Con su diminuto cuerpo de apenas 2 centímetros de largo, el Xibalbanus tulumensis es capaz de generar un veneno que paraliza a sus víctimas y lentamente disuelve su carne para que él pueda consumirla. ¿Te suena aterrador?
En realidad el Xibalbanus tulumensis es completamente inofensivo para el ser humano, pero destaca entre las 70 mil especies de crustáceos porque es el único que ha sido identificado como venenoso al segregar por sus colmillos un líquido cargado de toxinas y enzimas.
Esta especie es endémica de la Península de Yucatán y fue descubierta en una cueva ubicada entre Puerto Morelos y Tulum, en Quintana Roo, en 1987, aunque en ese momento se desconocía su característica única.
Fue varios años después, en 2013, que el científico alemán Bjorn von Reumont, del Museo Británico, y el mexicano Fernando Álvarez, del Instituto de la Biología de la UNAM descubrieron que este diminuto y primitivo ser es más similar a las serpientes de cascabel que a los remipedios, familia a la que pertenece.
El Xibalbanus tulumensis se encuentra en la oscuridad de los cenotes a más de 12 metros de profundidad, por lo que sólo puede ser apreciado por buzos y no existe ningún riesgo para el ser humano, pues la especie no alcanza a depositar suficiente veneno para causar alguna afectación.
Incluso el Récord Guinness reconoce a la especie como la primera especie conocida de crustáceo venenoso
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