Entre los presos palestinos más destacados que serán puestos en libertad está Ahmed Barghouti, de 48 años, un estrecho colaborador de Marwan Barghouti, un líder insurgente y una figura icónica de la política palestina.
Israel condenó a Ahmed Barghouti a cadena perpetua por movilizar a terroristas suicidas durante la Segunda Intifada, o levantamiento palestino, a principios de los años 2000 para llevar a cabo ataques en los que murieron civiles israelíes. Fue arrestado junto a Marwan Barghouti en 2002.
Preocupación por el estado de los demás rehenes
De las 251 personas secuestradas, 73 continúan aún en Gaza y se cree que alrededor de la mitad de ellas están muertas. Casi todos los que siguen cautivos son hombres, entre los que hay soldados.
La preocupación sobre su estado de salud ha ido en aumento, especialmente después de la liberación de otras tres personas el sábado pasado, que aparecieron demacradas y débiles.
Uno de ellos, Keith Siegel, de 65 años, contó el viernes en un mensaje en video dirigido a Trump que sus captores lo trataron peor a medida que la guerra de 15 meses se intensificaba, pateándolo, escupiéndole y privándolo de agua y luz.
La tregua sigue siendo muy frágil
El alto el fuego parecía peligrosamente cerca del fracaso en los últimos días.
Hamás había dicho que retrasaría la liberación de los rehenes tras acusar a Israel de incumplir su parte del acuerdo al no permitir la entrada de suficientes refugios, suministros médicos, combustible y equipos pesados para despejar los escombros. Israel respondió afirmando que reanudaría los combates el sábado a menos que las liberaciones siguieran adelante.
Aunque puede que en el corto plazo se haya evitado la crisis, la tregua enfrenta un desafío mucho mayor en vísperas del final de su primera fase a principios de marzo. Aún no ha habido negociaciones sustanciales sobre la segunda, en la que Hamás dejaría ir a todos los rehenes restantes a cambio del final de la guerra.
En su apogeo, los combates desplazaron al 90 por ciento de los 2,3 millones de personas que viven en Gaza. Desde entonces, cientos de miles han regresado a sus hogares a medida que se consolidaba el alto el fuego, aunque muchos solo encontraron escombros, restos humanos enterrados y municiones sin explotar.
La guerra se ha cobrado la vida de más de 48 mil palestinos, en su mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud gazatí, que no indica cuántos eran combatientes. Israel afirma, sin pruebas, que ha matado a más de 17 mil insurgentes.
El plan de Trump aumenta la incertidumbre
La propuesta de Trump de sacar a los más de dos millones de gazatíes de la Franja y asentarlos en otras partes de la región ha arrojado aún más dudas sobre el futuro de la tregua.
La idea ha sido bien recibida por el gobierno de Israel, pero ha sido rechazada enérgicamente por los palestinos y los países árabes. Los grupos de derechos humanos dicen, de acuerdo con el derecho internacional, esto podría constituir un crimen de guerra.
Trump ha propuesto que, una vez que terminen los combates, Israel transfiera el control del enclave a Estados Unidos, que lo reconstruiría convirtiéndolo en la “Riviera de Oriente Medio”.
Los aliados de extrema derecha del gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, piden la reanudación de la guerra después de la primera fase para destruir a Hamas e implementar el plan de Trump. El grupo insurgente sigue controlando el territorio tras sobrevivir a una de las campañas militares más mortales y destructivas de la historia reciente.
Hamás podría no estar dispuesto a liberar a más rehenes si cree que la guerra se reanudará. Los cautivos son uno de los pocos elementos de negociación que le quedan.
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Edición: Fernando Sierra