Foto: La Jornada Maya

Sin lugar a dudas, Armando Manzanero Canché es un gran personaje de la música de Yucatán. Fue el lenguaje coloquial y cotidiano de sus canciones lo que lo llevó a romper las fronteras, según el trovador yucateco Jorge Buenfil Ávila, quien en entrevista recordó que su obra se ha traducido a prácticamente todos los idiomas.

“Convirtiéndolo en un fenómeno -en otra escala y guardando todas las dimensiones- a lo que fue Guty Cárdenas en su época”. Para este músico originario de Tekax, el maestro Manzanero le dio la vuelta a la historia de la música mexicana.

“Lo hizo porque llevó el bolero, la clave y otras cosas que no se conocían en esos tiempos en los que estaba muy de moda, qué se yo, Tata Nacho y otro tipo de música más del estilo campirano”, sentenció.

Para Jorge Buenfil, cuando Manzanero “sacó la cabeza” en la Ciudad de México -antes Distrito Federal- le dio la vuelta a todo lo que habían hecho grandes autores como Agustín Lara y Álvaro Carrillo, una tarea para nada fácil al tratarse de tales maestros de la composición.

“Le da la vuelta porque finalmente la canción tiene que ser así, no puede estarse quieta; y él lo que utiliza es un lenguaje más coloquial, cotidiano y actual. Causa un impacto tremendo en la canción popular en el país; y luego mundialmente por la calidad de su música”, expresó.

Alguna vez incluso, contó, platicando con Amaury Pérez, comentaban el impacto de la llegada de la música de Manzanero. “Le dio la vuelta por su calidad musical, la innovación de las formas letrísticas que se utilizaban, la actualización de lo que había que cantar y la manera tan cotidiana que tenía de decir las cosas”.

Es sin duda un parte aguas que, reiteró, se compara con Guty, quien encabezó la gran revolución (musical) al llegar a la Ciudad de México.

La gente manda

En cuanto al lugar que ocupa Manzanero en el universo artístico, el cantautor opinó que son situaciones que “se van dando”; pues quienes han hecho las cosas bien apartan su lugar en ese nicho, ya que es la misma gente quien otorga sus lugares a los autores.

“Algunos están llenos de fama y otros de calidad. Por ejemplo, uno de los grandes autores que tenemos en nuestra tierra y que era compadre de Armando Manzanero, es don Luis Demetrio, quien también tiene un gran lugar en la canción popular. Enorme compositor, a pesar que no tuvo tanta fama como Armando”.

Buenfil Ávila afirmó que los talentos que hacen las cosas con sinceridad “se van poniendo en el escaparate”. Esos que han aportado a la música popular elementos que van a ser valiosos para toda la vida.

Por otro lado, opinó, existen productos que han emanado de la publicidad y que luego de dos o tres años nadie se acuerda de ellos, lo que atribuye a una desinformación procedente de medios como Televisa o TV Azteca, que los venden con calidad y finalmente terminan siendo “como cualquier jabón”.

Fenómenos de la talla de Armando Manzanero “no se dan en macetas, ni los venden”, dijo, sino que de vez en cuando surgen artistas de estas dimensiones tan contundentes en el caso de la canción popular o cualquier otro ámbito. 

“Son tremendos monstruos que aparecen el en siglo; y que a la gente que trabajamos en esto nos dejan una ‘chamba’ enorme, una gran responsabilidad, porque no te puedes bajar de calidad a lo que dejaron. Es maravilloso para quienes seguimos haciendo cosas, porque representa un reto enorme”, sostuvo.

La defensa

Sobre la incansable labor de Manzanero por la defensa de los derechos de autor, Jorge Buenfil comentó que antes de su paso por la Sociedad de Autores y Compositores, la defensa de las autorías estaba “un poco perdida”.

“A veces se firmaba por equis cantidad de tiempo, se perdían los derechos; y el defendió todo eso y realmente era muy estimado por esa función, ya que puso en su lugar lo que nos pertenece a los creadores, en este caso de la música”.

A muchos les pasó, recordó, que por alguna razón no podían cobrar regalías por su trabajo, sino que las cobraban terceros y finalmente fue Armando Manzanero quien puso orden en esto; y ahora además que no pierden sus derechos como autores, se pueden cobrar regalías por la obra.

Esto lo logró haciendo una revisión de la situación y se dio cuenta de que “por ahí había que enderezar la cosa”, porque estaba en el puesto adecuado y con la gente idónea para estar ahí. “Esa fue la gran fortuna que tuvo”, detalló Buenfil.

“Y me imagino que lo hizo con mucha rectitud, pues también en estas cuestiones hay mucha corrupción”, advirtió.

‘Jorgito, quiero que vengas a mi oficina’

Tras una breve pausa, Jorge Buenfil lanzó a pregunta expresa: “sí lo conocí muy bien, era un encanto”. Recordó que lo buscó en la Ciudad de México cuando hizo su primera grabación, se la llevó y a los tres días le llamó: “Jorgito, quiero que vengas aquí a mi oficina”. 

“Al acudir al encuentro, el maestro Manzanero me dijo dos cosas que me impresionaron mucho, la primera: ‘tu disco es simple y sencillamente maravilloso, pero te van a entender de aquí a 40 años, paisano. Estás adelantado a tu época’”.

“La otra que me dijo tiene que ver una canción que se llama Lejos. ‘Qué barbaridad, pusiste todo lo que existe en Yucatán en una canción. Esa la tendría que haber hecho yo, paisano’”. Así sucedió cuando escuchó el primer acetato de Jorge Buenfil. 

En cada encuentro entre el tekaxeño y Manzanero, este siempre le manifestó su deseo por colaborar juntos. Incluso cuando estaba en Yucatán, invitaba a Buenfil a las fiestas en donde acudían, desde artistas hasta diplomáticos a las propiedades que el extinto cantautor poseía en la región.

“Me decía ‘vente y por favor cántame cuatro canciones; o mejor cinco’ y callaba a todo el mundo. En una ocasión sucedió en Día de Muertos; y al concluir me decía ‘listo paisano, muchas gracias’ antes de meter un cheque en mi bolsa”.

Manzanero Canché también tuvo la intención de grabar con Buenfil Ávila. “Jorgito, estaba pensando en ti, está pendiente lo de la grabación” sentenciaba al cantautor. Nunca sucedió, pero sí echaron un “palomazo” en el restaurante La Trova, a donde don Armando llevó a sus amigos para escucharlo. Ahí entonaron Para Olvidarte, de Guty Cárdenas.

Una ‘mochilita’ bastante pesada

Para Jorge Buenfil uno de los mayores daños a la trova yucateca radica en el “cultivo”, es decir, cuando les dicen “qué linda canción”, pues acorde a su perspectiva, existe una deficiencia en la cuestión letrística, lo que “es una pena por todas las cosas que nos dejaron los viejos trovadores: una gran calidad en ese rubro”.

“Más que concursos, me encantaría que las autoridades culturales hicieran un trimestre para estudiar la letrística, la manera de hacer letras; y otro que se estudie música, lo que tiene que ver con la trova, porque no la podemos dejar dormir, tiene que avanzar; y el lenguaje tiene que ser otro”, enfatizó.

El compositor tekaxeño aseguró que hace falta educación en ese sentido, “tienen que leer, estudiar y saber hacer cosas. Hay que ampliar la cuestión literaria, hay que estudiar mucho para actuar con responsabilidad y hacer trova yucateca”.

“Nada más hay que tener en cuenta que ‘la mochilita’ que nos dejaron encargada los señores que estuvieron antes de nosotros, es bastante pesada”, advirtió.

Edición: Elsa Torres


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