Carlos Águila Arreola
Foto: Ap
La Jornada Maya
Cancún, Quintana Roo
Miércoles 1 de febrero, 2017
En 2007, el ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pretendía realizar un enorme desarrollo turístico en Punta Molas o Punta Arrecifes, en la parte oriental de la isla de Cozumel, zona virgen y de alta fragilidad ecológica en el mar Caribe; al final, el magnate decidió retirarse por dos cuestiones: una presunta mordida de 20 millones de dólares para otorgar un cambio de uso de suelo, y la resistencia de ambientalistas.
De acuerdo con Fabiola Cortés Miranda, dirigente de la asociación civil [i]Somos tus Ojos[/i], el ex gobernador Roberto Borge Angulo también vendió los terrenos que alguna vez quiso el quincuagésimo quinto presidente estadunidense.
La activista recordó que “se ha dicho que el entonces alcalde panista Gustavo Ortega Joaquín (2005-2008) habría pedido a los hijos de Trump 20 millones de dólares para otorgar el cambio de uso de suelo a la zona y asignarle las densidades necesarias para construir tres mil cuartos hoteleros, marina, canales, campo de golf, tiendas y hasta aeropista”. Ortega Joaquín negó tales acusaciones.
El otro gran problema que enfrentó el proyecto fue la resistencia de ambientalistas y ciudadanos, liderados entonces por Guadalupe Álvarez Chulim, presidente de Cielo, Mar y Tierra (Citymar), debido a que implicaba devastar manglares y vegetación diversa, y lo peor: una grave sobrecarga y contaminación para la ínsula.
La activista recordó que Gustavo Ortega siempre sostuvo que no fue la solicitud ilícita de dinero ni las cuestiones ambientales, sino la crisis hipotecaria en Estados Unidos la que hizo desistir a Donald Trump de invertir en Cozumel.
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