Sobrepesca e industria petrolera acaban con el sector en la Sonda de Campeche

La Isla del Carmen, un importante puerto pesquero que hoy vive el declive de su flota
Foto: Gerardo Jasso

Lisseth Castro Alanís*

Con poca fe, pescadores de altura y ribereños hacen el último esfuerzo por navegar entre los grandes retos desde hace más de 40 años, al coexistir entre la industria petrolera en la Sonda de Campeche y las regulaciones ambientales de vivir en un Área de Protección de Flora y Fauna (APFF): la Laguna de Términos. 

La Isla del Carmen que un día fue uno de los principales puertos pesqueros de México, gracias a la captura de camarón rosado y siete barbas, hoy contempla crudamente el progresivo declive de su flota pesquera con la sobrexplotación de especies como el camarón, pulpo, jurel, caracol y la tilapia. Además, pende de un hilo por el impacto ecológico generado por Petróleos Mexicanos (Pemex). 

Los hombres que nacieron con la pesca bajo el brazo y perfeccionaron el oficio con siglos de tradición, entre ellos los integrantes de la Federación de Sociedades Cooperativas Pesqueras de Altura de Carmen, de la noche a la mañana se vieron amenazados para renunciar a la pesca en aguas profundas; en ese momento reconocieron que la confluencia de la explotación de ambas riquezas ya era imposible.

Ante la restricción en las zonas pesqueras alrededor de las plataformas marinas y al incumplimiento del compromiso gubernamental de reabrir áreas pesqueras, migraron lentamente hacia la acuacultura. Aunque la actividad se impulsó hace 20 años en la región, aún no les parece rentable del todo, pero por ahora es su única alternativa económica. 

 

Foto: Gerardo Jaso

 

Para iniciarse como productores rurales en la acuacultura, en 2002 comenzó el desplazamiento de grandes líderes como Adolfo Hernández Maldonado, presidente de la Federación de Sociedades Cooperativas Pesqueras de Altura de Carmen, quien comenta que con el apoyo que otorga el Programa de Apoyo a la Comunidad y Medio Ambiente (PACMA) de Pemex compraron terrenos en la Península de Atasta y en Sabancuy para manejar granjas acuícolas rurales. 

“Fue hasta 2008 cuando comenzamos a producir, pues pasaron cinco años para obtener la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) además de otros requerimientos contemplados en la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables”, comenta. 

Agrega que para 2008, académicos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco los capacitaron para operar 10 proyectos de acuacultura de tilapia, siete de ellos en el ejido Jobal, de la Junta Municipal de Sabancuy, y otros tres pertenecen a la Península de Atasta.

 

Foto: Enrique Osorno

 

Los pescadores de altamar refieren que emplearse en la acuacultura ha sido complicado, pues las dificultades financieras y de infraestructura se aprecian en el desabasto de crías, el precio alto del alimento; además se dificulta más sin asesoría técnica constante para mejorar los procesos tecnológicos del cultivo. Pese a ello, los productores han puesto todo su esfuerzo en la práctica para detonar la actividad y se han adaptado a todas las condiciones sobre el aprendizaje del uso en estanques circulares de geomembrana, donde resguardan a las especies para lograr una producción de calidad y por ende aumente la comercialización. 

 

Obstáculos en pesca y acuacultura 

En opinión de los investigadores que trabajan en el estudio Pesca y petróleo del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Eva Coronado Castro y Alejandro Espinoza Tenorio, los proyectos como los de acuacultura en ocasiones se ven interrumpidos al no contar con una planeación integral a largo plazo.

Coronado Castro y Espinoza Tenorio citaron que una de las problemáticas que afectan la efectividad de los programas es la mala planeación; entre ellas, la tenencia y uso de la tierra, como principal insumo para llevar a cabo la actividad acuícola. Por otra parte, las fallas de suministro eléctrico limitan el desempeño para manejar máquinas especializadas, pues no concretan los procesos porque no cuentan con energía.

 

Foto: Lisseth Castro Alanís

 

En cuanto a la producción indicaron que sólo se habla de buenas prácticas de manejo y de cómo ofrecer un recurso de calidad, pero es fundamental la formación en términos de administración y comercialización del producto. 

“En las comunidades pequeñas como la Península de Atasta, donde se ha implementado la acuacultura, la parte biológica ha funcionado, el problema es que muchos de los materiales han sido subsidiados para generar la actividad y no hay un plan comercial real. Por ejemplo, hay capacitación, equipo y financiamiento para la primera cosecha; posteriormente, lo que venden es su único ingreso, porque no están capitalizados para realizar una segunda cosecha, todo esto impide mantener estabilidad en el proyecto”, precisa el investigador del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad de Ecosur. 

 

Incertidumbre en el sector

Factores como el descontrol de la pesca en la Sonda de Campeche, además del deterioro ambiental que altera la reproducción y la supervivencia de los organismos, han provocado la disminución de los volúmenes de captura en comparación con otras décadas, lo cual supone un gran riesgo para las comunidades pesqueras, indica la doctora Eva Coronado Castro, también profesora de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, Unidad Mérida, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

Agrega que el impacto para la fauna marina es grave por la sobrexplotación de especies como la del camarón, el cual cada vez más disminuye su talla porque están en poblaciones más juveniles y no alcanzan el máximo de reproducción. 

También las poblaciones de tiburones están muy afectadas y se tiene poco control de lo que se extrae, por lo que se ha incluido en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. 

Por su parte, Espinoza Tenorio plantea que el escenario es muy complicado para los pescadores, en particular para jóvenes y mujeres como las más vulnerables e invisibles en este ámbito; sin embargo, la aportación de cada uno de ellos significa un pilar que sostiene a los pescadores, por todo el apoyo que les brindan detrás del crudo escenario. 

 

Foto: Lisseth Castro Alanís

 

“Con la disminución de los recursos pesqueros, combinado con inseguridad, el cambio climático y las afectaciones indirectas en jóvenes y mujeres, entonces el grado de incertidumbre para el sector es muy alto”, enfatiza.

 

Ribereños en crisis

Debido a las trabas legales y a la falta de apoyos de Pemex, los pescadores ribereños conviven en un escenario más drástico; aún no aplican la acuacultura como paliativo, porque actualmente están en quiebra. La devastación no sólo se refleja en la escasa captura, también lo evidencia el Refugio Pesquero de Arroyo Grande con el deterioro de los 12 muelles carcomidos por el agua salada que, advierten un colapso cada vez que los trabajadores caminan entre ellos con los cargamentos de peces, moluscos y crustáceos. 

Esa zona forma parte del extremo suroeste de la Isla del Carmen, que conecta con la costa de la Laguna de Términos, en la cual se acumulan desechos flotantes que aumentan la contaminación en los manglares; el olor que despide reclama urgentemente un llamado al rescate de esa APFF, la cual es un criadero importante de diversas especies. 

Frente al muelle se ubican 20 bodegas dedicadas a comercializar los productos marinos, en ese lugar se observa la ruina que responde a la tristeza de los pescadores como José Iván Piña Galán, líder de la Cooperativa de Pescadores de la Manigua, quien explica detrás del almacén que además del impacto generado por Pemex, enfrentan fenómenos naturales que hacen más compleja la captura.

“Todo este año no hubo una buena producción, con la llegada de los frentes fríos y tormentas tropicales se intensificó la afectación; la inversión que realizamos ya no la recuperamos, estamos en una gran crisis, le damos máximo cinco años para que desaparezca la pesca”, comparte. 

Preocupado pero consciente, el dirigente considera fundamental contar con un programa alterno como el cultivo de especies para generar ingresos en el periodo de veda y capturas bajas, lo cual les permitiría sostener a sus familias ante la situación de pobreza. 

 

Foto: Lisseth Castro Alanís

 

Con gran seguridad expone que, “se podría crear la granja en la Península de Atasta que conecta con la Laguna de Términos, pero se complica obtener la MIA que cuesta más de 100 mil pesos. El cultivo de camarón y tilapia en granjas nos permitirían resistir”.

 

Discrepancia 

Con la mirada abatida pero enfocada en el mar, el presidente de la Federación de Pescadores Ribereños de Ciudad del Carmen, Vicencio Luna Pérez, considera que la acuacultura no hará frente a la crisis pesquera, debido al estricto cumplimiento de los ordenamientos ecológicos en todas las escalas. 

El representante de 12 cooperativas recuerda con decepción que, desde hace una década gestionó un proyecto piloto de cría y engorda de esmedregal en jaulas; en ese entonces tomó capacitación, pero al final el plan fue desaprobado, supuestamente por falta de documentación. 

“El precio del alimento y el cobro de la energía eléctrica es muy cara aquí, la recuperación económica de la inversión es lenta; la cantidad de producción debe ser alta para comercializar y a veces es imposible, pues en el proceso de trasiego mueren los peces, al final tienes más pérdidas y gastos, definitivamente no es lo ideal”, expresa.

Destaca que, junto con sus compañeros de las cooperativas de Atasta, Isla Aguada, Sabancuy y Ciudad del Carmen, continuarán con la exigencia de los acuerdos establecidos en los que son beneficiarios. En los últimos años, los programas sociales del gobierno federal y estatal se han atrasado sin aviso alguno y eso ha generado que los pescadores protesten en el palacio de gobierno del estado; en otras ocasiones, bajo el intenso sol han desafiado valientemente a las autoridades con bloqueos en el acceso del Puente El Zacatal. 

Temiendo que se adelante el colapso del sector, Luna Pérez suspira: “Ya no podemos soportar el periodo de veda y el aumento paulatino de la zona de exclusión, no hay otra alternativa más que recuperar la pesca tradicional con programas para resarcir los daños”.

 

Desaparece comunidad pesquera 

Rodeado de veteranos que conocen de principio a fin el arte de la pesca, Adolfo Hernández espera sentado con su taza de café en el restaurante que en el pasado funcionó como el Cine Regis. 

En su oportunidad, narra con desconsuelo la crisis en la que se vieron obligados a renunciar a la pesca, exhaustos de escuchar las promesas de recuperar su principal actividad económica, resignados decidieron optar por proyectos de acuacultura para sobrevivir. 

“Con el descubrimiento del yacimiento denominado Complejo Cantarell, en honor a nuestro compañero Rudesindo Cantarell Jiménez, Pemex llegó a esta región a finales de la década de 1970, para entonces habían más de 470 embarcaciones dedicadas a la captura del camarón, la cual representaba una fuente empleo para más de 30 mil personas; también desaparecieron 10 congeladoras y ocho astilleros”. 

Añade que hoy sólo quedan tres naves que aún zarpan rumbo a Tamaulipas de esa flota pesquera: Carey, Gilda III y Alonso Felipe de Andrade, esta última es adornada cada año en el mes de julio para realizar el tradicional paseo por mar en la isla, donde miles de pescadores se reúnen para venerar a la imagen de la Virgen del Carmen. 

Las demás embarcaciones fueron vendidas a pescadores de otras regiones y unas ocho quedaron reducidas a chatarra sumergida en el mar, las cuales resaltan de las embarcaciones modernas de Pemex que se encuentran ancladas en el muelle del Mercado Municipal “Alonso Felipe de Andrade”, utilizado para el embarque de pasajeros con destino al Pueblo Mágico de Palizada.

 

Sin esperanza 

El representante también relata que con Pemex agonizó la época de oro cuando se exportó el más alto porcentaje de camarón a Estados Unidos; pues en 1994 el gobierno federal delimitó las áreas de prevención y exclusión a 600 kilómetros cuadrados para acercarse a Cayo Arcas, Ixtoc-A, y Dos Bocas, debido a la localización de buques y de las plataformas IxtocA, Akal-C, Ku-H y Pol-A. 

“Toda esa problemática empeoró tras los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, pues con la justificación de prevenir y erradicar cualquier conducta similar se obligaba a incrementar la vigilancia en las instalaciones importantes de México como las plataformas petroleras. Con ello, la restricción aumentó a 1, 205 kilómetros cuadrados en la Sonda de Campeche”, refiere. 

Ese acuerdo fue publicado el 11 de septiembre del 2003 en el Diario Oficial de la Federación entre las Secretarías de Marina (Semar), de Comunicaciones y Transportes (SCT) y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). 

Explica que durante la administración del expresidente Enrique Peña Nieto, el gobierno federal prometió liberar 15 mil kilómetros cuadrados del área restringida, pero eso jamás ocurrió. “Para la exploración trajeron un Buque de Investigación Pesquera y Oceanografía (BIPO), del Instituto Nacional de la Pesca (Inapesca), pero jamás nos dieron resultados, nos sentimos totalmente defraudados porque sólo nos dieron largas”, expone.

Luego de ese desencanto, optaron por desplazarse a Tampico, Veracruz y Tamaulipas para pescar y resistir la racha económica que sufrían, pero no lo lograron. Además, con el aumento del periodo de veda y la limitada producción -al estar en competencia con pescadores de otros puertos- poco a poco comenzó a desaparecer la flota. 

 

 

 

Fuentes cercanas a Pemex defienden que “las cooperativas han sido ‘compensadas’ con el PACMA, el cual se implementó en los municipios donde opera Pemex, Exploración y Producción (PEP) a los que dota de recursos en especie como artes de pesca y kit de seguridad”. 

Precisan que “como parte de las acciones de responsabilidad social de la petrolera, su objetivo ha sido respaldar a la comunidad pesquera para que continúen con su labor”. Este truco millonario fue disfrazado de programa social para supuestamente “resarcir los daños”, aunque los pescadores insisten en que los daños son irreversibles, pues narran que era cuestión de tiempo perder su “patrimonio”, pues su bienestar y calidad de vida se vieron amenazados desde hace más de una década. 

A la fecha, el Estado no ha redoblado acciones que contrarresten los efectos socioeconómicos y ambientales de Pemex; mientras eso no sucede, permanecen en el restringido acceso a las zonas pesqueras de una de las 10 empresas más contaminantes del mundo, según el Instituto para la Responsabilidad Climática de Estados Unidos.

 

Escenario en cifras 

Una mirada al adverso entorno que enfrentan las pesquerías a nivel local es posible a través de la limitada información estadística existente en los Anuarios de Pesca y Acuicultura de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca). 

En 10 años la población estatal de pescadores se redujo 28.4 por ciento, ya que en 2010 había 15 mil 284 personas dedicadas a esta actividad económica en todo Campeche, pero para 2020 sólo eran 10 mil 932 pescadores. 

En el mismo lapso desapareció 59 por ciento de la flota de altura, de 258 embarcaciones mayores activas pasó a 105. La situación también ha sido drástica para los ribereños, de 5 mil 362 embarcaciones activas en 2010, a sólo 3 mil 401 en 2020; es decir, en una década desapareció 36.5 por ciento de las lanchas dedicadas a la captura artesanal, y con ello la forma de subsistencia de miles de personas. 

El desplome de la pesquería en Campeche ha impactado su volumen de participación en la producción nacional, que representaba 3.37 por ciento de todo el país en 2010, con una captura en peso vivo estimada en 54 mil 533 toneladas; para 2020 la aportación del estado fue de 2.61 por ciento de la producción pesquera nacional, con 50 mil 830 toneladas de peso vivo.

Esta dinámica ha representado un cambio en las especies que se capturan en la entidad, hasta hace una década el camarón todavía era la principal fuente de ingresos de los pescadores, con 8 mil 155 toneladas capturadas en 2010 que representaron 28.7 por ciento de la producción estatal de ese año, seguido del jurel (24.4 por ciento), el pulpo (20 por ciento), el caracol (15.6 por ciento) y el robalo (11 por ciento). 

En la actualidad el crustáceo ya no figura entre las principales especies, para 2020 el mayor volumen de captura fue de pulpo (18.6 por ciento), jurel (15 por ciento), caracol (10 por ciento) y tilapia (7.4 por ciento). Apenas 2 mil 713 toneladas de camarón se capturaron ese año, marcando un declive constante de la industria camaronera centrada principalmente en la Isla del Carmen.

La acuacultura se posiciona como una alternativa, pues contrario a la desaparición de las flotas de altura y ribereñas, en 10 años sí ha incrementado en la entidad, se triplicó en una década, de 44 unidades de producción acuícola en 2010, a 163 unidades durante el 2020. 

 

Afectaciones ambientales 

Ángel Castillo Novelo, presidente de la Federación de Pescadores de Altura de Campeche, representa a ocho cooperativas que integran 467 pescadores, a los que hoy les da voz a través de este medio para señalar que no encuentra viable la alternativa de la acuacultura para enfrentar la crisis de la pesca.

Con voz quebrada reconoce que la comunidad resiste a las condiciones geográficas, climatológicas, sociales y económicas, pues no sólo forma parte de la seguridad alimentaria en la entidad, también lo ha sido para el país. 

“La petrolera ha provocado el desequilibrio ecológico al invadir el mar con toneladas de basura y chatarra de los barcos, esos residuos han provocado que las redes se rompan y se pierda el tiempo y producción en nuestra labor, hay días en que sólo saco un kilo de camarón, esta realidad ya no es posible”, comparte. 

Castillo Novelo reclama a Pemex el freno de la pesca, además señala que con la petrolera estalló la contaminación marina que originó la migración y muerte de animales; describe que los derrames más grandes como el Ixtoc I y el choque de las plataformas marinas Usumacinta y Kab-101 afectaron parte de los manglares de la Laguna de Términos y zonas en la Reserva de la Biosfera Los Petenes.

“Puedo decir con exactitud que de la Isla Triángulo hasta Cayo Arcas es la zona donde sacábamos del mar el camarón y peces muertos, característicos del Golfo de México, entre ellos caballa o verdel, el Isabelita medioluto, bagre grande, en ese espacio se agotaron las especies y a nadie la ha importado, incluso hemos encontrado tortugas muertas”, enfatiza. 

 

Desequilibrio 

De acuerdo con Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace, durante mucho tiempo la infraestructura de Pemex instalada en la Sonda de Campeche ha funcionado sin el mantenimiento adecuado, lo cual ha ocasionado que haya derrames y fugas de manera frecuente que impactan directamente a la fauna marina. 

Al menos, la región de la costa del Golfo de México cuenta con muchas especies catalogadas en peligro de extinción; entre las que pudieron ser afectadas con los incidentes que han ocurrido destacan 20 especies de cetáceos, tortugas marinas, más de mil 500 tipos de peces: 14 óseos, 26 tiburones y cuatro mantarrayas, detalla Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de la organización Greenpeace.

Greenpeace afirma que la empresa petrolera no ha permitido el acceso público a las evaluaciones de impacto en el ecosistema; en respuesta, la organización llama a Pemex a transparentar los registros de incidentes para analizar la magnitud del problema en el ambiente marino, donde hay una gran pérdida de biodiversidad para un sector tan importante como es la pesca. 

“Los casos que conocemos de los incidentes son a través de los pescadores que reportan los derrames de petróleo o bien, las comunidades que viven del turismo en la costa”, refiere el ambientalista. 

Agregó que estas problemáticas vienen acompañadas del cambio climático que impacta de manera más cruda en las comunidades más vulnerables, donde resalta más la inequidad social en el país. Algunos de los incidentes más impactantes se contemplan a continuación:

 

Desafíos 

La gran mayoría de las plataformas de Pemex y de otras compañías que operan en la Sonda de Campeche, están situadas en el mismo lugar donde ocurren emanaciones naturales y derrames de hidrocarburos. 

Para determinar el impacto de cada uno de ellos, el Consorcio de Investigación del Golfo México (CIGoM) en coordinación con el proyecto “La desafiante coexistencia de los ecosistemas marinos con la industria de los hidrocarburos”, liderado por Ecosur Campeche, trabajan en establecer el sistema de monitoreo de derrames de hidrocarburos del Golfo de México. 

Dentro del equipo de científicos de CIGoM, la doctora Abigail Uribe Martínez explica que a través de imágenes satelitales realizan análisis geoespaciales de la distribución de la biodiversidad, como de la infraestructura petrolera en la que detectan la presencia de hidrocarburos en la superficie marina. “

A veces es complicado detectar los derrames que observamos a través de imágenes satelitales en el Laboratorio de Ecología Espacial y del Movimiento; pero otros científicos realizan modelamientos para conocer su ubicación y determinar el nivel de afectación en áreas coralinas o playas, además de qué acciones se tomaron al respecto para mitigar el impacto”, precisa.

“El petróleo que surge por incidentes en el Golfo de México varía en su cantidad, aunque sean pequeños podrían resultar más peligrosos al ser recurrentes. Estudiamos de 2018 a 2021 donde hubo un orden de 20 a 30 incidentes cada año, por ahora revisamos los resultados del 2022”, expresa.

 

Pemex oculta incidentes 

La experta refiere que, en diversas ocasiones, Pemex no reporta los incidentes, su respuesta siempre es la misma, “no son derrames, sino emanaciones naturales”. En ese sentido, urge que la industria petrolera asuma la responsabilidad de comunicarlo a la Secretaría de Marina (Semar) y a la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), órgano de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que se encarga de regular y supervisar las instalaciones y actividades del sector hidrocarburos en seguridad industrial, operativa y protección al medio ambiente. 

Añade que las empresas que operan en la Sonda de Campeche deben seguir protocolos muy estrictos y rutas de acción para darles continuidad a los incidentes; pero como las multas de ASEA son millonarias, los hechos se ocultan.

 

Infografía: Lisseth Castro Alanís

 

“La explotación marina es muy invisible, porque si no los ves en la playa piensas que no existe, pero los pescadores lo reconocen y nos reportan continuamente que hay derrames. Desafortunadamente, es frecuente que haya petróleo en el hábitat del huachinango, tiburones y tortugas marinas, no parece que sean las llamadas chapopoteras”, advierte. 

Comparte que para conocer la ruta de algunas especies realizan un monitoreo, en el que siguen a las tortugas a través de un chip satelital en su caparazón, y a los delfines y tiburones se les inserta un aretito en su aleta, que conecta un sistema similar al Sistema de Posicionamiento Global (GPS) para ubicar a los animales, por lo que en caso de ocurrir incidentes logran inferencias espaciales. 

El problema para los ecosistemas no se acabará, Pemex abrirá más áreas para explotar, pues varios yacimientos están en sus últimas reservas. Se exploró demasiado en los pozos donde soltaron bombas de aire para ver el contenido de los suelos, esto es muy impactante en las especies, en particular con los mamíferos.

“Queremos visibilizar que, durante mucho tiempo por falta de recursos y tecnología, Pemex era el único que conocía la condición de los vertimientos, pues nunca se sabía a dónde iban, tampoco nos enterábamos si hubo compensaciones ambientales. Lo ideal sería una exploración y explotación del mar de manera limpia, es muy difícil por la industria petrolera, pero se puede controlar”, refiere. 

Puntualiza en que no están en contra de las actividades de Pemex, porque son indispensables para la economía mexicana; pero también es cierto que existen otras prácticas para prever los incidentes y reparar el daño que causan. 

*Este trabajo contó con el apoyo de la Red de Periodismo del Mar (Repemar), impulsada por Causa Natura con la ayuda de la Earth Journalism Network de Internews.

 

Edición: Mirna Abreu


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