El pez león, una amenaza en crecimiento para los ecosistemas marinos de Yucatán

Especial: Espejo de agua, por el Día de la Gente del Mar       

Come de todo, crece rápido y se puede encontrar en cualquier lugar. Esas son algunas de las características que han ocasionado la invasión del pez león en costas yucatecas, convirtiéndose en una amenaza en crecimiento para los ecosistemas marinos.

El pez león es una especie introducida que se reportó por primera vez en la costa de Yucatán hace 11 años. Durante la charla Crónica de una invasión anunciada: el pez león en la costa de Yucatán, el biólogo Alfonso Aguilar Perera habló sobre su introducción e invasión.

“Para entender la invasión del pez león tenemos que identificar qué es una especie introducida”, aseguró el investigador. Dichos animales proceden de otras latitudes y por diversas circunstancias terminan en lugares lejanos.

El pez león proviene de un sitio entre el océano Índico y Pacífico, al norte de Australia. Este pez, mal llamado escorpión -por el veneno que tiene en sus aletas dorsales-, no se encontraba en el océano Atlántico.

Es un pez marino tropical y de arrecifes coralinos catalogado por los científicos dentro del orden Scorpaeniformes de la familia Scorpaenidae. Su nombre científico es Pterois volitans, que significa “que tiene alas para volar”.

Dada su vistosidad, el pez león es un animal muy cotizado en el comercio de acuario, siendo Estados Unidos uno de los principales importadores para cubrir la demanda de la gente que le gustan los acuarios de agua salada, que son poco comunes. Un pez león puede alcanzar precios que oscilan entre 60 y 70 dólares.

¿Cómo llegó el pez león a Yucatán?

Existen varias hipótesis en torno a lo que ocurrió con la invasión del pez león en Yucatán. Aguilar Perera detalló que una de ellas es que se trató de una liberación accidental hace 30 años en Florida, pero la realidad es que no se conoce a ciencia cierta.

“Se dice que en Florida hubo un huracán que rompió unos acuarios y los peces león llegaron al mar, en donde al ser peces tropicales, se adaptaron. Posteriormente se reprodujeron y dada la condición de su ciclo biológico dispersaron sus larvas por la región”.

Hasta el año 2000, expuso, fue que se identificó a esta especie como invasora, pues además de Florida, llegó a costas de Carolina del Norte, por lo que científicos estadunidenses alertaron sobre este hecho. En México, dijo, todavía no se sabía lo que sucedía.

Más adelante, en el 2017 surgió otra hipótesis -la más viable, desde su perspectiva- de que el pez león llegó como polizón procedente de las plataformas petroleras que son remolcadas desde el Pacífico hasta el Atlántico.

Sus características

El peso máximo de un pez león -no introducido- es de un kilo y su talla máxima de 30 centímetros. También cuenta con 13 venenosas espinas dorsales y 12 radios. Uno de los problemas de tener al pez león en cautiverio, explicó el académico, es evitar su pinchadura, ya que es poseedor de un veneno muy fuerte.

En cuanto a las especies introducidas, acotó que su peso máximo es de 1.8 kilos -casi el doble- y su talla máxima de 47 centímetros. Esto significa que se está adaptando al comer lo que encuentra en el arrecife. Son sus larvas y las corrientes lo que han permitido su dispersión.

El pez león se reproduce todo el año y es fecundo, es decir, produce una gran cantidad de huevecillos. Esto ocurre mediante fertilización externa, cuando liberan óvulos y esperma en el mar; y viajan por las corrientes para formar una larva a los 30 días.

Comen de todo

La problemática real del pez león es que su población crezca a tal grado que sea competitivo con las especies nativas, lo que ya está ocurriendo en las costas estatales. Otros peces, crustáceos y camarones forman parte de la dieta de esta especie. “Comen de todo, sin distinción”.

Ahora es frecuente encontrarlo a profundidades entre los 15 y 20 metros, cuando antes era común a uno o dos metros. Su capacidad de adaptación, señaló Alfonso Aguilar, puede alcanzar incluso los 200 metros; y en salinidades muy bajas, casi de agua dulce.

En lo que respecta a los seres humanos, Aguilar Perera destacó que uno de los peligros de esta especie llega a la hora de su manejo a razón del veneno neurotóxico que portan, el cual es tres veces más potente que el de un bagre.

Una de las soluciones que se han planteado para combatir esta invasión, apuntó, son las campañas para comérselo, pues independientemente de sus espinas venenosas, la carne es comestible. Esto ha tenido promoción también en la península de Yucatán, durante una feria gastronómica en Río Lagartos, la cual gozó de gran aceptación.

Por ello, La Jornada Maya presenta este especial sobre la gente de mar, la pesca en la península de Yucatán:

-La pesca en la península, tradición, pero también peligro

-Mueren en promedio 35 pescadores al año en Yucatán

-Pescadores campechanos en incertidumbre por bajas capturas

-Rudesindo Cantarell, pescador camaronero que descubrió un campo petrolero

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Edición: Ana Ordaz