Los tours náuticos enfocados en actividades de buceo y esnórquel se estarían recuperando en esta temporada de verano, por lo que prevén que nuevamente el 40 por ciento de todas las visitas regresen al Museo Subacuático de Arte (MUSA), estimó Roberto Díaz Abraham, presidente del museo.
“Ahorita que ya estamos en plena recuperación estimamos que al año podremos recibir un millón de personas en el Parque Marino, de las cuales aproximadamente el 40 por ciento van al museo, y estamos hablando de una descarga importante”, apuntó.
El parque está conformado por tres áreas naturales protegidas, que son: Punta Nizuc, Manchones (la Costa Occidental de Isla Mujeres) y El Meco, también llamado Punta Sam y es una opción para evitar la saturación de visitantes a los arrecifes naturales.
De acuerdo con el histórico que se tenía antes de pandemia, un total de 400 mil visitantes estarían llegando al MUSA este año, cifra que se redujo dramáticamente con la pandemia, pero ahora que las ocupaciones y vuelos se han restablecido, superando incluso algunos récords previos al Covid-19, se prevé regresar a los mismos números.
La buena noticia -dijo el entrevistado- es que hay muchos visitantes, cada vez el MUSA resulta más atractivo, es más conocido, pero eso a su vez provoca también algunos inconvenientes, porque están tan llenos los salones que es difícil sacar fotos en solitario.
El MUSA se mantiene con ciertos conflictos para crecer, lleva ya tres años sin lograr sumergir una sola pieza y mientras no se generen los apoyos para la obtención de permisos no hay mucho por hacer, lo que podría afectar al arrecife natural, si la gente deja de acudir al museo.
“También te encuentras con que muchas de las esculturas ya están totalmente cubiertas, entonces para poder dar continuidad y hacer reparaciones, descargar las esculturas que ya están muy llenas, tendríamos que abrir un nuevo salón y tenemos las esculturas para hacerlo, hay lugares como La Cruz de la Bahía, pero hay una sola pieza, ahí se podría abrir un nuevo salón de buceo y serviría para comparar cómo evoluciona el arrecife y la vida marina”, comentó.
El problema para los permisos, reiteró, es que se requiere cumplir con un importante número de estudios, que son muy caros y que ni siquiera el parque en totalidad podría pagarlos, porque serían entre 600 y 800 mil pesos al año.
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Edición: Mirna Abreu
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