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Ana Ramírez, Jairo Magaña y Juan Carlos Pérez
18/03/2025 | Yucatán, Campeche y Quintana Roo
Sobreexplotación, deterioro y pesca al límite para especies que han representado desarrollo para los tres estados de la península de Yucatán, detalla la Carta Nacional Pesquera del Golfo de México y el Mar Caribe de este año, elaborada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) y publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado 10 de marzo.
La carta, con un catálogo de 10 especies y derivados, menciona que en Campeche, por ejemplo, el caracol y el pulpo maya están al máximo sustentable, es decir, ya no puede haber más permisos de pesca; el mero y el pepino de mar se encuentran en deterioro en Yucatán; el robalo en riesgo de deterioro; y el camarón roca y rojo en deterioro en Quintana Roo.
De 10 especies, en el caso del camarón roca y rojo, el cual en Quintana Roo es pescado en 62.6 y 37.4 por ciento del total en el país, respectivamente, el reporte establece que el recurso en los Caladeros de Contoy (principal zona de pesca) se encuentra en estado de deterioro y es recomendable no incrementar el esfuerzo pesquero, disminuir el esfuerzo en lo posible y dar seguimiento constante a la implementación del Plan de Manejo Pesquero.
En el caso de los caracoles, donde Campeche tiene 94.9 por ciento de la pesca, el tomburro (Turbinella angulata) y trompillo (Sinistrofulgur perversum) están aprovechados al máximo sustentable, lo que quiere decir que ya no se pueden dar más permisos de pesca, y el rosado (Lobatus gigas), blanco (Macrostrombus costatus), chacpel (Triplofusus giganteus) están en deterioro, por lo que deben reducir su pesca.
El mero y negrillo, que es pescado 70.5 por ciento del total en la zona de Yucatán, ha sido una actividad de gran importancia social, económica y cultural para las comunidades de la zona costera de Yucatán, pues en las décadas de 1970 y 1980, estimuló el desarrollo costero del estado de Yucatán con infraestructura portuaria, crecimiento de las flotas (artesanal y mediana altura), con la creación de las primeras plantas de procesamiento en Progreso-Yucalpetén, y con la industria ya en desarrollo se iniciaron las exportaciones principalmente a los Estados Unidos.
La carta señala que el mero ha contribuido al bienestar de 12 mil pescadores y sus familias. Esta pesquería, por muchos años estuvo conformada principalmente por el mero rojo Epinephelus morio (Valenciennes, 1828), que registró su máxima producción a principios de la década de 1970 (19 mil toneladas por año). Posteriormente, en la década de 1980, la captura total de mero rojo descendió a 12 mil toneladas anuales.
Sin embargo, estos niveles de producción no se lograron mantener en el tiempo. Actualmente, el stock de mero rojo del Banco de Campeche está clasificado como sobreexplotado, con bajos niveles de biomasa, alta presión por pesca y muy lejos de producir el rendimiento máximo sostenible, y se encuentra catalogado como una especie vulnerable en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El stock del negrillo (M. bonaci) en el Banco de Campeche se encuentra en deterioro con un incremento en la presión de pesca y el indicador de biomasa.
Otra especie en la península de Yucatán, el pepino de mar café (Isostichopus badionotus) y lápiz (Holothuria floridiana) se encuentran en deterioro. Basado en los datos dependientes de la pesca al corte de la última temporada en 2018, el pepino de mar I. badionotus fue declarado sobreexplotado.
El robalo se encuentra por debajo del intervalo inferior que generaría el rendimiento máximo sustentable. De acuerdo con los puntos de referencia estimados con base en la captura, sugieren que en Veracruz, Tabasco y Quintana Roo se encuentran aprovechados al máximo sustentable; mientras que en Tamaulipas, Campeche y Yucatán el stock está siendo aprovechado al máximo sustentable y con riesgo de deterioro.
La Carta Nacional Pesquera del Golfo de México y Mar Caribe contempla a las siguientes especies: Bagres marinos, camarón café, camarón rojo y roca, caracoles, langostinos, mero y negrillo, pepino de mar, pez espada, el robalo y chucumite, y pulpo.
Deberían decir qué hacen contra la depredación
Tras la advertencia sobre estas especies en máximo sustentable y otras en riesgo de deterioro y, por ello, la negativa de más permisos para explotación, el líder pesquero del muelle del Camino Real, en Campeche, José Virgilio Pérez Chan, consideró innecesario hablar de los permisos cuando desde hace 28 años no han actualizado sus padrones.
Contrario a ello, afirmó que es más prudente que las autoridades demuestren mejor qué acciones han implementado para atender el problema de la depredación de las diversas especies marinas en el Golfo de México. En el caso de Campeche, principalmente del pulpo maya, en donde acusó que hay inmersas grandes empresas y personas ligadas al Gobierno del Estado, en la operatividad de la pesca ilegal del molusco.
El pulpo maya actualmente es la especie que mantiene a la pesca ribereña, pues dependiendo las capturas, el precio a pie de playa, así como los insumos necesarios para salir a la pesca, es a cómo les irá a los más de 5 mil pescadores de ribera en todo el estado, según el último censo pesquero realizado por el Instituto de Pesca y Acuacultura de Campeche (Inpesca), pues estos censos sirven para tener en cuenta el apoyo que se les da durante la veda y baja captura.
Pérez Chan expuso que, en reiteradas ocasiones, en reuniones con autoridades y líderes pesqueros, ha surgido la propuesta de una veda general desde dos hasta cinco años, como la aplicó el competidor más cercano de la península de Yucatán, Marruecos.
El país africano cerró sus puertos a captura de pulpo por cinco años, cuando abrieron la pesca del molusco las dimensiones de los ejemplares no solo duplicaron a la máxima de Campeche, sino que había una biomasa idónea.
Resaltó que hoy Marruecos es el país con mayor índice de exportación de pulpo, a donde habitualmente estaba mejor posicionado el molusco de la península, y dijo que esto se debe precisamente a la explotación, al pirataje, a la indiferencia de las autoridades federales por cumplir sus rol de vigilar y aplicar las leyes a quienes la violen, por ello hizo hincapié en cambiar los discursos, y en vez de decir que ya no hay más permisos, deben hablar de sus estrategias de inspección y vigilancia, así como de sus roles de responsabilidad.
De igual manera, no cargó todo el mal a las autoridades, reconoció la continua indiferencia e insensibilidad del propio sector pesquero, aun con los llamados de advertencia a la sobreexplotación del producto marino, destacando la existencia de grupos pesqueros dedicados a la pesca ilegal, pues hay quienes financian estas actividades.
Necesario contemplar elementos básicos para resultados de plan de manejo
La creación de un Plan de manejo pesquero, como el que presentó la entonces Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) en 2014, para el camarón rojo (Farfantepenaeus brasiliensis) y el de roca (Sicyonia brevirostris) que se producen en Contoy, Quintana Roo, es muy importante, siempre y cuando se cuente con el conocimiento claro del estado actual de la población, las embarcaciones dedicadas a la pesca y las cuotas de captura, opinó José Adán Caballero Vázquez, investigador en la Unidad de Ciencia del agua del Centro de Investigación Científica Yucatán en el campus Cancún.
“Un plan de manejo nos permite la guía, el orden o la instrucción de cómo manejar o aprovechar cierto recurso. En este caso puntual de las dos especies de camarón, digamos, al menos tenemos el elemento rector que nos permite manejar el recurso para el presente y para el futuro”, resaltó.
Sin embargo, dijo, hay una serie de interrogantes o incertidumbres desde la óptica científica que habría que atender, para validar si el plan de manejo va a tener éxito y va a cumplir los objetivos por los cuales se están desarrollando.
Los elementos más importantes, estimó, incluyen establecer el estado actual de la población en los sitios puntuales, determinar cómo está la actividad pesquera, si es que se está realizando, cuántas embarcaciones están participando, si tienen permiso, si tienen cuotas de captura, si respetan los mecanismos de captura, es decir, el uso de las redes adecuadas.
Si hay todo ese tipo de información que sustente el desarrollo del plan de manejo, apuntó, habrá buenos resultados, de lo contrario se quedaría en una información “interesante, bonita”, pero que en la práctica difícilmente se pueda aterrizar en una actividad de pesca sustentable.
Desde su labor, relató, ha trabajado en un proyecto de peces precisamente en Contoy, un comparativo de especies con las de hace 10 años y se han topado con estos camarones, notando una reducción, sin embargo, no es un muestreo formal por no ser su meta de estudio; por ello la más importante con este plan, sería evaluar el stock de la población y determinar su estado actual y otro elemento importante es determinar las condiciones físicas y químicas de la calidad del agua.
Una buena base que se tiene hoy en día, aseveró, es que cada vez son más los pescadores “conservacionistas” que están a veces más comprometidos con el cuidado del recurso que los propios investigadores enfocados en la conservación, que además heredan ese impulso a sus hijos, pero hay mucho por trabajar para fortalecer la concientización, de entender que si hoy no se cuida, mañana no habrá especies.
“Sé que no es fácil, pero esto solo se puede lograr con mucha conciencia y sobre todo con mucha educación, hacer conciencia y educación a todos los niveles, para que haya un mejor entendimiento. Que esta educación al final llegue a los comensales, que ellos entiendan un poquito todo este proceso para ser más conscientes, que cuando vamos a algún restaurante, si sabemos que es, por ejemplo, temporada de veda de langosta, pues no pedir langosta”, exhortó.
Por último, indicó que, en el caso puntual de estas dos especies, lo cierto es que Isla Contoy es un paraíso que sí ha tenido su nivel de degradación como todos los ecosistemas, en donde hay muchas especies que hoy valen más vivas que en el plato y es lo que habría que analizar en todo este proceso, entender que todos estos ecosistemas son los que mantienen a la región y debe comenzarse con cuidar la calidad del agua y a partir de allí trabajar en la pesca sustentable a mediano y largo plazo.
Actualmente, la Sagarpa cambió de nombre a Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
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Edición: Estefanía Cardeña