Joana Maldonado
Foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya
Chetumal, Quintana Roo
Jueves 27 de octubre, 2016
La comunidad menonita del poblado de Nuevo Salamanca en Bacalar, -ubicada a media hora de la capital quintanarroense-, se conforma por más de mil 200 personas; su economía se basa principalmente en la agricultura: producen soya, sorgo y trigo que en su mayoría se exporta a Yucatán y Puebla, tienen su propio sistema educativo, eligen a su gobernador y mantienen a la comunidad con el trabajo en el campo.
Llegaron desde 2004 a la comunidad de Salamanca, Bacalar. Desde entonces han pasado 12 años y 400 nuevos nacimientos, por lo que la comunidad se expande rápidamente.
Todos ellos, provenientes de Belice, nacieron en Chihuahua, pero sus padres emigraron en busca de mejores tierras para cultivar, que básicamente es lo que mantiene su constante migración. Cuentan con doble nacionalidad, beliceña y mexicana.
“Somos muy felices aquí”, asegura Jorge Nicolai, quien se presenta como gobernador de Salamanca vistiendo su ropa tradicional: overol, botas, camisa a cuadros y sombrero de paja.
Algunos creen que viven en el siglo pasado y no se comunican con el exterior, pero están muy pendientes del precio del dólar porque su economía sólo se sostiene de la venta de sus productos y ayer participaron en el Foro para conformar el Plan estatal de Desarrollo, en donde estuvieron las autoridades de la Sagarpa y la Secretaría de Desarrollo Indígena y Desarrollo Rural del gobierno estatal.
Jorge Nicolai fue electo de entre un grupo de ciudadanos de la colonia en donde sólo votan los varones mayores de 18 años bajo un ejercicio democrático republicano.
Producen, en 3 mil hectáreas, frijol, maíz, hortalizas, sandía, tomate y chile; además de soya y sorgo que venden por tonelada a Yucatán y Puebla, libres de transgénicos porque la legislación en el estado no les permite emplear organismos genéticamente modificados.
Jorge Nicolai asegura que el gobierno estatal y federal apoya mucho a la colonia, pero su apuesta a futuro es a la ganadería, que no depende de las condiciones climáticas que hacen variable la producción agrícola.
Necesitan más apoyo para el sistema de riego y los caminos saca-cosecha, y con ese apoyo están conformes. “Tenemos la confianza de que nos seguirán apoyando y aumente, necesitamos para el ganado”, dice el gobernador.
Reciben 380 dólares por tonelada de soya y sorgo por parte de la empresa yucateca, cuyo nombre no recuerda. Explica que ahora que cosecharon el dólar está a bajo precio y ello reduce las ganancias, que se reparten entre toda la comunidad.
“No podemos modificar el contrato, es un precio anual; lo tratamos de negociar con otras empresas, pero es la que mejor precio nos ofrece”, dice.
Los miembros de la comunidad comenzaron a comerciar hace poco con quesos y leche, de gran ayuda sobre todo cuando los cultivos son bajos por la ausencia de lluvias.
Su economía es autosustentable. Es muy común verles en Chetumal, capital del estado, sólo en mercados. Las mujeres se dedican a las labores de casa y la educación de los niños antes de los 13 años, cuando se insertan en el mercado laboral.
En Salamanca no hay luz eléctrica; cuentan con 16 escuelas –una en cada campo-, y dos iglesias en donde practican la fe anapabtista radical, de la filosofía del sacerdote Menno Simmons –a quien deben su nombre- y cuya base es el pacifismo.
En las 16 escuelas sólo acuden los niños de 6 a 13 años. Leen, escriben en español e inglés beliceño. No cuentan con niveles como secundaria y preparatoria, porque su idea de desarrollo es la dedicación al campo.
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