de

del

Me acecha, sí, me enamora

La muerte es algo serio y por eso jugamos con ella
Foto: Fernando Eloy

Moriremos. Nuestra única certeza, la incontestable y definitiva, es que moriremos. Quizá por eso los mexicanos hemos establecido una relación especialmente compleja con los muertos y con la muerte, celebrándola como la mejor manera de festejar la vida: “¿En qué quedamos, Pelona? ¿Me llevas o no me llevas…?”

En México nuestra relación con la muerte es peculiar; la muerte es algo serio y por eso jugamos con ella: la mexicana muerte está llena de vitalidad y por ello nuestros muertos nunca se van del todo, pues siempre tienen cuentas pendientes con nosotros y cuando regresan de ese lejano no-lugar en el que habitan, vienen cansados, con hambre y con sed, y nosotros los esperamos no sólo con nuestros recuerdos, sino con todo aquello que nos edifica como la comida, la música, un buen trago y nuestros brazos abiertos.

Como quiera, la muerte siempre nos estimula a indagar sobre el origen de todo lo que existe: hechos de maíz, venimos de la tierra y hacia ella regresaremos para cumplir el ciclo con que se teje la eternidad: esa mitología nutricia de lo que somos marca las coordenadas de nuestra cultura.

Más la cultura es en realidad un conjunto de diversos afanes humanos: es raíz, es lazo, es también lucha, diálogo y resistencia. El estructuralismo nos descubrió que las culturas son sistemas de símbolos y la tradición marxista potenciada por las aportaciones de Antonio Gramsci nos permite ver que esos sistemas de signos operan en una ecología de contradicción predeterminada —al menos en principio— por las diferencias de clase.

Así, a la cultura hegemónica (oficial y orgánica), la que opera con el sistema de signos diseñado desde el poder, se oponen las culturas no-hegemónicas como la cultura popular, las culturas juveniles, las culturas de la marginalidad, las contra-culturas, etc., mismas que se caracterizan por su carácter heteróclito y hasta contradictorio.

Al constituirse como sistemas simbólicos que interactúan en una ecología de lucha abierta o al menos de contradicción latente, las culturas se influyen e impulsan con ello transformaciones que las convierten en entidades dinámicas. En los fenómenos culturales podemos identificar un devenir que permite dar cuenta de que en una tradición hay etapas y que una tradición que no se sincroniza con su tiempo se acerca peligrosamente a su desaparición definitiva, por lo que quienes apelan a conservar una manifestación cultural petrificándola no tienen consciencia de que las culturas son dinámicas y que ello es precisamente el factor que hace posible su permanencia en el tiempo; una práctica cultural auténtica se transforma sin traicionar sus aspectos esenciales y ello puede ejemplificarse claramente con una manifestación como el tango y desde luego con una tradición efectivamente popular como el mexicanísimo Día de Muertos.

El caso de la celebración de muertos en el país es, en ese sentido, muy interesante. Convertida por la industria turística en mercancía y por algunos gobiernos locales en espectáculo circense (los concursos de altares y los paseos de personas maquilladas con grandes ojeras y el rostro blanquecino, e incluso el desfile de zombis que organiza el Ayuntamiento de Mérida, ilustran lo expuesto anteriormente), el Día de Muertos tiene muchos ángulos antropológicos que deberían ser analizados, pues si bien las prácticas ya referidas pueden verse como manifestaciones de una tradición, en realidad tienen un fondo espurio porque son parte de un sistema simbólico completamente distinto al que supone la solemnidad de estas fechas en nuestro país, pues se constituyen como formas de diversión o entretenimiento que nada tienen que ver con esa manifestación cultural.

El caso de Yucatán es peculiar, pues todo se instrumenta en torno del Janal Pixan (comida de las ánimas) que se ofrece a los difuntos en un altar lleno de elementos simbólicos. La celebración es solemne e íntima, a diferencia de lo que sucede en lugares como Pátzcuaro, Mixquic o la Huasteca, donde el acto es multitudinario y público. Los altares, además, son sencillos y austeros y carecen del colorido que tienen en otras regiones; no hay en ellos calaveras de azúcar ni adornos de papel picado, aunque ahora vemos algunos elementos que no son locales como el pan de muerto que suele utilizarse en el centro del país. Asimismo, la tradición original determina que en los días más solemnes se ofrecerán a las ánimas los platillos que en vida le eran más placenteros y una semana después se les convidará del “pib” o tamal cocido en horno de tierra, no sólo para que degusten en su último día de visita, sino para que puedan llevar consigo en el camino de regreso sin riesgo de manchar su ropa recién lavada.

La sola idea de realizar concursos de altares con el pretexto de preservar la tradición, al entrar en la dinámica de la competencia, desvirtúa completamente el espíritu de la conmemoración y la introduce en un sistema de signos totalmente ajeno al de la práctica tradicional, sobre todo porque convierte en simple entretenimiento lo que tiene una vocación de gran solemnidad y respeto. Los mexicanos dignificamos a la muerte y a los muertos porque a través de ello nos nutrimos de vida y honramos nuestro pasado; la muerte es menos absoluta y rigurosa si los muertos pueden regresar al mundo de los vivos. 
Los mexicanos sabemos que la muerte nos acecha y nos enamora “con su ojo lánguido”, como diría José Gorostiza, en cuya memoria se titulan estas consideraciones un poco atropelladas, tomando un verso de su poema titulado “Muerte sin fin”.



Edición: Estefanía Cardeña


Lo más reciente

Cadillac oficializa su llegada a la Fórmula 1

El director ejecutivo de la escudería, Dan Towriss, dijo que hasta el momento no se ha fichado a ningún piloto

La Jornada

Cadillac oficializa su llegada a la Fórmula 1

Atacan a asistentes a un velorio en Querétaro; hay tres heridos

Velaban a dos hermanos quienes fueron asesinados en ese mismo lugar el pasado 28 de abril

La Jornada

Atacan a asistentes a un velorio en Querétaro; hay tres heridos

Diablos Rojos vence a Guerreros de Oaxaca y consigue 12 victorias al hilo

Esta es la octava ocasión en la historia de la organización que se tiene una seguidilla con ese número de encuentros ganados

La Jornada

Diablos Rojos vence a Guerreros de Oaxaca y consigue 12 victorias al hilo

Desde Arabia Saudita, 'Canelo' vuelve a reinar en división de supermedianos

El mexicano se impuso por decisión unánime al cubano William Scull y recuperó el cinturón de la FIB

La Jornada

Desde Arabia Saudita, 'Canelo' vuelve a reinar en división de supermedianos