuenta de que el tiempo personal era una necesidad, pues al estar en todo momento con él, fue cuando reconoció que realmente en ocasiones requiere tiempo a solas.
Lo más importante, desde su visión, es aprender a balancear entre todas las actividades que cada quien hace, de manera que puedan compartir con la pareja, los hijos, las amistades, la familia y el tiempo personal.
El feminismo, opina, ha influido de forma positiva para que poco a poco la sociedad vaya comprendiendo esto, pues la vida de las mujeres no tiene que girar en torno a su maternidad en todo momento.
“Cuando eres mamá no sientes cansancio porque el amor te hace olvidarlo”, es una de las frases que suelen crear esta idea de madres todopoderosas y, aunque Ileana se la topó nuevamente en estos días, celebra que en esta ocasión los comentarios visibilizaron que las mujeres y madres también se cansan porque son personas y eso no hace mejor ni peor su maternidad.
¿Qué pasa cuando la sociedad les exige a las mujeres ser madres y perfectas? ¿Y si las mujeres no cumplen ese ‘rol’ que ‘les toca’?
“Es que soy una mala mamá si me quedé dormida, es que soy una mala mamá si hizo un berrinche y no sé qué hacer, es que soy una mala mamá si le doy mucho o poco pecho […] Es infinita la lista de cuántas veces ellas se nombran como malas madres y cuando buscamos (en terapia) nos damos cuenta de que esas expectativas no nacieron de ellas, sino de un sistema machista o familiar que les exige cumplir con eso”.
La sicóloga con perspectiva de género Nallely Barrera Acosta, fundadora de La Morada MX y colaboradora de la Escuelita Feminista Peninsular, explica que cuando las imposiciones sociales llegan a las mujeres que deciden ser madres, la culpa también lo hace.
“De manera desafortunada, es muy común; llevamos históricamente recibiendo un mensaje con respecto a lo que significa ser madre, además de que, desde pequeñas, en la mayoría de las ocasiones se nos inculca y motiva a ser mamás”.
Desde la infancia, apunta, a las niñas les regalan muñecas y juguetes relacionados con el hogar, enviándoles ese mensaje de “ser madres” y, en particular, lo que significa ser una “buena” mamá y, aunque en México la figura materna es venerada, “al mismo tiempo es sumamente violentada si se sale de esos estereotipos”.
Los estereotipos, explica, se traducen en cargas emocionales para las mujeres, incluso cuando no son madres; pero, al decidir ser mamá, enfatiza que “no dejamos de ser mujeres cuando decidimos embarazarnos”.
Invita a cuestionar lo que se ha enseñado sobre lo que significa ser mamá, “a terapia, las mamás vienen cargadas con mucha culpa con respecto a no cumplir con las expectativas sociales, familiares y hasta que ellas mismas se han creado, olvidando que también son mujeres, hermanas, hijas, trabajadoras, que tienen deseos o sueños”.
Romper estos mitos, implica no anularse a sí mismas cuando deciden maternar; ejemplificó que, cuando las niñas comienzan a menstruar, les nombran señoritas, aunque siguen siendo niñas; “pareciera que cuando las mujeres llegamos a un ciclo o una etapa de la vida se eliminara la otra y nada que ver”.
Para ella, lo más importante es recordar que siguen siendo mujeres, tomar conciencia sobre esto, señala, da la ligereza para vivir sin culpa y permitirse tener miedo, mirar las decisiones sobre la maternidad como oportunidades o retos y hasta como procesos de conocimiento, mas no como fracaso.
“No olvidar que somos mujeres, ya que eso nos permite seguir desarrollándonos o buscando estrategias para seguir sintiéndonos mejor con nosotras mismas y buscando el crecimiento personal; cuando yo hago eso, puedo brindar habilidades o estrategias a mis hijas o a mis hijos”, explicó.
Cuando las mujeres se olvidan a sí mismas, suele ocurrir con la falsa creencia de que es por el bien de las y los hijos; pero la especialista visibiliza que “el reto es ponerse en el centro” para reconocer sus necesidades y saber que eso no es egoísta, pues al nutrirse con amor propio, darán amor a quienes les rodean.
La generación que hoy es madre, apunta, de alrededor de 45 años (o menos), son las hijas de las madres que intentaban (más aún) cumplir el rol de madres perfectas e incansables, es así que hoy ellas como madres tienen sensación de fracaso al no cumplir esos estereotipos, convirtiéndose en depresión, ansiedad, ataques de ira, entre otras manifestaciones de culpa.
“Que este 10 de mayo se den la oportunidad de ser libres […] Pensar, sentir y actuar desde ese instinto de ser mujer”.
Sugirió encontrar alguna situación en particular que les esté pesando, para elegir y trabajar sobre ella, poniéndose al centro, como mujeres. “Y para las personas que les rodeamos, más allá de darles un regalo, es darles la oportunidad de que puedan ser ellas mismas y mirar a esas madres como mujeres que también tienen historias y han hecho lo mejor que han podido con lo que han tenido”.
“Mirarlas como mujeres, más allá de mirarlas como mamás, puede ser el mejor regalo”.
Enfatiza que este día es creado en la búsqueda de continuar arraigando el estereotipo de las mujeres madres, pues fue cuando las feministas comenzaron a cuestionar el sistema que instauraron esta festividad.
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