Cecilia Abreu
Jesús Peraza es un escultor que, con su obra, espera que las personas regresen a vivir las sensaciones que experimentaron desde sus inicios, por lo que espera que se involucren con ella en conciencia plena.
Expresa que presenta “una escultura que debe ser leída con una percepción de todos los sentidos” y con esto recuerda que un niño al nacer lo primero que hace es oír su entorno y luego abre los ojos, comenzando a utilizar todos sus sentidos.
Y considera que “el primitivismo de la obra, con los materiales tan crudos y originales es una exigencia al observador, quien la devela, la descubre, es volver a esas sensaciones originales”, dado que se encuentra hecha de canteras e hilos de henequén.
En general, en esta etapa creativa, los materiales que utiliza suelen presentarse en su estado primitivo u original, como en el caso de las canteras, que reconoce como parte de Yucatán por ser y estar hechas de dicha materia.
Por eso, considera que utilizarlas es un enclave de una historia, pues integra a su obra desde las que encuentra en la costa que llegan a tener cadáveres de microorganismos, conchas y esqueletos e identifica como conchuela hasta las de Ticul, que se ubica en la parte más alta de Yucatán.
Precisamente, la diferencia entre las ubicaciones de las piedras, le permiten incluir colores de contraste en su obra, pues la de la costa es blanca, mientras que la de Ticul es roja. “Simple y llanamente busqué la naturaleza del ensamblaje de las formas”.
También usa hilos de henequén, que se encontró cuando cerraron la industria henequenera, esperando utilizarlos en algún momento de su vida y ahora con su arte consiguió hacerlo; aunque aprovecha para manifestar su inconformidad con el cierre de la industria de esa fibra.
Al incluir la fibra en su creación, explica que quiso construir un proceso estético más allá de lo natural, porque piensa que incluso podría haber usado únicamente la cantera con una base de cedro, pero al hacer el ensamblaje convoca a los hilos y la naturaleza del henequén.
De hecho, recuerda que los mayas usaban el henequén para las hamacas, el yute, los hilos de su ropa y zapatos y decide usarlo porque es uno de esos orígenes “tan eternos como el sol”, como él mismo expresa.
Pero no solamente lo involucra como un material aislado, sino que lo incluye porque considera que “el henequén tiene esa historia fibrosa ligada a la cantera, o sea, ¿quién va a vivir en una cantera?, pues un henequén”.
El propio autor reconoce en su obra organicidad y evolución natural, apuntando que brindan una sensación acogedora y, con esta idea, ha creado cientos de piezas, aunque no sabe con exactitud cuántas porque ha tenido esa idea como raíz de su arte desde hace siete años.
“Digamos que de una obra nacen otras asociaciones, pero siempre hay una raíz, no me he podido desprender en estos años de esa percepción”.
Actualmente su obra se encuentra en la Galería SoHo, en Capillas Señoriales y otros puntos de Mérida.
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