La hermosa creación capaz de dar vida (quiera o no)

Especial: Abanico de maternidades

Hasta hace un tiempo, la mayoría de las personas estábamos convencidas de que todos los partos eran la culminación del milagro de la vida y, por el contrario, todos los abortos eran una escena sangrienta que acababa en muerte. Ahora, las investigaciones y las mujeres que comparten sus testimonios han sido un contrapeso importante para entender que las maternidades y los abortos son también diversos y la seguridad de ambos procesos depende de muchos factores. 

Hace unos años, un doctor de la ola celeste, autollamados Pro Vida, declaró en video que nunca había conocido a una mujer que muriera por un aborto clandestino en Yucatán, pero sí por complicaciones del embarazo. Sin quererlo, estaba confesando algo que entenderíamos después: en México, es más probable que una mujer muera llevando a término un embarazo que practicándose un aborto.

De acuerdo con una investigación reciente del Grupo de Información Reproductiva Elegida (GIRE), en el 2020 Yucatán se convirtió en uno de los estados que superó la media nacional con mayor Razón de Muertes Maternas en México

¿Entonces por qué obligamos a las niñas a continuar un embarazo y parir? ¿Es en serio “la mejor opción”? De los 24 mil 916 partos que hubo en Yucatán en el 2020, más de 100 fueron de niñas de entre 10 y 14 años de edad y 3 mil 928 de adolescentes entre 15 a 19 años de edad. Cuesta trabajo imaginar que para estas niñas la maternidad sea esa gloriosa luz de la que tanto se habla en estas fechas. Más aún porque las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre las adolescentes de 15 a 19 años en todo el mundo. 

Ellas no aparecen en las más melosas tarjetas, comerciales y promociones del Día de la Madre porque -a pesar de que la defiendan con los argumentos más obsoletos- la maternidad forzada nunca se celebra. Ni se visibiliza. Ni se erradica. 

Además, la violencia obstétrica es un tema todavía sin resolución en el país pues continúan las cesáreas injustificadas, las esterilizaciones forzadas y la criminalización del aborto, entre muchas cosas más. 

Existen mujeres que no pueden parir ni abortar sin ser castigadas: o llevan a término un embarazo a pesar de que no haya condiciones para hacerlo con dignidad y una gran probabilidad de sufrir violencia obstétrica; u optan por el aborto con el riesgo de que alguien denuncie sin saber, para empezar, si las razones de la interrupción están contempladas en la ley. Muerte o criminalización son los dos extremos a los que muchas mujeres se enfrentan simplemente por nacer con la capacidad de engendrar. 

Ya lo dijo Jazmina Barrera, autora del libro Línea nigra, en su columna del New York Times: “Si en vez de pedir flores pidiéramos licencias de maternidad más largas (acordes con el periodo de lactancia que recomienda la Organización Mundial de la Salud). Si en lugar de escribirnos tarjetas con lugares comunes redactáramos las leyes que hacen falta para asegurar jornadas de trabajo reducidas, compatibles con la crianza.  Si intercambiáramos las joyas por planes concretos para terminar con la violencia obstétrica”. 

Ésa sí sería una verdadera celebración del Día de las Madres. 

Resulta imposible celebrar la maternidad cuando gran parte de las mujeres no tienen acceso a servicios de salud ni garantía en sus derechos sexuales y reproductivos. Hay una brecha en el acceso a la información tanto para la prevención del embarazo no deseado como para la atención a las emergencias obstétricas y el aborto legal. 

En su libro Línea nigra, un diario del embarazo, Jazmina Barrera escribe: “Nunca antes, como ahora, había estado tan a favor del aborto. Esta transformación tan brutal del cuerpo sólo debe suceder si la mujer está dispuesta, si lo desea fervorosamente. Nadie, nadie que no quiera pasar por esto, debería estar obligada a hacerlo”.

Hoy en día, el aborto es una opción segura y completamente viable para quienes no estén dispuestas o no se sientan en condiciones de continuar con un embarazo. De acuerdo con las estadísticas de las ILE (Interrupción Legal del Embarazo) en la Ciudad de México, donde acuden mujeres de todas partes del país para realizarse un aborto legal, más del 70 por ciento de los abortos se realizan con pastillas y sin intervenciones quirúrgicas, en semanas anteriores a la 10. El otro porcentaje se realiza con el método del AMEU, muy distinto a lo que se conoce como “legrado” que también es una práctica obsoleta que pone en riesgo a las mujeres.

Por supuesto, no todas cuentan con el privilegio de viajar a la capital del país para acceder a este servicio, ni conocen redes de apoyo para realizarlo desde sus casas con acompañamiento. Por eso sigue siendo necesario hablar del aborto como lo que es y lo que puede ser: una interrupción acompañada, digna y segura.

Pareciera que ser “la hermosa creación divina con el milagro de dar vida” es más un castigo que un regalo. Al menos será así hasta que las mujeres tengamos el pleno derecho de decidir sobre nuestros cuerpos y proyectos de vida. Y que todas las posibilidades tomen en cuenta nuestros derechos humanos como seres terrenales y ciudadanas de primera categoría. 

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Edición: Estefanía Cardeña