Opinión
Leobardo Cox Tec
09/01/2025 | Mérida, Yucatán
El maestro ceramista Luis May Ku, originario de Dzan, un municipio al sur de Yucatán, se ha convertido en el guardián de los conocimientos técnicos para producir el pigmento conocido como azul maya. Este pigmento fue sintetizado por los mayas antiguos utilizando el tinte de la planta conocida en maya como ch’oj que corresponde al añil centroamericano (Indigofera suffruticosa) y ciertos minerales que se encuentran en las minas de aquella región.
El procesamiento de este pigmento ha constituido un misterio para los científicos durante décadas. Sin embargo, el maestro Luis, tras varios años de investigación de campo en comunidades del oriente y sur de Yucatán, así como en la zona maya de Quintana Roo pudo encontrar la fórmula para producir el pigmento azul maya y posteriormente pudo confirmar con ayuda de análisis realizados por científicos nacionales y extranjeros que el tratamiento realizado en la elaboración de sus muestras de pigmentos indujo intercalación entre las moléculas de índigo y el mineral utilizado, produciendo así un genuino azul maya, es decir, con la misma composición química que las muestras de la pintura encontradas en murales mesoamericanos, como el del templo de Chichén Itzá, creado alrededor del año 450 después de Cristo.
Foto: Leobardo Cox Tec
Este pigmento histórico destaca por sus propiedades: la intensidad de su color, su resistencia a la luz, a la biocorrosión y al calor moderado y su tolerancia a la humedad, lo que ha facilitado su permanencia hasta nuestros días. El nombre de “azul maya” se debe a que en un principio se pensó que solamente había sido aprovechado en la zona maya, aunque posteriormente se encontró en otros sitios arqueológicos del centro del país. El estudio de este pigmento se ha centrado en su aplicación en el antiguo arte maya, pero poco se ha abordado su uso ritual vigente entre los mayas contemporáneos y la forma en la planta de ch’oj se siembra, se cosecha y se procesa para la obtención de este color.
En Xocén, al oriente de Yucatán, el color azul se emplea en la indumentaria tradicional con propósitos de protección. Por ello, se bordan ramos de ch’ooj (Indigofera suffruticosa Miller), la planta de donde se extrae tinte azul, en los hipiles de los bebés para evitar que enfermen de mal de ojo o que los malos aires dañen su salud. De igual manera, se colocan ramos de ch’ooj sobre la puerta de las habitaciones como un método efectivo para alejar dicho mal. Históricamente, los mayas antiguos solían pintar de azul el cuerpo desnudo de los esclavos que serían sacrificados con fines rituales. Además, coloreaban con betún azul calaveras de venados durante los rituales dedicados a los dioses de la caza. En la actualidad, el tinte azul extraído de la planta ch’ooj se utiliza durante el carnaval de Dzán para pintar a los participantes de las comparsas tradicionales, conocidos como wi’it’es. En otros pueblos mayas es común que el martes de carnaval, durante la llamada Batalla de Flores, los participantes manchen su cuerpo con el pigmento ultramar o “azul de lavanderas”, un blanqueador de ropa muy popular entre las mujeres mayas, quizá como sustituto del pigmento del ch’oj. Pintarse de azul para el carnaval, además de ser parte de la diversión propia de estas fiestas, en mi opinión, también posee un valor ritual y de protección porque durante estos días se cree que el diablo anda suelto.
Foto: Leobardo Cox Tec
Por último, es importante señalar que Luis May se ha dedicado a la siembra de Indigofera suffruticosa en Dzan y junto con su familia y amigos cercanos ha establecido un laboratorio-taller en el que produce el pigmento para su comercialización. La primera etapa es la cosecha de la planta, posteriormente se realiza la extracción de la tinta mediante un sistema tradicional que el maestro aprendió del municipio de Niltepec, en Oaxaca; al final, sintetiza la tinta para producir el pigmento del azul maya. Poca gente ha tenido la oportunidad de observar el proceso de extracción de tinta. El creador de contenido digital, Alejandro Xiinbal, pudo realizar un video reportaje de los principales momentos de este trabajo ancestral, por lo que comparto el enlace para quienes deseen conocerlo.
Extiendo un agradecimiento especial al Mtro. Luis May Kú por las facilidades otorgadas para documentar parte de su trabajo con la planta de ch’oj y el pigmento azul maya. Del mismo modo agradezco a Alejandro Xiinbal, mi fiel compañero de viaje, por su importante labor en la documentación de saberes ancestrales en los pueblos de la península.
Edición: Estefanía Cardeña